La revisión de las cosas buenas y malas que han ocurrido durante el año que se va provoca no solamente que las personas miren hacia atrás sino también que se propongan proyectos a concretar en el tiempo simbólico que se inicia. Sin embargo, eso puede resultar difícil teniendo en cuenta que la mezcla de emociones y cansancio domina a los sujetos durante esta época del año y que todo se percibe con una sensibilidad especial.
La psicóloga Teresa Romero de Figueroa considera que esta emotividad es obvia. “Cómo no lo va a ser si las personas reviven aquello que ya pasó y, sobre todo, lo que quedó sin realizar. Eso puede provocar un sentimiento de pérdida y, a veces, hasta de impotencia y de rabia”, explicó.
Sin embargo, la especialista resaltó la necesidad de que, en el balance de fin de año, la persona se reconozca siempre como humana y de que no sea muy severa consigo misma. “Generalmente, los adultos tienden a repasar sus fracasos con una actitud muy crítica, que no les es favorable. No ocurre lo mismo con los jóvenes, cuyos análisis se van al otro extremo de tan permisivos”, señaló.
Romero de Figueroa indicó que, en vez de tomar esa postura, el individuo debe reconocer sus fuerzas, capacidades y seguridades. “Y más que nada, alumbrar su balance con la luz de la esperanza, que es la que en definitiva nos dará el empuje para formular los planes para el tiempo que viene”, manifestó.
Sin fantasías mágicas
Para quienes ya están pensando en sus objetivos de 2008, la psicóloga recomendó tener en cuenta las posibilidades reales de llevarlos a cabo. “Cuando no consideramos si esos proyectos efectivamente tienen asidero y después no los podemos realizar, es muy posible que lo percibamos como un fracaso personal. Así, sentiremos que vivimos fracasando cuando en realidad existían grandes dificultades o directamente una imposibilidad de hacer la cosa”, afirmó.
El psicoanalista Osvaldo Aiziczon también brindó algunos consejos para un buen planteo de los planes futuros. “No hay que forzar los proyectos con una exigencia formal. Estos se priorizan naturalmente salvo que conlleven conflictos que inviten a su postergación sostenida. Por otra parte, dada las características sociológicas argentinas, que suele oponerse al largo plazo o a la cultura del esfuerzo, los proyectos deben ser protegidos de fantasías mágicas de realización. Los sueños podrán ser bailados en la televisión, pero la realidad no trata los proyectos de la misma manera”, concluyó.