12 Abril 2008
ACOPIO. Para los alumnos, afirma la doctora Lipszyc, los libros son como las herramientas del taller mecánico. LA GACETA/JOSE NUNO
"En la sociedad se ha producido un fenómeno; se ha acostumbrado a la transgresión; por eso es que hay que enfatizar que sacar fotocopias es un hurto; que es un delito; que no son conductas indiferentes", afirma la doctora Delia Lipszyc. Autora, con Carlos Villalba, de "El derecho de autor en la Argentina", la doctora Lipszyc es considerada como una de las máximas voces autorizadas en su materia, en América latina.
De paso por Tucumán, donde participó en el Seminario Regional sobre Derechos de Propiedad Intelectual, que organizó la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, la especialista insistió en que hay que concientizar a la sociedad argentina de que es un delito sacar fotocopias y alertó acerca de los "efectos colaterales" que genera ese acto.
"Cada vez que una persona saca una fotocopia no compra el ejemplar (de determinado libro). Y la forma masiva y descontrolada de la cantidad de fotocopias acumuladas por todas las personas equivalen a múltiples ediciones del libro, que ningún editor va a editar", alertó la doctora Lipszyc.
"Esa cantidad enorme de fotocopias -prosiguió- equivale a una inmensa edición que no se realiza; donde no hay trabajo editorial; donde no cobra el autor; donde no hay control fiscal, donde no hay empleo para la gente de la industria editorial. Y tampoco se beneficia el fisco. Además, es una práctica que es ?pan para hoy y hambre para mañana?. Porque el alumno, cuando se recibe, no tiene en su biblioteca el instrumento básico que necesita para trabajar".
"En un taller mecánico están todas las herramientas; el alumno de Derecho, cuando se gradúa, no tiene libros; y los libros son como esas herramientas en el taller del mecánico", graficó la experta ante LA GACETA.
La abogada, docente universitaria y directora de posgrados en su especialidad en la Universidad de Buenos Aires (UBA) no sólo cuestiona el uso de la fotocopia desde una perspectiva económica, sino también desde un enfoque cultural. "Cada vez es más difícil, y más necesario, preservar los bienes culturales, para evitar que se diluya la identidad. Uno de los problemas de la fotocopia es que se diluye la identidad de la obra, porque terminan leyendo hojas sueltas, sin ningún contexto; sin una estructura cultural que contenga a ese lector".
-¿Hay proyectos en danza para erradicar el negocio de la fotocopia masiva?
- Hay muchos proyectos de ley, pero la industria editorial no ha querido legislar la copia privada, porque ha pensado que es una forma de legalizar la fotocopia.
-¿Qué es la copia privada?
- La copia privada es la copia personal que una persona saca de un ejemplar, por sus propios medios, para su uso personal.
-No es el caso de la fotocopiadora del Centro de Estudiantes...
Así es.
-¿Cómo se ordena esa situación en el resto del mundo?
- En Europa se establece cuál es la fotocopia permitida, y se cobra una remuneración equitativa por las fotocopias que se sacan. Pero no las paga el público, sino que las pagan los fabricantes e importadores de los aparatos de los insumos que se usan para sacar fotocopias. Por supuesto, con eso sólo se logra paliar la inmensa pérdida de dinero que significa la fotocopia para algunos sectores. Ese dinero va a los autores y a los editores en el caso de los libros, y a los productores de fonogramas en el caso de la música.
-¿Es adecuada la legislación argentina sobre derechos de autor?
- Es buena, es excelente; aunque es de 1933 y no ha tenido muchas reformas, ha permitido un gran desarrollo del derecho de autor en Argentina, que es una de las más desarrolladas sobre este tema en América latina. Necesita algunas actualizaciones, y una de ellas es la incorporación de algún régimen respecto de la copia personal.
- Cuando se les pide que estudien del libro, los jóvenes argumentan que las librerías "traen pocos ejemplares", que las ediciones están agotadas, o que no tienen dinero...
