“París era una fiesta”, hace 77 años

“París era una fiesta”, hace 77 años
Hace 7 Hs

Carlos Duguech

Analista internacional

El próximo miércoles 10 se cumplirá un nuevo aniversario de aquella trascendental “Declaración Universal de Derechos Humanos” proclamada por la entonces muy joven Naciones Unidas cuya Asamblea General se constituyó en la capital francesa en diciembre de 1948 a esos efectos.

Nacida la ONU en 1945, mientras aún sonaban en suelo europeo y en los territorios del imperio japonés los ruidos de la guerra y los ayes solitarios de los moribundos, centró sus preocupaciones y trabajo consecuente en generar un sistema que tuviere en el núcleo la honda preocupación por los derechos de las personas, de los seres humanos. Esos que desde los albores de la Segunda Guerra Mundial (IIGM) le dieron letra de sangre y fuego al conmovedor “prólogo” de la Carta de las Naciones Unidas que vio la luz el 26 de junio de 1945 en San Francisco (EE.UU.) como corolario de la “Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional”. Ya en el acápite, con tono ceremonioso y grave. la Carta abre el portal para decir al mundo “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos indecibles…” Cierran con unas líneas de peso: “han convenido (“nuestros respectivos gobiernos”) en la presente Carta de las Naciones Unidas y por este acto establecen una organización internacional que se denominará las Naciones Unidas”.

Luces y muchas sombras

Hace unos días la ONU cumplió sus 80 años. Años de luz, muchas sombras. Largos años de oscuridades. Apenas encender un fósforo y a su luz constatar tragedias del terrorismo donde quiera se hallen los unos con los otros. Y con esa misma tenue luz constatar los innumerables portales de las violencias guerreras de unos y otros. Casi como que no resulte necesario otro recurso que apagar el fósforo o abandonarlo para consumirse.

No dejaremos de saber, sin embargo, que en esas oscuridades de la realidad las decisiones humanas, -sí, la de las personas de carne y hueso y de poder casi omnímodo- completarán los rubros de una macabra planilla de cálculos Excel. Personas muertas, heridas, amputadas, hambrientas, abandonadas, de mentes alteradas sin remedio. Personas denigradas. Personas “cero”, las que no calzan en “Excel”. “No están”. (Las muy difundidas y autoritarias definiciones del General Videla –dieron la vuelta al mundo- en una conferencia de prensa del 10/11/1979, cuando respondía al periodista José Ignacio López sobre personas detenidas sin proceso y las desaparecidas). ”No están”. Vaya sesuda definición.

”Paternalismo”

En términos de inventarios de posguerra París no era una fiesta, (no la de Ernest Hemingway) pero ya empezaban a encenderse algunos cirios celebratorios de la posguerra activa. Europa venía de ser un campo de desolación se reconstruía y recuperaba gracias al Plan Marshall ideado un año antes en EE.UU. No es pecaminoso suponer que el “paternalismo” que venía ejerciendo Washington por aquella contribución activa para la reconstrucción europea retroalimentaba la soberbia y la potencialidad de la que suelen hacer gala los presidentes de EE.UU. Y en el caso presente, Trump, plasmando como una realidad incontrovertible por la peculiar personalidad de la que hace gala sin esfuerzos, como dueño y señor de todo acto o palabra.

Lo “universal”

No en vano la declaración Universal de Derechos Humanos proclamada por la ONU en París se esmera en hacerla abarcativa, desde la denominación de “universal”. Para mejor entender las razones de esa denominación vale acercar datos concretos que pautan, ellos solos, las páginas de la historia mundial marcada por la IIGM. Se repite en esta columna lo que en publicación anterior fue el ejercicio de una regla mnemotécnica para poder brindar una percepción lo más ajustada que resulte posible de la tragedia del conflicto, desarrollado entre 1939 y 1945. Seis años de horror, de una humanidad deshumanizada hasta las vísceras. Las cifras que suelen mencionarse para cuantificar las víctimas de la IIGM se dan en una amplitud entre ¡55 y 70 millones!

