

BUENOS AIRES.- La Argentina está tomando medidas para apuntalar sus finanzas, pese a que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner asegura que el país no necesita un "plan B" para enfrentar la crisis financiera mundial.
Fernández mencionó la crisis crediticia en Estados Unidos para justificar la necesidad de medidas intervencionistas, como las que aplica su Gobierno, y dijo que las reservas internacionales y el superávit permitirán al país enfrentar con solvencia cualquier tormenta.
"Me parece que los primeros que tienen que tener un plan B son ustedes aquí en Estados Unidos y en Europa. Porque el plan A nuestro está en funcionamiento", dijo Fernández a un grupo de inversores en un discurso en Nueva York.
Pero más allá de la retórica, el Gobierno está implementando algunos cambios al modelo económico aplicado tras el gigantesco cese de pago de la deuda en 2002, con el que logró un crecimiento a tasas superiores al 8,5% entre el 2003 y el 2007. En las últimas semanas, anunció recortes en los subsidios energéticos por unos U$S 1.000 millones, recortó el gasto público y envió señales de reconciliación a acreedores internacionales y los tenedores de bonos.
Dos factores centrales parecen estar golpeando al Gobierno: la caída de los precios internacionales de las materias primas, lo que representa menos ingresos por exportaciones y una menor recaudación, y las crecientes necesidades de financiamiento para vencimientos de deuda. El Gobierno propuso cambios para poder acceder más fácilmente a las reservas internacionales del Banco Central y a los depósitos del estatal Banco Nación para el pago de deuda.
El secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, dijo al Congreso que la idea era tener "todas las herramientas necesarias y razonables para cubrir las obligaciones".
Como uno de los principales proveedores nundiales de soja, maíz y trigo, Argentina es fuertemente vulnerable a los vaivenes de los precios de las materias primas.
Analistas dicen que los ya bajos precios de los bonos argentinos podrían caer más, lo que elevaría los costos de futuras emisiones de deuda y agravaría la incertidumbre entre los inversores y consumidores. Argentina es el único país de Latinoamérica con indicadores de reservas frente a vencimientos de corto plazo menor a dos veces, lo que la hace más vulnerable a la crisis financiera que otras de las grandes economías de América Latina, dijo Leonardo Chialva, de la consultora Delphos Investment.
¿Credibilidad en juego?
Mientras muchos analistas alaban la decisión de la presidenta de la Nación de refinanciar los vencimientos de deuda a corto plazo, también dicen que el Gobierno debe recuperar la credibilidad en los datos oficiales de inflación si quiere atraer, o aún mantener, a los inversores.
Los funcionarios del Banco Central descartan la posibilidad de un gran impacto sobre el pequeño sistema financiero argentino. Desde la entidad citan el éxito para contener la salida de capitales y estabilizar el tipo de cambio durante una prolongada disputa entre el Gobierno y el sector agropecuario este año, y para enfrentar el primer impacto de la crisis hipotecaria el año pasado en EE UU.
Aunque las perspectivas a largo plazo son inciertas, Argentina tuvo un beneficio inmediato de la crisis bancaria en Estados Unidos. Consultoras financieras reportaron que muchos argentinos, que suelen enviar su dinero al exterior, están trayéndolo de nuevo al país.







