

Las azúcares están presentes en una infinidad de alimentos, no solo en los dulces. Una dietista y nutricionista destaca que, en general, la población confunde conceptos como azúcar –como producto–, azúcares añadidos y glucosa. Aunque no hacen referencia a lo mismo, todas inciden en la conservación de la salud.
El primer término hace referencia generalmente al azúcar de mesa, la sacarosa. Se extrae de la caña de azúcar u otras plantas y se usa para endulzar alimentos. Los azúcares añadidos abarcan la sacarosa –el término anterior– pero también otros endulzantes como miel o jarabes.
En tercer lugar, está la glucosa, también nombrada como azúcar natural que es la fuente de energía principal del cuerpo. El organismo descompone la mayor parte de la glucosa y la libera en el torrente sanguíneo. El cuerpo convierte casi todos los carbohidratos de los alimentos en glucosa para usarlos como energía.
El exceso de azúcar acelera el envejecimiento
El azúcar incluido en los alimentos como harinas, yogures industriales o salsas favorecen la resistencia a la insulina que acelera el envejecimiento celular. Como consecuencia, aumenta el riesgo de padecer insomnio, desarrollar sobrepeso y tener cansancio crónico. Además, la resistencia a la insulina produce un aceleramiento en el envejecimiento celular. Reducir el consumo de estos alimentos puede ser esencial para vivir más tiempo.
La doctora Diana Rizzolo Díaz, profesora en la Universitat Oberta de Catalunya, plantea que “un exceso de glucosa da lugar al envejecimiento prematuro. El sobrante se almacena en el hígado y los músculos desde donde la glucosa se usa como energía, pero cuando la capacidad de almacenamiento llega a su límite, se convierte en grasa acumulada que genera problemas fisiológicos.
Pese a que la reacción del cuerpo a esta sustancia está condicionada por la genética, Díaz señala que las cantidades insalubres de glucosa reducen la calidad de vida y producen “un verdadero atasco metabólico”.
Para prevenir problemas por el elevado consumo de azúcar, se sugiere que el valor diario no supere el 5% de las calorías que se ingieren en un día. En una dieta de 2.000 calorías diarias, el azúcar que se consume no debería superar los 25 gramos. Sin embargo señala que lo ideal sería tener siempre un consumo cercano a cero.








