Pecados capitales del poder

Los errores estratégicos y la falta de autocrítica empujaron al oficialismo a un escenario de debilidad: mercados en alerta, aliados distantes y opositores revitalizados.

Pecados capitales del poder

Las esquirlas de la derrota del domingo en Buenos Aires se esparcieron a lo largo y a lo ancho de la Argentina. Javier Milei prefirió nacionalizar un comicio, con el fin de demonizar a los que la Casa Rosada consideraba como vestigios de un kirchnerismo en desaparición. Se equivocó. El Presidente de la Nación perdió más que una elección; cedió la iniciativa política en medio de una tormenta cambiaria y monetaria. Con el resultado puesto, el Gobierno nacional convoca y nadie responde. ¿Mauricio Macri y compañía estarán dispuestos a retomar el diálogo con La Libertad Avanza después de tantos desplantes? La respuesta es más que clara. ¿Qué gobernador se sentará en una misma mesa con las autoridades nacionales cuando el propio Milei los sometió a un ajuste que lleva exactamente 21 meses de administración libertaria? Entre ellos las opiniones están divididas, aunque en el fondo coinciden. Hay quienes consideran que de esa convocatoria pueden sacar una determinada tajada de la naranja que se perdió con la motosierra. Hay otros que consideran que es una trampa de la que luego no podrán salir. Y también están los que piensan que, si en los mejores momentos de Milei con la opinión pública no los tuvo en cuenta, ¿por qué ir ahora a respaldarlo tras una dura derrota?

Osvaldo Jaldo se encuentra envuelto en esta maraña de especulaciones que envuelve tanto a díscolos como a dialoguistas, a peronistas como mandatarios de otras fuerzas políticas. El tucumano prefirió no viajar todavía. Tiene el celular encendido a toda hora para escuchar posturas y propuestas. Una de ellas es muy reciente y puede darse en el transcurso de la semana. El Gobierno nacional dará la tenencia definitiva a la Provincia de los terrenos en donde hoy se está emplazando el proyecto Procrear II. El acuerdo debe ser rubricado por el propio Gobernador, pero éste tiene pensado extender ese poder al ministro de Economía y Producción, Daniel Abad, que -a su vez- no perderá de vista la distribución de partidas en el proyecto de Presupuesto Nacional para 2026. La otra cuestión que sigue en lista de espera es la definición acerca de la oferta económica de las empresas que se postularon para ejecutar los trabajos de remodelación en el Aeropuerto Teniente Benjamín Matienzo. No hay cumbre posible sin una muestra de acercamiento.

Los gobernadores cobran nuevamente protagonismo. Milei puede conservar cierto apoyo en lo económico, pero nada está garantizado que tenga la misma suerte en materia política y parlamentaria. ¿Qué gobernador estará dispuesto, de aquí a octubre para focalizarlo en el tiempo, a votar en contra de los jubilados, de las pensiones por discapacidad o de los programas de salud?

Como dijo la politóloga Ana Iparraguirre durante su exposición en la última Convención del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) en Bariloche, se despertó la política en este año impar, de elecciones, porque todos los gobernadores están dispuestos a pelear contra los libertarios en sus propios territorios para no ceder capital de poder. Pero esto va más allá de la disputa política. Asimismo, la sociedad demanda resultados cada vez más inmediatos a sus líderes, con baja tolerancia a la frustración, particularmente en sectores más jóvenes, donde está el capital político del Presidente de la Nación, advirtió la especialista.

La autocrítica libertaria duró poco. Milei y la mesa chica de su gestión salieron ayer a decir que van a “defender, con uñas y dientes, su proyecto político”. Son pecados que pueden resultar capitales en el mundo de la política y con consecuencias económicas, que ya se observaron en el mercado.

Pecados capitales

Como señala una reflexión de la economista Regina Martínez Riekes, la soberbia siempre se paga. En los mercados, como en la vida: mientras más alto alguien se sube, más duele el porrazo. La euforia tras el resultado en Ciudad Autónoma de Buenos Aires nubló la vista y llevó al oficialismo a insultar al que piensa distinto, desoír a los asesores que lo llevaron al poder y subestimar a los barones del conurbano bonaerense, que demostraron tener más calle que la motosierra, apunta la directora ejecutiva de Amauta Inversiones.

Los mercados tienen un valor en la medida que haya un determinado equilibrio político. Y eso es lo que se vio el día después de la batalla electoral en Buenos Aires, con un resultado no querido por los inversores o el menos probable en los escenarios proyectados por los analistas del mercado. Los expertos suelen decir que, cuando más lejos está de lo ortodoxo o cuando más cerca se está de la heterodoxia más caro resultará el dólar y más alta será la tasa de interés. En otras palabras, los precios están en función de la fragilidad o de la solidez de aquel equilibrio de poder en un momento determinado. En consecuencia, las respuestas están más en el ámbito de la política que en la propia economía, que tiene su propia dinámica.

La avaricia y la gula han llevado al jefe de Estado nacional al resultado del domingo pasado. Milei creyó que sacando del campo de juego a Cristina Fernández de Kirchner y focalizando la dispuesta electoral contra Axel Kicillof acumularía más poder. Error de cálculo o subestimación de la realidad. La ira en el discurso no ha sido una buena estrategia. La lujuria de pensar que podía llegar al 26 de octubre con la suma del poder político no ha sido precisamente la envidia de sus adversarios, sino todo lo contrario, terminó fortaleciéndolos en menos tiempo de lo que se creía que el Partido Justicialista podría resurgir, sin liderazgos firmes a la vista. La pereza completa el cuadro de los pecados capitales en un Gobierno que creyó que podía pintar a la Argentina toda de violeta.

Las últimas medidas para contener al dólar no hicieron más que golpear a la actividad económica. No hay derrame de la macro hacia la microeconomía. El enfriamiento es cada vez más visible. La recuperación es mas lenta de lo proyectado por propios y extraños. Y el Riesgo País se disparó a más de 1.000 puntos básicos, un retroceso para la reconstrucción de la confianza.

La gimnasia electoral de La Libertad Avanza no ha podido tonificar el músculo político de una administración que debe encarar reformas estructurales (impositiva, laboral y previsional), las cuales, sin la fuerza suficiente, será difícil que alumbren en el corto plazo. Con la reducción paulatina del Índice de Precios al Consumidor (IPC) no alcanza para seducir a los agentes económicos.

Los resultados económicos dejaron de ser un activo para la gestión nacional, más aún cuando en el mercado arrecian los rumores acerca de una diferencia de criterio entre el propio Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo. Sin embargo, la noche del domingo ambos coincidieron en un mismo concepto. Uno a través del discurso; otro, mediante un posteo en redes sociales: nada va a cambiar en lo económico. Ni en lo fiscal, ni en lo monetario, ni en lo cambiario.

Como dice Martínez Riekes en su reflexión semanal, “el modelo económico promete durar lo mismo que un partido entre los tenistas Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Flushing Meadows: eterno, lleno de quiebres, y con la mitad de los espectadores mirando el reloj y preguntándose “¿esto cuándo termina?”

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