Como les sucede a aquellos actores que un día deciden no recibir más órdenes sino impartirlas, los músicos también hacen a veces un camino similar.
Ese el caso de Roberto Buffo, actual director de la Orquesta Sinfónica de la UNT y de Gustavo Guersman, que dirige la Orquesta Juvenil de la UNT. Claro que, en ambos casos, no fue un capricho o una obsesión las que los llevaron a dejar sus instrumentos para tomar la batuta. Fue más bien una evolución natural.
“En realidad nunca dejé el piano. Sigo tocando cuando puedo, pero no niego que ahora tengo menos tiempo para estudiar. En realidad son muy pocos los directores que no han sido previamente instrumentistas. De hecho, los grandes directores de la historia han sido también grandes instrumentistas”, destacó Buffo. Claro que Buffo no se incluye en esos casos. “Me considero primero un pianista y después un director. No al revés”, dijo.
Sin embargo, señaló que la dirección orquestal lo atrajo desde la misma infancia. “Cuando crecí y comencé a estudiar dirección orquestal, me di cuenta de que no es una tarea sencilla. Es que un director tiene que recrear la partitura en su cabeza en silencio y luego convencer a los músicos para que la ejecuten en base a la concepción propia. Y eso no es para nada fácil”, agregó.
Eso sí, la tarea tiene aspectos obvios de liderazgo que la gente no ve en una función. “La dirección orquestal es una profesión muy solitaria e inclusive ingrata. Pero cada vez que uno se sube al podio todo lo demás pasa a un segundo plano. Sólo importa la música”, enfatizó Buffo.
El rol del liderazgo
Para Gustavo Guersman, en tanto, llegar a director de orquesta fue una evolución natural en su carrera musical. “Desde muy chico siempre tuve la posibilidad de ocupar el puesto de primer violín de distintos grupos y orquestas. Y eso es muy parecido al rol de liderazgo que conduce directamente a la dirección. Por supuesto que, además, fui preparándome paralelamente en algunos temas específicos de la gestualidad. Creo que estas realidades a veces lo eligen a uno y no al revés”, indicó.
Pero dirigir a un conjunto de músicos es una tarea que, según Guersman, exige cambios constantes. “Hay que tener buenos reflejos musicales y psicológicos. Y, además, es importante siempre estar atento a que se trabaja con algo intangible como el sonido y complejo como las personas”, declaró.
Y, para lograr el éxito, no sólo hace falta talento, sino también mucha preparación. “Es fundamental, diría, la capacidad de liderazgo, el carisma, el saber manejar la dinámica de un grupo y la planificación. La orquesta es un maravilloso lugar de desafíos que rondan diversas esferas de la música”, finalizó.