Son muchos los que padecen el síndrome de la felicidad postergada

Son muchos los que padecen el síndrome de la felicidad postergada

Muchos postergan continuamente los momentos placenteros debido a que el tiempo solamente les alcanza para cumplir con las obligaciones. El movimiento "slow" gana adeptos en el mundo.

EL LIDER. El periodista Carl Honeré está al frente del movimiento ”slow”. ARCHIVO LA GACETA EL LIDER. El periodista Carl Honeré está al frente del movimiento ”slow”. ARCHIVO LA GACETA
14 Octubre 2007
“Chi va piano va sano e va lontano. Chi va forte va a la morte” (el que va despacio va sano y lejos. El que va fuerte va a la muerte). ¿Por qué tanto apuro? Aunque viejo, el proverbio italiano ya presentó en sociedad su versión moderna. La última propuesta para vivir mejor se llama slow (lento, en inglés) y está ganando adeptos en el mundo entero. Se trata de desacelerar y de resistir el vértigo.
La revolución del caracol -como se conoce al movimiento- apareció en Roma en 1986, para oponerse a la instalación de un Mc’Donalds. Por aquel entonces, la propuesta únicamente hacía referencia al derecho a recuperar el placer por los buenos platos.
A ritmo de tortuga, la tendencia se coló a otros aspectos de la vida y hoy se impone en las ciudades, en el sexo, en la medicina, en la educación, en la arquitectura, en los negocios y en las relaciones laborales. Todo despacio, muy despacio..
Actualmente el líder del movimiento es el canadiense Carl Honoré, un periodista cuarentón que sepultaba teclas para “The Guardian” y “The Economist”. Cuando un buen día se dio cuenta de que ya no vivía, sino que corría de un lugar para el otro, clavó el freno.

Enfermos de velocidad
Ahora, el hombre que huyó del vértigo advierte que uno de los males de vivir a un ritmo acelerado es el síndrome de la felicidad aplazada, que consiste en una profunda tristeza y angustia por tener que postergar continuamente los momentos gratificantes, debido a que el tiempo sólo alcanza para cumplir con las obligaciones. “No nos damos cuenta, pero estamos enfermos de la velocidad”, pregona Honoré.
Por estos lares, el movimiento también tiene representantes. Ya se sumaron pueblos como Mar de las Pampas, que buscó ser declarado slow para que lo único que corriera por sus calles fuera el viento.
¿Pero qué es lo que moviliza a este grupo tan diverso que suma cientos de miles de miembros en cada recoveco del mundo? El objetivo -según sus cultores- es generar una transformación. Eligieron vivir lento y mejor y quieren provocar una nueva corriente que enarbole esa filosofía. Basta de celulares. Basta de trabajadores con ataques cardíacos. Basta de cuentos infantiles para leer en dos minutos. Y basta de ir rápido hacia la parca.