Oxígeno, combustible y una fuente de calor. Aunque sea en mínimas cantidades, sólo bastan estos componentes para generar el incendio más voraz. Extinguirlo y minimizar las consecuencias es, en cambio, una tarea atroz. No sólo se necesitan bomberos y miles de litros de agua, sino también el funcionamiento de medios de seguridad obligatorios en edificios y en obras que albergan a un gran número de personas.
Los incendios en construcciones en altura representan un porcentaje reducido dentro del total de siniestros, pero de los 700 edificios que hay en la capital, pocos cumplen con las normas.
La situación se complica si se suma que la urbanización capitalina crece de un modo abrupto y desprolijo. Por ejemplo, no se respetan las bocas de incendios (sólo funciona el 60%) ni se facilita el acceso de una autobomba al lugar del accidente, debido al exceso de carteles y de cables aéreos. Además, Bomberos de la Provincia no da abasto: cuenta con ocho hombres (hubo muchas bajas en los últimos años), tres autobombas, dos vehículos livianos y una escalera de 23 metros, que llega hasta un sexto piso.
Apagar un incendio se transforma, entonces, en una desesperada movilización social, cuyos responsables intentan tomar medidas cuando ya es tarde. La tragedia de Cromagnon, motivo por el que la venta de matafuegos aumentó entre un 50% y un 70% el año pasado, es el antecedente clave que endureció la aplicación de la ley, según aseguran los profesionales vinculados al tema, que fueron consultados por LA GACETA. No obstante, la imprudencia persiste. El incendio del hotel de San Nicolás, en el que murieron tres tucumanos, a mediados de enero, lo certifica.
Contra la leyEn 2005, se registraron 465 incendios (el doble en relación con 2004). En lo que va de 2006, Bomberos de la Provincia asistió en 200 incendios (un promedio de tres por día) con la ayuda de las dotaciones voluntarias (Aguilares, Alberdi, Concepción, Monteros, Lules, Alderetes, San Miguel, Tafí Viejo y Florida). “El número de siniestros crece junto con el aumento de la población y con el crecimiento de la ciudad. Contamos con los medios para afrontar un incendio, pero nos falta gente capacitada”, advirtió el comisario Raúl Daniel Lobo, jefe de Bomberos de la Provincia.
Sin embargo, transgredir la ley es el obstáculo mayor. “Los bomberos no deberían ir nunca a un edificio que se está incendiando, porque si fue habilitado, significa que todo funciona para que el fuego se extinga solo”, indicó el director de Defensa Civil de la Municipalidad capitalina, Gregorio Angel Alvarez, responsable de la reglamentación contra incendios en edificios.
“Una torre es supervisada, en este aspecto, cuando empieza a funcionar. Después es difícil ingresar en cada uno de los departamentos para constatar que todo funcione. Ya tienen propietarios y son muchos frente a los 20 inspectores que hacen el trabajo. Sólo hacen una supervisión general del edificio”, explicó Alvarez. “Es común que los constructores, al momento de la habilitación, pongan a la vista todos los elementos exigidos y luego los cambien a otro edificio”, dijo.
“Del mismo modo -agregó-, luego de habilitado el edificio, algunos constructores agregan un piso más. Esto sucedió en 2005, en Lamadrid al 200”. El funcionario alertó: “quienes viven en el edificio deberían ser más conscientes y verificar que todo esté en orden. Es su casa y los perjudicados son ellos”.
La Dirección de Catastro de la ciudad autorizó entre marzo y noviembre de 2005 la construcción de uno 80 edificios. “La tendencia es levantar hasta siete pisos (a lo que se agrega la planta baja). Los constructores aprovechan al máximo las normativas de seguridad y el espacio. No obstante, hay edificios que superan los 15 pisos”, comentó Eduardo Cárdenas, titular de Catastro.
LA NORMATIVA
• REFACCIONES: la norma plantea que las edificaciones de antes de 1993 deberán refaccionarse en la medida de sus posibilidades edilicias, por lo que un gran número de edificios no la respetan.
• EVACUACION: debe haber una puerta que separe la escalera del área de los departamentos. Al cerrarse esa puerta, se forma un tubo único de evacuación al que no entra el humo. Las paredes deben ser de hormigón o con revestimientos no inflamables. Según Defensa Civil, la medida se cumple en algunos de los nuevos edificios; los antiguos no la tienen y no pueden incluirla por cuestiones edilicias. Si el edificio supera los seis pisos, la caja de escalera debe tener una doble puerta que forma una antecámara. Esta medida, dijo Defensa Civil, sólo se cumple en uno o dos edificios de la ciudad.
• MATAFUEGOS: un piso superior a los 200 m2 debe contar dos matafuegos de cinco kg, que hay que cargar una vez por año. Después del quinto piso debe haber un sistema estable contra incendios con más cañerías conectadas a las bocas de incendio.
• mangueras: debe haber dos por piso. Si no fueron usadas, deben ser revisadas cada cuatro años y cambiadas cada diez.
• ELECTRICIDAD: cada departamento debe contar con disyuntor diferencial para que, en caso de incendio por falla eléctrica, el suministro de energía se corte automáticamente.
• CABLES: sólo antillamas.
• LUCES: ascensores, escaleras y pasillos deben tener luces de emergencia (con autonomía mínima de 30 minutos) y carteles indicadores.