13 Agosto 2007 Seguir en 
BUENOS AIRES.- El enigmático empresario venezolano, que también tiene pasaporte estadounidense, Guido Alejandro Antonini Wilson, vive en Ocean Club (Miami), un coqueto conglomerado de edificios lujosos y muy caros.
Miami, según un informe que publicó “Clarín”, tiene una larga historia como refugio latinoamericano en los Estados Unidos. En el último medio siglo hubo grandes flujos migratorios de cubanos, de colombianos y de argentinos, una mezcla heterogénea de desesperados que llegaban con una mano delante y otra atrás, y de millonarios en busca de un resguardo seguro para invertir sus dólares.
La última oleada inmigratoria, en pleno apogeo, es la venezolana. Según cálculos extraoficiales, cerca de 100.000 prósperos profesionales, empresarios y antiguos funcionarios gubernamentales desplazados por la nueva burocracia chavista, desembarcó en esas playas en lo que va del siglo.
En el Ocean Club, un despampanante complejo de edificios con piscinas, gimnasios, spa, canchas de tenis y de golf, el empresario Antonini Wilson compró en 2002 un departamento por U$S 606.300 que hoy ya tiene una valuación de mercado superior a un millón de dólares.
Comparte la vista al mar desde el tercer piso con su esposa, Jacqueline Regnault. Abajo, en el garaje, esperan sus dos Porsche y un todoterreno Hummer. (Especial)
Miami, según un informe que publicó “Clarín”, tiene una larga historia como refugio latinoamericano en los Estados Unidos. En el último medio siglo hubo grandes flujos migratorios de cubanos, de colombianos y de argentinos, una mezcla heterogénea de desesperados que llegaban con una mano delante y otra atrás, y de millonarios en busca de un resguardo seguro para invertir sus dólares.
La última oleada inmigratoria, en pleno apogeo, es la venezolana. Según cálculos extraoficiales, cerca de 100.000 prósperos profesionales, empresarios y antiguos funcionarios gubernamentales desplazados por la nueva burocracia chavista, desembarcó en esas playas en lo que va del siglo.
En el Ocean Club, un despampanante complejo de edificios con piscinas, gimnasios, spa, canchas de tenis y de golf, el empresario Antonini Wilson compró en 2002 un departamento por U$S 606.300 que hoy ya tiene una valuación de mercado superior a un millón de dólares.
Comparte la vista al mar desde el tercer piso con su esposa, Jacqueline Regnault. Abajo, en el garaje, esperan sus dos Porsche y un todoterreno Hummer. (Especial)
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