Santiago de Chile.- "Decídete, porque nosotros ya lo estamos. Si no lo haces, vamos a ir solos con la Marina, y el Ejército se va a quedar fuera", le advirtió el general de la Fuerza Aérea de Chile, Gustavo Leigh, al general Augusto Pinochet, instándolo a sumarse al golpe militar que terminó con el gobierno del presidente Salvador Allende, el 11 de setiembre de 1973. Así, aunque siempre lo negó, Pinochet fue el último de los jefes castrenses en embarcarse en la aventura golpista que también acabó con la vida de Allende, según relatan algunas publicaciones de la época. Pinochet, que una vez aseveró que Dios lo había puesto en el poder, parecía tener dudas de participar en la revuelta para derribar al presidente democráticamente electo, pero se decidió y firmó una carta elaborada por el que hasta el golpe era el segundo hombre de la Armada, el almirante José Toribio Merino. "Decídanse por el bien de la patria, y si están conformes, firmen", decía la perentoria nota que le envió el marino. Corría el 9 de septiembre de 1973, y el embarque a última hora de Pinochet en el golpe castrense se materializó en su casa en Santiago, aprovechando la celebración del cumpleaños de uno de sus cinco hijos. Confió en que así no despertaría posibles sospechas de los aparatos de seguridad del gobierno de Allende, agregan medios periodísticos de entonces.
Antes que él, murieron el general Leigh, el general César Mendoza de Carabineros y el almirante Merino. "Me iré al cielo", le respondió Pinochet, en 1995 a una periodista que le consultó adónde partiría tras su muerte.
Preguntado si quería morir con las botas puestas, pidió: "quiero que me vistan con uniforme de combate y así me entierren". Sin embargo, sus familiares dijeron recientemente que Pinochet había solicitado que su cadáver fuera cremado, a fin de evitar que la tumba en la que se depositaran sus restos fuera profanada por opositores a la dictadura. El 11 de marzo de 1981 asumió como presidente constitucional, tras un plebiscito al que convocó para que los chilenos aprobaran una Constitución redactada por el régimen. (DPA)
La sangrienta dictadura dejó 3.000 muertos y desaparecidos
SANTIAGO.- La dictadura que encabezó Augusto Pinochet, en Chile, entre 1973 y 1990, dejó más de 3.000 muertos y desaparecidos, además de otros miles que sufrieron torturas y prisión. Los mayores antecedentes sobre lo que significó la represión fueron recopilados por dos grupos de trabajo. La Comisión de Verdad y Reconciliación -más conocida como Comisión Rettig- reunió los testimonios y documentos sobre los muertos y desaparecidos. Ese informe fue complementado por el de la Comisión sobre Prisión Política y Tortura -más conocida como Comisión Valech-, que difundió los relatos de víctimas y los métodos que utilizaron los militares y policías. La Comisión Rettig consignó 2.279 muertos y desaparecidos, pero un tercer grupo de trabajo, la Comisión de Reparación y Justicia, agregó una nueva lista de 899 crímenes, que elevó la cifra de víctimas a 3.197. (AFP)
La Policía reprimió a grupos de militantes antipinochetistas
Santiago de Chile.- Unas dos mil personas que festejaban la muerte del ex dictador Augusto Pinochet frente a La Moneda, la sede del gobierno de Chile, fueron reprimidos por la policía local con gases lacrimógenos.
Al menos tres carros hidrantes, uno lanzagases, utilizaron los efectivos de la policía antimotines para reprimir a los manifestantes, por lo que las autoridades decidieron cerrar las puertas del palacio de gobierno. Los manifestantes se habían congregado en ese lugar con banderas chilenas, del partido comunista y otras fuerzas políticas de izquierda, además de retratos de detenidos-desaparecidos. Algunos funcionarios del Gobierno pidieron calma en las expresiones derivadas de la muerte de Pinochet. Felipe Harboe, subsecretario de Interior, sostuvo que un contingente importante de Carabineros trató de evitar que se produjeran desmanes". (Télam)