"Es el momento en que evaluamos si un año ha sido bueno y productivo, o malo"

El gato está cansado. Arrastra el blanco guardapolvo por las veredas del ignoto pueblo donde los de su especie hablan. Su bigote está crespo y su ánimo alicaído. Y cuando, casi sin fuerzas, consigue llegar a la última viñeta, Gaturro suspira: “¿por qué será que nuestras ganas de estudiar y trabajar se van de vacaciones un mes y medio antes que nosotros?”
A la pregunta del simpático personaje de Nik ya se la plantearon varios. Sobre todo en esta época del año, cuando el almanaque se muestra más flaco que nunca, los complejos vitamínicos se venden al por mayor y las ojeras trabajan horas extras. En un movimiento rápido, pero sigiloso, diciembre ha empezado a desfilar entre nosotros y eso, en vez de seducir, ha encrespado los mostachos y los maquillajes de más de uno.

Mezcla de emociones
Sucede que el último mes del año no sólo acarrea un calor de otro mundo y la colorida invasión de adornos rojos y verdes. Diciembre es, más bien, sinónimo de una complicada mezcla de emociones, en la que se combinan la nostalgia por el tiempo que se despide, la ansiedad por el que llega, el cansancio por las actividades realizadas y la prisa por concretar las pendientes.
“Generalmente, la apreciación de que el año tiene un inicio y un final provoca que se considere a diciembre como el tiempo límite en la prosecución de las actividades educativas, laborales y cotidianas, entre otras”, explica la psicoanalista Rosana Aldonate.
Esta inevitable conciencia del fin de una etapa trae apareada otra acción propia de la época: el balance del fin de año. “Es el momento en que evaluamos si un año ha sido bueno y productivo o malo e improductivo”, asevera la profesional.

Coherencia
“La necesidad de un repaso que tenemos todos responde a la demanda subjetiva de evaluar aciertos y errores. Ligado a una sincera autocrítica, el balance puede ayudar a la rectificación de algunos comportamientos y por eso, tiene importancia socio familiar. Sin embargo, la experiencia muestra que las promesas de cambio sustituyen mayoritariamente a lo que realmente se hace”, opina el psicoanalista Osvaldo Aiziczon.

- ¿Existen pasos que nos aseguren un buen balance?
- Todo balance es preparatorio para futuras acciones. Lo que se estima como buen balance se refiere a si está claramente ligado a la realidad posible, no sólo a los anhelos personales. En tal sentido, es creíble que tiene mayor posibilidad de éxito la persona que guarda coherencia entre lo que piensa, dice y hace. Alguien que distingue el creer del querer.

- ¿Cómo dejar atrás los malos momentos y seguir adelante?
- Los malos momentos son los efectos directos y diferidos de determinados acontecimientos. Se debe distinguir si somos portadores involuntarios de su conservación. Porque a veces, cuando creemos haberlos dejado, volvemos a encontrarlos adelante.

- ¿Cuál cree que es la mejor manera de plantear los asuntos pendientes?
- Los temas pendientes son expresión directa de lo dependientes que somos. La posibilidad de concluir con ellos es, luego de una reflexión no eterna, decidir. Esto ofrece un alivio marcado y ayuda a comprender que las demoras residen en creer que los problemas se solucionan cuando en realidad se superan.