“La gente se cansó del mal servicio y busca otras opciones”: testimonios desde adentro de la crisis del transporte

Mientras los empresarios reclaman más subsidios y el municipio analiza medidas, choferes y pasajeros de la línea 11 describen cómo el conflicto golpea tanto a los trabajadores como a los usuarios.

05 Noviembre 2025

En medio de la tensión que atraviesa el transporte público en Tucumán, Gabriel, chofer de la línea 11, contó a LA GACETA cómo viven los trabajadores la incertidumbre por las suspensiones y la reducción de servicios. 

“No hay reducción de frecuencia, pero sí hay ocho compañeros notificados por el tema de la reducción de personal”, explicó. Señaló, además, que el impacto económico “es fuerte”, ya que las suspensiones son de 15 días, lo que significa “cobrar prácticamente la mitad del sueldo”. 

“Lo conveniente sería que la municipalidad y los empresarios lleguen a un acuerdo para que no se encuentren afectados los usuarios y también nosotros, que somos los que trabajamos día a día para sacar adelante la provincia móvil”, agregó.

El chofer reconoció además que el uso de aplicaciones como alternativa al colectivo es una realidad que preocupa. “Antes los coches venían llenos; hoy viajan casi vacíos, incluso en horarios pico. Es un cambio de paradigma. El transporte bajó mucho su calidad y la gente se cansó. Lamentablemente las aplicaciones están jugando en contra de nosotros”, sostuvo.

El hombre, de 27 años, maneja desde los 21 y asegura que, por ahora, se mantiene en el oficio “porque es lo que la vida me puso”. “Tengo un hijo que sacar adelante. Si se da otra oportunidad, la pensaré, pero por el momento sigo acá”.

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Los pasajeros, cansados

Del otro lado, los pasajeros coinciden en que el servicio se deterioró y que eso los empuja a buscar otras formas de movilidad. Paola, usuaria habitual de la línea 11, relató que muchas veces debe esperar hasta una hora para que pase el colectivo. “Supuestamente deberían pasar cada 15 minutos, pero eso no se cumple. Si necesito llegar a horario, tengo que pedir una moto o un Uber, aunque me salga el doble o más”, explicó.

La pasajera fue tajante con los reclamos del sector empresario. “Siempre pidieron más plata y al final nunca hicieron nada. El gobierno aportó y nunca arreglaron las unidades ni mejoraron el servicio. Si van a recibir más fondos, que inviertan en los coches”.

Raúl, otro usuario, coincidió: “Esto siempre funcionó mal. Ahora se quejan porque la gente no sube, pero es lógico: nadie puede esperar una hora para ir a trabajar o al médico. La gente ya buscó otro medio”.

Por su parte, Karina, que también viaja a diario en la línea 11, apuntó que el servicio “empeora a la hora de la siesta”. “Cuando tengo que volver del trabajo a las dos, se demora muchísimo, y si tengo plata, uso moto o Uber. Ya no aguanto más el colectivo”.

Con todo esto, las voces desde arriba del colectivo retratan en primera persona la crisis de un sistema que se sostiene con dificultad, con choferes temerosos por su futuro laboral y pasajeros que, ante la falta de respuestas, se vuelcan a alternativas más caras pero más previsibles.

Mientras los empresarios aseguran que la cantidad de usuarios cayó entre un 20 y un 30 por ciento, los trabajadores y pasajeros coinciden en algo: el problema no es solo de subsidios, sino de confianza y de calidad del servicio.

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