CON LOS DIENTES APRETADOS. El partido en Junín se jugó como una final; Atlético encontró el aire sobre el final y pudo volverse con un punto a Tucumán. FOTO DE FACUNDO GRECCO - DIARIO DEMOCRACIA
Atlético se empapó de errores y apenas pudo salvar un empate 2-2 contra Sarmiento en Junín. En el vestuario, la sensación fue distinta: el gol agónico de Carlos Auzqui se festejó como un desahogo, aunque nadie se permitió engañarse. El alivio convivió con la autocrítica. Nadie maquilló el presente porque el equipo está en una zona de nubes bajas.
El recuerdo de la goleada 5-0 de febrero quedó muy lejos. Medio año después, la historia fue otra: Sarmiento lo dominó, Joaquín Ardaiz complicó todo desde el arranque y el “Decano” se vio desbordado. La heroica victoria sobre Boca en la Copa Argentina parece cada vez más lejana, y los últimos resultados muestran un equipo estancado. Pero al menos, en medio de la tormenta, el plantel encontró un respiro.
El que rompió el hielo en el segundo tiempo fue Mateo Coronel, que ingresó desde el banco para cambiarle la cara al equipo. “Estos partidos quedan abiertos hasta el último minuto, sabía que si hacíamos un gol podíamos empatar o ganarlo. Me tocó y estoy muy contento” expresó Coronel. Luego agregó un detalle que refleja cómo se vivió el entretiempo. “El DT nos pidió estar más atentos y mostrar más carácter, porque no se jugó bien. Hay que mejorar un montón de cosas”, contó. El delantero insistió en la idea de no conformarse. “Cuando no se juega bien hay que hacer lo que sea para empatar o ganar, y hoy nos tocó remar hasta el final” señaló.
El empate definitivo llegó gracias a Auzqui. Su grito, en tiempo de descuento fue un desahogo que se trasladó al vestuario. “Fue un partido duro, raro. En el primer tiempo nos ganaron en actitud, en las divididas y las segundas pelotas. Así se hizo muy difícil”, resumió “Perro”. El delantero explicó qué cambió tras el descanso. “En el entretiempo corregimos, hubo un reto del DT y entramos con otra actitud. Rescatamos un punto importante para la tabla”, dijo. Y en los minutos posteriores al partido, todavía con la adrenalina alta, admitió cómo se vivió la intimidad del grupo. “Se festejó, pero hasta ahí nomás. Hubo otro reto más del DT. Si jugábamos un rato más capaz lo ganábamos”, añadió.
DISPUTA. Ardaiz y Marcelo Ortiz luchan por una pelota cerca del área.
La voz de la defensa reflejó la misma mezcla de alivio y preocupación. “Hay que reflexionar; cometimos errores otra vez. En el primer tiempo ellos nos superaron con actitud. Después cambiamos la cara y fuimos a buscar el empate”, analizó Miguel Brizuela. El zaguero insistió en que no se puede volver a tropezar con las mismas falencias. “Lo positivo es que fue parejo y el punto sirve, pero hay que corregir mucho”, remarcó.
Desde el arco, Matías Mansilla también se sumó a la autocrítica. “Después de un 2-0, empatar no es fácil. Es una sensación rara porque repetimos los errores del partido pasado. Si los corregimos somos un gran equipo”, admitió. El arquero reconoció que el equipo necesita dar un salto de calidad y no vivir siempre al límite. “Nos estamos confiando en las reacciones, pero tenemos que arrancar los partidos con la misma intensidad con la que terminamos”, señaló.
La síntesis del vestuario quedó en manos del entrenador. Lucas Pusineri se mostró conforme con la actitud, pero consciente de que no alcanza. “El vestuario fue de algarabía, pero con la tranquilidad de que el equipo tiene que entrar mejor”, señaló. No evitó la autocrítica y dejó un mensaje directo. “Hay que corregir situaciones a futuro”, cerró, consciente de que los números empiezan a pesar y que el sábado, ante Talleres en casa, no habrá margen.
El empate en Junín no borró las dudas, aunque sí dejó una muestra de carácter. El “Decano” salió del campo empapado, pero aliviado. Lo que se vivió en el vestuario, entre abrazos y reproches fue la confirmación de que el grupo entiende que el punto suma, pero no alcanza. Y el problema es que un milagro en el descuento no alcanza para disipar las nubes. La tormenta sigue encima y Atlético, de ahora en adelante, tendrá la chance de que, por fin, pare de llover.








