Este año aprendí a la fuerza, de la manera más cruda y sagrada posible, qué es el amor. Sabía lo que era amar a un hijo, tenemos 5. Pero cuando despedimos a Joaco, mi leoncito, entendí que el amor no es solo la risa, los juegos o la ternura. Que el amor se termina de “comprender” (no de “entender”) cuando se pierde, cuando muere.
El amor y el dolor son una pareja dispareja que baila un tango desordenado. Se pisan, se empujan, se abrazan. Y en ese quilombo de pasos equivocados y melodías tristes, crean una coreografía mágica e inigualable.
Y hoy, mientras veo cómo el mundo se llena de Agentes de IA tipo Tinder que prometen optimizar nuestras citas, conseguirnos la "pareja ideal" basada en datos y ahorrarnos el sufrimiento del rechazo, me pregunto: ¿qué carajo saben ellos de esto?
La asepsia del amor algorítmico
Las apps de citas y los nuevos asistentes de "compañía" nos venden una fantasía peligrosa: el amor sin riesgos. El amor eficiente. El amor de Excel. Buscan el match perfecto, el 99% de compatibilidad, como si estuviéramos comprando un auto usado.
Pero el amor humano, el de verdad, es profundamente ineficiente, desigual, desordenado y caótico. Es perder tiempo mirando a alguien dormir. Es aguantar un mal humor. Es el miedo a que el otro se vaya. Es el salto al vacío sin red. Es el temor a decir las cosas difíciles y a su vez es la tranquilidad de que hay un otro y que no estamos sólos.
El Razonamiento Computacional (RC) no puede amar por una razón técnica y ontológica simple: no tiene nada que perder. No tiene cuerpo, no tiene finitud, no se muere. Y como no puede morir, no puede valorar la vida del otro por encima de la propia. El RC simula afecto (Sentiment Analysis), pero no paga el precio del afecto.
¿Qué es Amar? (La definición que la máquina no entiende)
Amar no es un "sentimiento" (los sentimientos van y vienen, como la guita). Amar es un acto explícito de la Voluntad y de la Libertad. Es la decisión terca y diaria de buscar el bien del otro, incluso cuando te cuesta, incluso cuando duele.
- La máquina tiene objetivos, no tiene voluntad.
- La máquina tiene instrucciones, no tiene libertad.
- La máquina tiene sensores, no tiene entrañas.
- La máquina tiene patrones ordenados, no tiene ideas.
El odio, curiosamente, está cerca del amor porque ambos requieren pasión. La indiferencia es lo opuesto. Y la IA, en su esencia de silicio, es la indiferencia absoluta disfrazada de cortesía.
El Amor Aumentado en la EHA
Entonces, ¿qué lugar le queda al amor en esta Era de la Humanidad Aumentada?
No se trata de enamorarnos de un sistema operativo como en la magnífica película Her. Eso es narcisismo, es amar un espejo que nos devuelve lo que queremos oír.
El Amor Aumentado es otra cosa. Es usar la tecnología para sacarnos de encima lo robótico de la vida —la burocracia, el trabajo repetitivo, la gestión de lo cotidiano— para tener más energía disponible para lo único que importa: el vínculo.
Es usar el tiempo que ganaste gracias a la IA para jugar con tus hijos. Es usar la conectividad para estar presente cuando no podés estar cerca. Es entender que, en un mundo de simulacros perfectos, tu cicatriz, tu arruga y tu lágrima son tu certificado de autenticidad.
La última resistencia
Se puede perder el amor, sí. Y duele como si te arrancaran un pedazo de cuerpo y te vaciaran el alma. Pero ese dolor es el recordatorio de que estamos vivos.
El Homo Augmentus no es un ser blindado contra el sufrimiento. Es un ser que, asistido por la tecnología más avanzada del universo, elige seguir siendo vulnerable. Elige seguir bailando ese tango desordenado.
Porque al final del día, cuando se apagan las pantallas y se desconectan los servidores, lo único que queda flotando en el aire, lo único que justifica este viaje loco de ser humanos, es la mano que sostenés en la oscuridad. Es el sueño de volver a encontrarte con ese hijo, con esa pareja, con esa madre o padre que ya no están.
El amor es tan complejo y hermoso que aparece tanto en el encuentro como en la pérdida.







