Los amantes virtuales son una tentación peligrosa para el que busca nuevas emociones en internet

Dos psicólogos coinciden en que no se considera infiel al que consigue una pareja en la web, pero que ese es el primer paso para el engaño real. Un juego que todos conocen.

UN ESPOSO TRAICIONADO. Una escena de “Infidelidad”, de Adrian Lyne, con Richard Gere y Diane Lane. El filme indaga en los deseos de una mujer. LA GACETA UN ESPOSO TRAICIONADO. Una escena de “Infidelidad”, de Adrian Lyne, con Richard Gere y Diane Lane. El filme indaga en los deseos de una mujer. LA GACETA
19 Agosto 2007
El reloj marca la hora de pasar a buscar a su amada. Sin embargo, ahí está él: clavado frente a la pantalla, los ojos pendientes de una única ventana con nombre de mujer. “Contame qué tenés puesto”, se atreve, y el teclado se calienta bajo sus dedos. La respuesta llega casi al mismo tiempo que un mensaje de texto preocupado: “¿qué pasa que no venís? Ya estoy lista”. Ocurre que, mientras su novia se vestía para salir a cenar, él trataba de desvestir a su amante virtual. Sin tiempo y algo frustrado, corta la conversación con una mentira: “me busca un amigo. Mañana a la misma hora”.
El anonimato, la tentación por reconstruirse a gusto y paladar, y la posibilidad de mostrarse sin inhibiciones han propiciado, en los últimos años, una inestimable cantidad de conquistas a través del chat o del correo electrónico. El problema parece surgir cuando, además de esa pareja virtual que lo seduce mediante letras y emoticones, el candidato en cuestión alimenta otro vínculo: uno real, con alguien que sí conoce  cara a cara.
¿Se considera infiel a aquel que, ya comprometido, juguetea con un tercero a través de un monitor? La psicóloga Marta Gerez Ambertin opina que no. “La palabra misma lo dice: se trata de una relación virtual y, por lo tanto, imaginaria e irreal. Incluso, muchos de los que sostienen noviazgos por el chat saben que sus parejas de internet están manteniendo conversaciones con otros en el mismo tono de enamoramiento que lo hacen con ellos. Y lo aceptan, porque lo toman como un juego cuyas reglas son tácitas y conocidas por todos”, explica.
La especialista señala que, así como algunas personas entienden a la aventura en la web como algo pasajero y sin peligros, otros se envuelven en ese amor.
“Deben saber que eso puede tener corta duración porque, además de virtual, el chat es incierto: uno nunca sabe con quién se está tratando y de quién se está enamorando presuntamente. Si hasta se han dado casos escandalosas en que los amantes por la web eran una madre y un hijo”, sostiene.
Para el psicólogo y escritor Luis Buero, mantener una pareja en la web no equivale a una falta de fidelidad, aunque sí a una falta de lealtad. “Se está alimentando un vínculo que, si bien es virtual, en algún momento puede convertirse en real en cuanto a lo físico”, explica.

Síntoma de insatisfacción
El experto señala que, cuando alguien busca una aventura en la red, está dando muestras de que su pareja real no la satisface en uno o varios aspectos. Entonces, en lugar de romper el vínculo, se lanza a explorar otro tipo de emociones que le inyecten un nuevo deseo. “Lo hace en el campo de la informática porque piensa que eso es más inocente o menos comprometido y, en realidad, es un indicio de que puede ser realmente infiel”, afirma.
Pese a esto, los engañados no deben maldecir a la tecnología por facilitar este tipo de deslealtades. “La infidelidad no aumenta porque mejore la ciencia sino porque hay una desvaloración excesiva del mandato de la pareja estable, un temor extremo a perder la individualidad y una prolongación de la irresponsabilidad y el egocentrismo adolescente”, sentencia.
“Además, las nuevas tecnologías propician la aventura con un tercero en la misma proporción que facilitan su descubrimiento”, añade el psicólogo. Claro: sólo que ahora, en vez de oler camisas y buscar rastros de lápiz labial, se leen mensajes de texto y se invaden cuentas de e-mail...