"Hay que aprovechar las múltiples oportunidades que la vida nos pone delante", sostiene el infiel. "Ojos que no ven, corazón que no siente", se consuela su pareja ante las sospechas que la atormentan. "Fue una amarga sorpresa enterarme de que me engañaba", llora la esposa que fue burlada en su confianza.
Por lo general, los hombres siempre fueron los que se entregaron con mezcla de entusiasmo y de culpa a la infidelidad. Dos mujeres que pasaron por la triste experiencia se la relataron a LA GACETA, haciendo reserva de sus apellidos. Ambas coincidieron en que sus respectivos maridos las trataron siempre con gran cortesía y muestras de afecto. La historia más sorprendente es la de un hombre que mantuvo relaciones clandestinas con alrededor de 30 mujeres durante varias décadas y guardó una caja con cientos de cartas.
Una pareja perfecta
"Nos conocimos muy jóvenes. Yo tenía 21 años y él 24, y siempre nos apoyamos mucho en nuestras carreras. Teníamos mucha confianza el uno en el otro. Siempre hubo entre nosotros constantes manifestaciones de afecto. Teníamos una imagen de una pareja ideal", afirmó Marta, una profesional de 57 años. Su marido ocupó cargos importantes y permanecía ausente del hogar durante mucho tiempo.
Hace siete años (cuando llevaban 29 de casados), ella comenzó a notar cosas raras. "Ya era el tiempo de los celulares. Resultaba más fácil percatarse de las llamadas que recibía. Después comprobé otros hechos, como un domingo que me dijo que iba al aeropuerto a esperar a un supervisor, pero ese día no había aviones", contó Marta. Entonces contrató a un investigador y descubrió que su marido la engañaba con una moza de un bar, de 26 años. El se defendió diciendo que era una relación de hacía pocos meses y que se sentía un poco abandonado porque creía que su matrimonio estaba en un punto muerto.
El cuerpo del delito
"A los pocos meses inició otra relación con una mujer 20 años menor que él. Le dije que estaba viviendo una fantasía y que debía recapacitar -explicó-. Entonces intentamos nuevamente recomponer nuestra relación. Todo marchaba muy bien, hasta que hace tres semanas, en una mudanza, encontré una caja llena de cartas".
Con lágrimas en los ojos, Marta exhibió una decena de sobres grandes de papel madera conteniendo cientos de cartas de 22 mujeres distintas, pero ella calcula que fueron alrededor de 30 porque hay cartas anónimas. "Muchas le escribieron durante diez años o más. Una le escribía desde Cuba (donde estuvieron de vacaciones), otra desde Colombia, y hay otras dos que viven en provincias vecinas. Además de las cartas firmadas, hay muchas más que son anónimas -precisó-. Todas usan un lenguaje muy apasionado".
Uno de los sobres que exhibió la mujer contiene cartas de su mejor amiga. Demuestran que su marido mantenía con ella una relación que data de 1991. "Con ella éramos como hermanas", recordó.
"Estamos viviendo una época donde los lazos del matrimonio están muy desdibujados -reflexionó-. Es un periodo en el que tanto los hombres como las mujeres vivimos tentaciones a diario. Muchas mujeres usan sus relaciones extramatrimoniales en el ámbito laboral para ascender. Lo veo con mucha frecuencia".
Marta considera que un matrimonio debería renovar su compromiso y reafirmar su eleciión todos los días. "Uno elige a la otra persona con sus defectos y virtudes. Si no, está la alternativa de ser honesto; confesar que se ha encontrado un nuevo amor y que se necesita salir de la actual relación", manifestó.
Ahora Marta se propone vivir los años que le quedan de una manera distinta. "Lo mejor de mi matrimonio son mis hijos. Uno debe ser positivo. No está en mi ánimo vengarme ni usar todas estas pruebas para dañar a terceros -aseguró-. Prefiero pensar que lo de mi esposo es una enfermedad. El hecho de haber dejado todas esas cartas sin destruir revela que en el fondo tenía el propósito de blanquear la situación".
Mientras tanto, el marido infiel mantiene una actitud conciliadora, porque no quiere divorciarse. Aduce, según su mujer: "Yo siempre he vuelto, yo siempre te he querido".
Todo un caballero
El segundo caso es el de otra profesional que se enamoró a los 28 años (en 1992) de un político y agricultor catamarqueño al que veía como muy correcto y cortés. "Me abría la puerta del auto y me trataba como una dama. Nuestra relación fue breve, pero la retomamos ocho años después. De ella nació mi hija, que es lo más hermoso que me pasó en la vida", resumió Cecilia. Cuando estaba embarazada, ella se enteró de que su pareja ya tenía otro hijo con una chica de su pueblo y de que -en esos días- una de sus empleadas también esperaba un hijo suyo.
"Casi nace junto con la mía. Me enteré de que tiene tres hijos con mujeres distintas por lo menos. Descubrí que es una persona perversa -dijo-. Me equivoqué con él, porque cuando una está enamorada idealiza a la otra persona. Es un dolor muy grande. Me he sentido estafada; burlada".