- ¿Cómo estudiamos nosotros? Había bibliotecas. Yo estudié en las bibliotecas, con libros propios y prestados. La fotocopia es un círculo vicioso que sólo genera perjuicios: al autor, a la industria, a la creatividad . Con este hábito, a la larga, el peor perjudicado es el público, porque se está enangostando el impulso creativo.
De paso por Tucumán, donde participó en el Seminario Regional sobre Derechos de Propiedad Intelectual, que organizó la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, la especialista insistió en que hay que concientizar a la sociedad argentina de que es un delito sacar fotocopias y alertó acerca de los "efectos colaterales" que genera ese acto.
"Cada vez que una persona saca una fotocopia no compra el ejemplar (de determinado libro). Y la forma masiva y descontrolada de la cantidad de fotocopias acumuladas por todas las personas equivalen a múltiples ediciones del libro, que ningún editor va a editar", alertó la doctora Lipszyc.
"Esa cantidad enorme de fotocopias -prosiguió- equivale a una inmensa edición que no se realiza; donde no hay trabajo editorial; donde no cobra el autor; donde no hay control fiscal, donde no hay empleo para la gente de la industria editorial. Y tampoco se beneficia el fisco. Además, es una práctica que es ?pan para hoy y hambre para mañana?. Porque el alumno, cuando se recibe, no tiene en su biblioteca el instrumento básico que necesita para trabajar".
"En un taller mecánico están todas las herramientas; el alumno de Derecho, cuando se gradúa, no tiene libros; y los libros son como esas herramientas en el taller del mecánico", graficó la experta ante LA GACETA.
La abogada, docente universitaria y directora de posgrados en su especialidad en la Universidad de Buenos Aires (UBA) no sólo cuestiona el uso de la fotocopia desde una perspectiva económica, sino también desde un enfoque cultural. "Cada vez es más difícil, y más necesario, preservar los bienes culturales, para evitar que se diluya la identidad. Uno de los problemas de la fotocopia es que se diluye la identidad de la obra, porque terminan leyendo hojas sueltas, sin ningún contexto; sin una estructura cultural que contenga a ese lector".
-¿Hay proyectos en danza para erradicar el negocio de la fotocopia masiva?
- Hay muchos proyectos de ley, pero la industria editorial no ha querido legislar la copia privada, porque ha pensado que es una forma de legalizar la fotocopia.
-¿Qué es la copia privada?
- La copia privada es la copia personal que una persona saca de un ejemplar, por sus propios medios, para su uso personal.
-No es el caso de la fotocopiadora del Centro de Estudiantes...
Así es.
-¿Cómo se ordena esa situación en el resto del mundo?
- En Europa se establece cuál es la fotocopia permitida, y se cobra una remuneración equitativa por las fotocopias que se sacan. Pero no las paga el público, sino que las pagan los fabricantes e importadores de los aparatos de los insumos que se usan para sacar fotocopias. Por supuesto, con eso sólo se logra paliar la inmensa pérdida de dinero que significa la fotocopia para algunos sectores. Ese dinero va a los autores y a los editores en el caso de los libros, y a los productores de fonogramas en el caso de la música.
-¿Es adecuada la legislación argentina sobre derechos de autor?
- Es buena, es excelente; aunque es de 1933 y no ha tenido muchas reformas, ha permitido un gran desarrollo del derecho de autor en Argentina, que es una de las más desarrolladas sobre este tema en América latina. Necesita algunas actualizaciones, y una de ellas es la incorporación de algún régimen respecto de la copia personal.
- Cuando se les pide que estudien del libro, los jóvenes argumentan que las librerías "traen pocos ejemplares", que las ediciones están agotadas, o que no tienen dinero...
- ¿Cómo estudiamos nosotros? Había bibliotecas. Yo estudié en las bibliotecas, con libros propios y prestados. La fotocopia es un círculo vicioso que sólo genera perjuicios: al autor, a la industria, a la creatividad . Con este hábito, a la larga, el peor perjudicado es el público, porque se está enangostando el impulso creativo.
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