¿Qué se necesita para que Tucumán sea una provincia sustentable?
¿Qué es una ciudad sustentable? Se trata de aquella que alcanza un equilibrio entre las necesidades económicas y de convivencia de una sociedad, tratando de garantizar la calidad de vida para las generaciones futuras, en sintonía con un cuidado del medio ambiente a través de uso eficiente de la energía, de gestión de residuos y de una movilidad que disminuya la emisión de gases contaminantes. A partir de esta definición clásica, ¿dónde está plantada Tucumán? Esa inquietud que, en el ciclo “Encuentros LA GACETA” sobre Real Estate, se planteó al vicepresidente de la Cámara de Empresas de la Construcción Privada de Tucumán (Cecoprit), Luciano Yañez y a la secretaria general de la entidad, Pilar Navarro.
“Una ciudad sustentable no se hace tan solo colocando paneles solares o con energía eólica. Tiene que ver con otras cuestiones básicas de servicio, que hoy estamos lejos de llegar a eso, por la falta de infraestructura y de planificación, además de un ordenamiento dentro de la ciudad”, arranca Yañez. El arquitecto puntualiza que un tema clave es el transporte. “El debate sobre eso debe ser una política de Estado, en el afán de que el vehículo particular deje de usarse, como sucede en ciudades que apostaron a una mejor accesibilidad y transporte público”, agrega.
Navarro, a su turno, describe que la sustentabilidad tiene que ver con el cuidado que tenemos de nuestros recursos para que las futuras generaciones puedan gozar de ellos. “Estamos diciendo que nos falta agua y luz, pero nos faltan políticas para cuidar esos recursos. Una casa, en promedio, usa 600 litros al día, y en el mundo la mitad de ese fluído. La red de agua desperdicia un 30%, ya sea por pérdidas o por obsolescencia de las cañerías. No las estamos cuidando. Lo mismo pasa con la energía”, explica la urbanista.
Pilar Navarro. LA GACETA/FOTO DE DIEGO ARÁOZ
Yañez, en tanto, sugiere que estas políticas deben arrancar con experimentos, desde lo pequeño a lo grande, desde barrios o comunas del interior hasta grandes urbes, trabajando con los distintos actores de la sociedad, desde el Estado, pasando por las ONG, los habitantes hasta llegar a los niños, que –en muchos casos- reciben educación sobre el cuidado del medio ambiente.
¿Cuál es el aporte que puede realizar cualquier ciudadano para contribuir a una ciudad sustentable?, se interrogó. Navarro contesta que la eficiencia energética puede iniciarse desde la misma casa, y luego avanzar con el transporte. “Hoy el auto y la moto ocupan el centro de nuestra movilidad y ese hábito puede ser modificado con el fin de evitar las emisiones de efecto invernadero y, así, mitigar el cambio climático. De otra manera, las ciudades seguirán con las olas de calor, las sequías y las inundaciones. Las soluciones están en nuestras pequeñas contribuciones para mitigar aquel efecto”, expresa. Yañez, en ese sentido, completa que, en grandes ciudades como Madrid o en Barcelona, por ejemplo, sólo pueden ingresar al centro vehículos eléctricos, mientras que los tradicionales deben pagar un canon especial o bien reciben una multa.
Luciano Yañez. LA GACETA/FOTO DE DIEGO ARÁOZ
Acerca del impacto en el mercado inmobiliario, el vicepresidente de Cecoprit afirma que en los emprendimientos privados se está tomando conciencia de lo importante que es el almacenamiento de energía. Sin embargo, advierte que faltan incentivos para que esa práctica de almacenamiento y de reposición de energía se consolide. “En Nueva York o en Europa, hay edificios que certifican con el sello verde porque cumplen determinadas normas ambientales y el mercado busca eso”, apunta.
Navarro, a su vez, señala que es fundamental generar conciencia colectiva acerca de que este tipo de prácticas es fundamental frente al cambio climático, más allá de las cuestiones económicas, de negocio. “Es pensar no sólo en cómo tomar conciencia general, sino también en lo que le dejaremos a las futuras generaciones”, subraya. La urbanista acota que, por una similitud en el clima o por una cuestión de semejanza económica, Medellín (Colombia), puede ser un modelo a seguir en materia de ciudad sustentable. “Ha pasado de ser peligrosa a una referencia global en urbanismo, reorientando los proyectos de infraestructura, con un trabajo conjunto entre el sector público y los privados”, dice. Resalta, en ese aspecto, que volver a darle calidad a los espacios públicos, como el parque 9 de Julio, es una política que fomenta la sustentabilidad, pensando más en las personas.
Tanto Yañez como Navarro coinciden en que el sector inmobiliario necesita incentivos, con mayor eficiencia del Estado en las aprobaciones municipales y en las gestiones para la construcción de viviendas. “Los trámites infernales y largos se traducen en el encarecimiento del metro cuadrado”, añade Navarro. “Hoy la construcción es una de las industrias más poderosas. Y se necesita otra dinámica con menos trámites burocráticos”, completa Yañez.






