Lo más profundo de la cultura andina se puso de manifiesto ayer en las diferentes ceremonias de homenaje a la Pachamama.
En San Miguel de Tucumán, las raíces indígenas se fusionaron con el cemento de la ciudad. A pocas cuadras del centro, en el parque 9 de Julio, unas 200 personas, entre las que había turistas, estudiantes, habitantes de los Valles y vecinos de la ciudad, le rindieron tributo a la Madre Tierra. Al pie de la apacheta, que simboliza el vientre de la tierra, y con el ritmo profundo de las cajas como fondo, todos coincidieron en pedirle a la Pachamama paz para el mundo y fertilidad para nuestro suelo.
A más de 100 kilómetros de distancia, en una zona de frondosa vegetación, en las márgenes del río Tipas, copleras de la zona de San Pedro de Colalao y aledaños hicieron su ritual. Eligieron como escenario el predio donde está el petroglifo conocido como Piedra Pintada, a 9 kilómetros de la villa de San Pedro. Existen diferentes interpretaciones acerca de los petroglifos de la Piedra Pintada, aunque no se conocen sus significados reales. Aparentemente, las figuras están relacionadas con cultos a la fertilidad. Por ello, se consideró un buen lugar para honrar a la Madre Tierra, símbolo de la fecundidad.
El himno en quechuaEn el parque, rodeada por alumnos de escuelas primarias del Gran San Miguel de Tucumán, la encargada de realizar la ceremonia fue la coplera Kika Avalos, de Amaicha del Valle. Unos minutos antes, la mujer había entonado el Himno nacional argentino en quechua.
Frente a la Casa de la Cultura había una apacheta (montículo de piedras) adornada con flores y con la bandera del Tahuantinsuyo. Allí se había cavado el pozo en el que se iban a depositar las ofrendas. Como si las melodías la llamaran, una multitud comenzó a agolparse en la zona. En el escenario que se encontraba a pocos metros de allí, Justino Méndez desgranaba las notas de temas andinos con su violín.
Los alumnos de la escuela Alfredo Guzmán, de Cevil Pozo, llegaron vestidos como copleros. Los niños integran un conjunto que se llama "Los copleros del llano", y aseguraron que todos los años le rinden tributo a la Pachamama en el fondo de la escuela. "Yo siempre creí en la Madre Tierra, pero es la primera vez que veo la ceremonia en persona", aseguró Camila Nassif, alumna de quinto grado del Colegio del Huerto.
Arrodillada junto a Juan Carlos Yapura, de la comunidad indígena de Tafí del Valle, con quien presidió la ceremonia, Avalos dijo, entre lágrimas: "yo te amo Madre Tierra. Que la gente pare esas guerras; vos no necesitás que nadie sangre. Yo te amo Madre Tierra".
Ofrendas en coplas"Pachamama, santa Tierra, para que la suerte no se pierda"; "campo verde, gaucho alegre", "cuando mi raza murió, el agua se congeló; ¡ay!, qué dolor", "yo te ofrezco en este día mi corazón, mi trabajo y toda la alegría", decían algunas de las copleras que, en ronda alrededor de la apacheta, hicieron su ofrenda a manera de coplas en la ceremonia realizada en San Pedro de Colalao.
Después de los cantos, siguieron las ofrendas de harina, galletas, vino y licores, hojas de coca y cigarrillos. Siguieron las zambas, chacareras y bailecitos en las guitarras y en las voces de Antonio Albarracín, Andrés Chávez y Salvador Chaile. También cantó la pequeña Silvina Rosa.
Cantaron los copleros Clara Flores, Elena Erazo, Antonia Armella, Marta Ibarbá, Elba Pistán, Antonia Páez, Carmen Pachao, Isaac Condorí y Salomé Condorí. Ellos integran la agrupación "Voces de la Tierra", que preside Ramón Guanca, que fue la entidad organizadora del homenaje, con apoyo del programa Puedes, de la UNT.
ANTE LA APACHETA
LAS OFRENDAS fueron hojas de coca, azúcar, vino, nueces, frutas, verduras, hierbas medicinales y cigarrillos. En el caso de San Pedro de Colalao, se le ofreció también un buen trozo de asado.
CUANDO KIKA AVALOS se levantó del suelo, quienes presenciaban la ceremonia comenzaron a lanzar lentamente las ofrendas que habían llevado al parque. Todos tenían algo, desde una fruta hasta cigarrillos. "Es importante traer algo tan tradicional a la ciudad. Ojalá que los chicos aprendan a agradecerle a la Madre Tierra y que no se olviden de que ella nos da todo", concluyó Plácido Ríos, cacique de la comunidad indígena de El Mollar.
"ES MUY EMOCIONANTE ver algo así. Nunca había podido presenciar un ritual como este y no me lo quería perder. No sé si creo o no en la Pachamama, pero forma parte de una cultura ancestral que hay que respetar", afirmó Leonardo Pouysegú, un turista de la provincia de Buenos Aires.
LA UNION DE LOS PUEBLOS ANDINOS no pudo estar representada por la bandera, en San Pedro de Colalao. La agrupación de copleras no llegó a terminarla. Sin embargo, con cintas de distintos colores, que los concurrentes sostenían formando una ronda, se simbolizó que la Pachamama es una deidad de la región. Después se bailó zambas y chacareras.
LA MAYOR PARTE DE quienes participaron del ritual en el parque ( de Julio eran habitantes de la capital. "Mi abuela jujeña siempre me dijo que la Madre Tierra es muy milagrosa. Este año le vengo a pedir algunas cosas personales; el año que viene quiero poder agradecerle", aseguró Vanesa Ansonnaud.
JUNTO A LA PIEDRA PINTADA se homenajeó a la Pachamama por primera vez, pero es intención de la agrupación de copleros es repetir el ritual el próximo año. El sitio será protegido. Este se encuentra en terrenos de Juan Almonacid, que donó una parcela.