INVERSIÓN. Argentina pagará U$S 301 millones en cuotas por 24 aviones
La llegada de los primeros seis aviones de combate F-16 a Argentina marca un punto de inflexión en la reconfiguración estratégica de la defensa nacional y regional. Esta incorporación, proveniente de Dinamarca, no solo significa una modernización largamente esperada para la Fuerza Aérea Argentina (FAA), sino que también abre un nuevo capítulo en la geopolítica sudamericana.
La adquisición de estas aeronaves reconfigura la percepción estratégica de Argentina en el continente. Hasta el momento, solo Chile y Venezuela operaban el modelo F-16 en la región. Su presencia en cielos argentinos iguala la balanza tecnológica en ciertos aspectos y posiciona al país para nuevas alianzas y ejercicios bilaterales. La plataforma F-16 es un estándar global, lo que facilita el sostenimiento a largo plazo gracias a un amplio ecosistema de repuestos, mantenimiento y entrenamiento a nivel mundial, una ventaja crucial para países con presupuestos militares acotados.
La transferencia de aviones de combate es un acto con profundas implicancias políticas y diplomáticas. La compra se realizó en cooperación con Estados Unidos, que autorizó la transferencia de las aeronaves de producción estadounidense y otorgó U$S 40 millones en Financiamiento Militar Extranjero. Este subsidio subraya el fortalecimiento de los vínculos con los países proveedores y aliados, sentando las bases para una mayor cooperación técnica y entrenamiento conjunto, como el que ya se evidencia con la presencia de pilotos daneses en el traslado.
CRÍTICAS. Para sectores de la oposición, la llegada de los F-16 es “inútil”
Este ambicioso proyecto es calificado por voces en las Fuerzas Armadas como la mayor inversión en equipamiento militar después de la Guerra de Malvinas, reflejando una clara definición política sobre el rol de la defensa en un contexto de crecientes necesidades de modernización.
Inversión total
La inversión total por la compra de los 24 aviones operativos F-16 a Dinamarca, más una unidad para entrenamiento, asciende a U$S 301 millones, a pagar en cinco cuotas anuales sin intereses. Sin embargo, el costo total del sistema asciende a U$S 650 millones de dólares, una cifra millonaria que incluye gastos cruciales más allá de las aeronaves en sí.
Un componente significativo de la inversión son los millones destinados a obras de infraestructura entre 2024 y 2027. Este presupuesto se volcará a adecuar el Área Material Río Cuarto y la VI Brigada Aérea de Tandil, incluyendo la construcción y modernización de pistas, hangares, depósitos y centros de instrucción.
La funcionalidad plena de la flota dependerá de sostener contratos de soporte logístico, capacitar rigurosamente a pilotos y mecánicos, y asegurar el financiamiento estable para cubrir el ciclo de vida completo del sistema.
El primer lote de seis aeronaves, que representa el 25% del total, llegó al Área Militar Río Cuarto con misiles de autodefensa de corto alcance (de color naranja) utilizados para ejercicios y traslados. El armamento de guerra gestionado con Estados Unidos, que incluirá misiles de corto, mediano y largo alcance y bombas guiadas, comenzará a llegar recién a mediados de 2026.
El detalle del armamento está resguardado por un riguroso secreto militar, lo que implica protocolos de seguridad estrictos en las bases de despliegue. Esta cautela se extiende a todo el “sistema de armas”, una concepción que abarca no solo el armamento de los cazas, sino también otros medios esenciales como los aviones Hércules C-130 y los radares.
En relación a la llegada de las aeronaves, el ex jefe del Ejército durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, César Milani, aseguró que “los F-16 son inútiles para nuestra principal hipótesis de conflicto” y no alcanzan para cambiar “la correlación estratégica”. Además, subrayó que la infraestructura de mantenimiento y los sistemas logísticos de la Fuerza Aérea argentina se encuentran muy por debajo de los estándares de la OTAN, lo que limita aún más la operatividad de estos cazas.









