Uribe, un líder duro pero respetado

Uribe, un líder duro pero respetado

Es uno de los pocos gobernantes de derecha en Sudamérica. Esta semana, tras la incursión militar colombiana en territorio ecuatoriano, había quedado como el malo de la película. Pero su desempeño en la Cumbre del Grupo de Río le ha redituado un saldo positivo.

CONCEPTO. Según los colombianos, Uribe ejerce una dura oposición a los presidentes vecinos, como Chávez y Correa, a quienes les adjudican relaciones con las FARC. AFP CONCEPTO. Según los colombianos, Uribe ejerce una dura oposición a los presidentes vecinos, como Chávez y Correa, a quienes les adjudican relaciones con las FARC. AFP
09 Marzo 2008
Alvaro Uribe pasó esta semana de ser el malo de la película a un líder latinoamericano solvente en la consideración general. Su desempeño en la XX Cumbre del Grupo de Río, donde su gobierno alcanzó un sorpresivo logró con los de Ecuador, Venezuela y Nicaragua, fue elogiado por analistas y por medios de prensa.
Alejados de las frases elaboradas de la prensa, los bogotanos reiteraban ayer a la mañana su admiración al mandatario por su presentación en la cumbre, cuyo desarrollo total fue seguido el viernes en cuanto televisor de bar, restaurante o tienda hubiera como si se tratara de la final de un Mundial de fútbol.
Para los ciudadanos, Uribe sintetiza la resistencia a la guerrilla y una dura oposición con los mandatarios vecinos, a quienes los colombianos adjudican sin ambages relaciones con las FARC, en especial el venezolano Hugo Chávez y el ecuatoriano Rafael Correa.
Básicamente, la prensa destaca la estrategia desarrollada por Uribe en su discurso: comenzó anunciando que se sentía ofendido por tantas palabras altisonantes de Chávez y de Correa; difundió luego las cartas halladas en la computadora del guerrillero Raúl Reyes que incriminan al ecuatoriano y, sobre el final, bajó el tono y se mostró abierto a la conciliación, en coincidencia con similar actitud adoptada por Chávez.
Los especialistas políticos colombianos -del signo político que fueran- suelen describir a su presidente como el resultado de un fracaso.
Ciertamente, fue la figura que apareció luego de que las conversaciones de paz con las FARC iniciadas a principios de siglo por el entonces presidente Carlos Pastrana cayeron en un fracaso absoluto y le redituaron a la guerrilla un territorio de 42.000 kilómetros cuadrados que el mandatario había despejado de buena fe para favorecer un canje humanitario de prisioneros.
Así las cosas, Uribe se convirtió en el hombre destinado a enfrentar y -si fuera posible- exterminar a la insurgencia aún sin provenir de los tradicionales partidos Liberal o Conservador, y en verdad esa fue la tónica de su mandato. Se presentó en 2006 a la reelección, a la cual accedió fácilmente, siempre con el norte puesto en el combate franco a la guerrilla. Jamás intentó, pensó u ordenó a sus colaboradores la elaboración de una estrategia negociadora con las FARC.
De tal manera, el enfrentamiento con la guerrilla fue al mismo tiempo su sustento político. Los colombianos tienen bien claro que si hay un hombre capaz de enfrentar a la guerrilla, ese es Uribe. Pero el mandatario atraviesa su segundo y -por ahora- último mandato. Sus seguidores ya han comenzado a recolectar firmas para impulsar una reforma constitucional, hecho que Uribe deja hacer sin adelantar su disposición a aspirar a un nuevo mandato.
"La única vez que Uribe habló de su eventual reelección dijo que estaría dispuesto sólo si hubiera una hecatombe. Desde entonces, cada vez que sucede algo malo, todo el mundo se pregunta si el suceso puede catalogarse de tal", dijo un analista político a la agencia Télam, como para dejar en claro que, en su opinión, el operativo reelección del colombiano no es descabellado. Pero, a pesar de que mantiene niveles de aceptación popular extraordinarios -las encuestas dicen que tras el asesinato de Reyes llegaría a 90%- el presidente sabe que su combate con las FARC es su as en la manga y al mismo tiempo su espada de Damocles. "Si Uribe llega a una nueva reelección como garante de la continuidad del combate contra la guerrilla admite, al mismo tiempo, que en estos ocho años no pudo terminar con ella, y mientras tanto la presión internacional por forzar un canje humanitario que termine con (la ex candidata presidencial) Ingrid Betancourt en libertad es cada vez más fuerte", ilustró.

Endeblezas
"Las mayores críticas a Uribe y el gran Talón de Aquiles -por lo que también tiene una oposición muy crítica- es su manejo del problema paramilitar. Fue muy generoso en su oferta de negociación con los paramilitares y en cambio muy duro con las FARC", afirmó a LA GACETA la politóloga y periodista colombiana María Teresa Ronderos.
"Las críticas a Uribe vienen más por el lado de su débil manejo diplomático. No ha sabido dar las explicaciones a Ecuador y ha puesto a Colombia en un situación muy tensa con sus vecinos. Hoy que la crisis está pidiendo a gritos diplomacia de alto nivel y no es claro que el gobierno Uribe sepa responder bien", aseveró Ronderos.
Otro de los puntos débiles que se le atribuye a Uribe es el Plan Colombia, pese a que el mandatario lo heredó de la gestión anterior, la de Pastrana, que suscribió el acuerdo en 1999 con el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton.
El programa consiste en ayuda financiera a Colombia para luchar contra el narcotráfico y erradicar los cultivos de coca; pero, en verdad, se traduce en el financiamiento a fuerzas militares contra la guerrilla. Funcionarios norteamericanos ya han admitido su fracaso.

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