Si la nueva Constitución provincial dispuso el régimen electoral conocido como "acople" -invención del peronismo para reemplazar la Ley de Lemas-, una pregunta que cabe es: ¿para qué necesita, entonces, conformar un frente el oficialismo? O bien, si va a haber una lista de "acoplados", ¿con quién y para qué realizará la alianza electoral para el 26 de agosto? Frente a estos interrogantes se puede afirmar que la convocatoria del Poder Ejecutivo para sumar partidos al proyecto de la reelección de José Alperovich conlleva dificultades para todos los socios políticos oficialistas; tanto para el Gobierno como para los acompañantes internos (los que se incorporen a la coalición) y los externos (los que se acoplen). Esos inconvenientes tienen que ver con los intereses electorales de unos y de otros, porque en algún momento chocarán entre sí, y repercutirán.
¿Por qué? Veamos: el inciso 12 del artículo 43 de la Constitución (capítulo "Bases del régimen electoral") establece que los partidos políticos, frentes o alianzas podrán celebrar acuerdos para apoyar a un único candidato a gobernador y vicegobernador y/o intendente de un partido político, frente o alianza. Se advierte que una dificultad que surge es para el alperovichismo, ya que varios partidos con intereses enfrentados al PJ resolverán acoplarse (apoyarán al mismo candidato a gobernador, pero llevarán lista propia de legisladores y concejales) y, en ese caso ¿a qué lista bendecirá el gobernador? ¿a la de los peronistas que le juraron fidelidad en el PJ, jugándose por él en la interna contra Fernando Juri, o a la de los socios externos que le prometen fidelidad futura? Todo un dilema para el mandatario, cuya intención en parte se develará con los afiches proselitistas. De cualquier manera, sea con quien sea la foto, habrá celos de uno o de otro lado, circunstancia que puede jugarle una mala pasada en los comicios de agosto, por lo que deberá sopesar fríamente qué es lo que más le conviene electoralmente.
También afecta a los socios
El drama también alcanza a los dirigentes de los partidos que quieran acompañar a Alperovich en agosto, según la forma en que se sumen al proyecto oficialista: si a través del frente o del acople. Si aceptan incorporarse a la alianza, lo más seguro es que los nombres de los principales referentes de estos partidos aparezcan en la boleta en lugares poco expectantes. En cambio, si se acoplan, todo el esfuerzo que hagan será en exclusivo beneficio de Alperovich -le aportarán votos a su candidatura-, pero tendrán que pelear palmo a palmo con la boleta oficialista para alcanzar una concejalía, una intendencia o una banca legislativa. Es decir, se enfrentarán con los peronistas en cada territorio o circuito y contra toda la estructura del justicialismo que se apoya en el Estado; una maquinaria que volvió a aceitarse en las últimas elecciones. Una u otra opción (acople o frente) tienen contraindicaciones para los socios del alperovichismo, pero sólo ventajas en cuanto al aporte de sufragios para la reelección del mandatario.
Hoy la ventaja es para Alperovich. Para él sumarán los aliancistas y los acoplados, ya que unos deberán recoger las migajas que les arroje el poder, y otros deberán hacer el gasto peleándose entre sí para sonreír el 26 de agosto. Es más, esta disputa es fogoneada desde el Ejecutivo, que pretende que no haya disputas por comunas e intendencias en la futura interna por las precandidaturas en el PJ, sino que promueve que los afiliados o los socios circunstanciales se presenten con boletas propias en municipios y delegaciones rurales acoplándose a la fórmula de gobernador y del vice en agosto. Sería una suerte de Ley de Lemas encubierta, donde los sublemas serían los partidos municipales y comunales, que hoy se han multiplicado por doquier (podrían participar 151 partidos en la elección general). Pero, como vemos, el sistema viene con algunos riesgos para los protagonistas.