Apostar al compromiso

Punto de vista. Por Marta Geréz Ambertin - Doctora en Psicoanálisis.

02 Diciembre 2007
La última hoja del almanaque o de la agenda marca, inexorablemente, que algo ha terminado. Una etapa, simbólicamente estipulada, como cierre de un tiempo. Ante ese stop solemos aplicar la contabilidad de doble entrada: el debe y el haber, lo que quisimos y lo que finalmente obtuvimos. Pero ¿qué es  el debe y qué el haber en una vida humana?
Todo vacila con el tiempo: lo que ayer pusimos en la columna del haber puede mudar hoy a la del debe (el ansiado enlace devenido divorcio, por ejemplo). Y es que la vida de un sujeto siempre tiene tres columnas: lo que quiso ser, lo que creyó ser, y lo que finalmente es.
Esta contabilidad de triple entrada, este trabajo de construir o reconstruir nuestra vida –hacia atrás o hacia delante pues la construcción implica pasado y presente- no es algo de fin de año: debería ser algo de todo el año. Si nos pasamos la vida mirando hacia otro lado, haciendo el “yo no fui arquitecto de mi propio destino, nada tengo que ver con lo que me pasa”, el balance  será negativo.
Tampoco sirve pretender ignorar los quebrantos. Si perdimos a seres amados, esas pérdidas pasan a habitarnos, no podemos desecharlas. Es mejor incorporarlas como el necesario homenaje ofrecido a la memoria: de nuestros muertos, de nuestros viajeros, de nuestras enemistades (siempre amistades añoradas). Es así como podemos continuar.
De ahí que estos tiempos del año pongan sensibles a muchos ¿Por qué no? No habría que negarse a esa sensibilidad. El peligro es negar todo balance y correr a consumir chucherías que ahoguen el balance de triple columna. Es preciso saber que luego de engolosinarnos seguramente estaremos más tristes aún.
Apostar al compromiso responsable con nuestros deseos, negarse insistentemente a la tentación de fracasar, reclamar la injerencia en el destino colectivo de nuestro pueblo, permitirse la memoria inclaudicable de las pérdidas sufridas, será siempre el mejor final y aún mejor inicio de año. Por ahí no obtendremos “felices fiestas” sino acaso “realistas fiestas”, lo que será todo un logro.

Comentarios