Algunos escriben dramas para poder actuar y otros dicen que no pueden dirigir sin escribir

Guillermo Montilla Santillán y Pablo Gigena reflexionaron sobre sus propios procesos creativos y los motivos que los llevaron a cambiar de roles.

“SE NECESITA UN CADAVER’. Esta pieza fue reestrenada este año por Guillermo Montilla Santillán. LA GACETA “SE NECESITA UN CADAVER’. Esta pieza fue reestrenada este año por Guillermo Montilla Santillán. LA GACETA
19 Agosto 2007
“Asumo que la dramaturgia me permitió un lugar en el quehacer teatral con mayor celeridad que la dirección o que la actuación, aunque no me quejo de la suerte corrida en ninguno de los roles. No podría decir, hoy por hoy, si existe mayor comodidad en alguno de ellos y he tratado de separarlos lo mejor posible”, sostiene Guillermo Montilla Santillán, que reúne en su trabajo, precisamente, los roles mencionados.
Cuando se le pregunta sobre la escritura, responde: “esa pulsión estuvo siempre presente en mi vida, pero es cierto que la escritura teatral surgió a consecuencia de mi formación como actor, principalmente fomentada por la fiebre creativa”. “Se inició con el camino que de algún modo se hace presente en la historia: primero con la creación grupal, y luego, la escritura en solitario, que comienza a manifestarse como el modelo vigente. Pero también podría decir, sin faltar a la verdad, que escribí y todavía lo hago, porque quería actuar”, confiesa.
En cuanto a la dirección, indica que llegó a ella por el deseo de investigar otros campos dentro del teatro, por la inquietud del hacer. “Pero el deseo de actuar siempre ha sido superior a los otros”, dice.
Pablo Gigena escribió “Pasión y furia de un Cristo tucumano”, “Papel papel”, “Detrás del vidrio”, “De carne y trapo”, “Cañas de azero” y  “Sodiac & Selegna”, entre otras obras. “Desde niño siempre fui un adicto a la palabra escrita. Con Noé Andrade nos autodirigimos desde que formamos el grupo La Vorágine. Así que la actuación siempre estuvo implícitamente ligada en nosotros a la creación y a la dirección; desde hace por lo menos 15 años”, relata.
Luego comenta que ha recibido premios como dramaturgo, como director como actor; también en coreografía, y como bailarín. “En cuanto a roles, te diría que los tres me apasionan (dramaturgo, director, actor) y en los tres me ha ido bien. Lo gracioso es que ni en esos reconocimientos el límite es distinguible, porque la puesta transforma los textos y los textos condicionan las puestas, y creo que los jurados no saben, ni yo tampoco, hasta qué punto premiaron mis textos o nuestras puestas. Es decir, no podría ser dramaturgo sin ser director, y viceversa; y no podría tener ciertos conocimientos sobre el tema si no entendiera profundamente los mecanismos de la actuación: son inseparables; si no fuera por este trípode creativo, creo que un director, por lo menos yo, caminaría rengo”, reflexiona.  
Gigena comenta que un tiempo decidió no actuar más: “no me llamaba tanto, además, quería hacerme cargo como director, de la totalidad de las puestas (sonido, luces, dispositivos, proyecciones)- pero últimamente he vuelto a encontrarle el gusto”, afirmó.