Tomaremos, para no generar incredulidad, solamente 50 millones. Resultan promedio or año, de los 6 que duró la guerra: 8.333.000 víctimas. Por mes: 695.000. Por día: 277.000. Un avión Airbus A380 puede llevar hasta 500 pasajeros. Y aquí la consecuente realidad: la totalidad de las víctimas mortales de la IIGM es el equivalente increíble y monstruoso de que por día despeguen desde Ezeiza ¡45 aviones Airbus 380 de 500 pasajeros cada uno! Y a poco de volar se desploman desde los cielos. Todos. Demasiado rudo el impacto de los números como para aceptar la realidad.

Declaración insuficiente

La Declaración Universal de DD. HH. proclamada en París no deja de ser, ahora mismo, un cuidadoso conjunto de definiciones de un profundo sentido humano y protector. Pero no basta. Demasiado tiempo ya transcurrido y demasiadas nuevas maneras de que los derechos humanos se violen y hasta con “derechos “para los violadores” (la no justicia).

¿Qué, sino eso mismo son las guerras de agresión, toda guerra? La de Rusia invadiendo Ucrania y la de Israel, devolviendo, excediendo su derecho a la “defensa” con genocidio por una horrenda agresión recibida desde Gaza por grupos terroristas. Las conformaciones de organizaciones terroristas y sus células operando en distintos países configuran una amenaza latente, sin plazos ni sitios determinados, ni motivaciones para actuar dondequiera fuese. Son el peligro de la inminencia que en cada caso se supone por acciones tendientes a crear climas propicios. Y cabe agregar, en tren de ser claros en los análisis puntuales: Ni patria ni bandera los definen.

Los DDHH y los DDEE

Sí, claro que sí: los DDEE, derechos de los Estados. Una palabra los define en el contexto universal: soberanía. Y cuando, como en Venezuela, el gobierno de un estado poderoso asume ese rol de “gendarme” que se la venía atribuyendo adecuadamente a los EE.UU. en todos los casos en los que su potencialidad de gestión (económica, estratégica, militar) se pone en juego abiertamente. El presidente - usurpador de un mandato que ya no le correspondía por derrota electoral del 24 de julio de 2024- es una autoridad “de facto” pero, aún por serlo no puede estar sometida sino al propio país y a su sistema. La carga pesadísima contra el régimen de Maduro: Casi 8 millones de venezolanos exiliados voluntarios. El 28% de su población. Una tremenda caricatura de gobierno con esos números.

Intencionalidad de EEUU

Nada debe hacer EE.UU. frente a una situación que evidentemente más tiene connotaciones precisas de dominio “pseudocolonial-económico” que de ayuda “humanitaria” y apoyo político. El desplazamiento en el Caribe de semejante sistema de unidades náuticas y aviación de guerra muestra sin eufemismos una intencionalidad que no es nueva en EE.UU. y se padeció y se conoce por ello mismo muy bien. Basta un ejemplo que muestra sin rubor que el prolífico ex Secretario de Estado, centenario, fallecido en 2023, Henry Kissinger, era gestor entre bambalinas de terciopelo negro que satisfizo el objetivo de Washington: sacar del gobierno a Salvador Allende (Septiembre, 1973). En Diciembre, por actuación en Vietnam se le otorgó el Nobel de la Paz 1973.

Desafio de Trump

El accionar de Trump en el Caribe, hundiendo barcazas como entrenamiento y demostración para más, con Venezuela, es una chispa fuerte que no se apagará hasta que surquen esas mismas aguas los chinos. Y/o los rusos, ya se sabrá. O desde las dos potencias de este mundo que va camino decidido a la multilateralidad internacional, restándole algo de protagonismo a los EE.UU.

Demasiados frentes abrió el presidente millonario de “USA” a quien le faltará tiempo y recursos a la hora de darse cuenta de los resultados económico-políticos de su otra guerra, sin municiones. Sólo tarifas, abultadas tarifas. Se le acortará el plazo de su mandato. Trump no podrá sostenerse por mucho tiempo en la Casa Blanca. No soportará tanta presión que genera su máquina de presionar.

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