

La onda expansiva de la crisis internacional sobre Argentina no fue todavía muy grande.
La mayor prudencia fiscal reflejada en la caja de julio y agosto, junto a un discurso enfocado a la voluntad de pago de las obligaciones del Gobierno, que ahora incluye no sólo un acuerdo con el Club de París, sino un avance fuerte en la negociación de la deuda en default y en la reestructuración de los Préstamos Garantizados, descomprimen las necesidades financieras del próximo año y los activos argentinos serán evaluados en algún momento por los mercados de capitales como una oportunidad. Ese posible escenario se desarrolla en un informe elaborado por el estudio Miguel Bein y Asociados.
De plantearse así el panorama, los cambios introducidos en el proyecto de Presupuesto 2009 que modifican la Carta Orgánica del Banco Central y del Banco Nación y habilitan el uso de las reservas internacionales y/o de los depósitos públicos, con límites estrictos en uno y otro caso, para afrontar vencimientos de la deuda el próximo año, quedarían sólo como opción a ser utilizada en caso de emergencia. Pero además, el cambio de enfoque de la política económica excede la normalización financiera: alcanza también a la lectura de la inflación y al abordaje para su contención, expresa el diagnóstico privado.
En este sentido, el discurso de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, respecto al uso del tipo de cambio como ancla antiinflacionaria, junto a la decisión de demorar la apertura de las paritarias y moderar el ritmo de expansión del gasto público, son señales ciertas de cambio en la agenda, ahora adaptada a una economía global más compleja, considera el trabajo privado.
Sin embargo, la pronunciada baja que experimentó el valor de las commodities pone en jaque el resultado fiscal de 2009, por una posible y abrupta caída de la recaudación fiscal.







