ESCENA DEL CRIMEN. Matías Jurado vivía en una casa en el barrio Alto Comedero donde habría llevado, asesinado y descuartizado a las víctimas. LA GACETA / FOTO DE SILVIA DE LAS CRUCES (ENVIADA ESPECIAL)
Enviada especial a San Salvador de Jujuy
Un halo de misterio envuelve a Matías Jurado, recientemente popularizado como “el asesino serial de Jujuy”. ¿De qué vive? ¿A qué se dedica? ¿Tiene amigos? ¿Qué pasó con los miembros de su familia? ¿Y con sus mascotas? Todo es un enigma. El hombre, de 37 años, no tenía diálogo con sus vecinos. Siempre se lo veía solo y con actitudes sospechosas.
Cuando llegó al barrio, vivía con sus padres y sus tres hermanas. Fanny Tolaba, una vecina que lo conoce desde chico, cuenta que “la mamá y el papá se peleaban mucho”, hasta que un día se separaron y cada uno de ellos se fue por su lado. “Ellos se criaron solos y él desde chico ya andaba robando”, agrega. De hecho, Matías tiene en su historial tres condenas por robo agravado y amenazas, y una detención preventiva por homicidio cuando era menor de edad, causa en la que luego fue sobreseído.
Quienes lo conocen coinciden en que las adicciones hicieron estragos con la familia. Lentamente fueron perdiéndoles el rastro a todos: primero a los padres y luego a las hermanas. Dicen que la última en irse fue María, quien dejó a su hijo viviendo con Matías. Es el adolescente de 16 años que hace pocos días declaró en Cámara Gesell y dejó a todos helados. Su testimonio fue clave. Relató que su tío atraía a las víctimas, las asesinaba, las descuartizaba y luego las incineraba.
También es un misterio qué pasó con el abuelo de este joven, un adulto mayor que durante un tiempo vivió con ellos y -según se comenta- terminó abandonando la casa, harto de la violencia que ejercía Matías sobre él.
HALLAZGO. Se encontraron restos óseos en distintos puntos de la vivienda.
Pero el historial de desapariciones repentinas no termina ahí. Resulta que el hombre tenía siete perros, todos negros, detalle que llamó la atención de sus vecinos. Estos animales dejaron de ser vistos la última semana de julio, después de que supuestamente asesinara a Jorge Anachuri. Días después, cuando el fiscal Guillermo Beller ingresó a la vivienda con los peritos del Poder Judicial, descubrió que había restos humanos en los platos de los perros. Solo una de las mascotas quedó allí. Es una perra de color negro que duerme en la vereda de tierra desde que su dueño fue detenido y una consigna policial le impide entrar a la casa.
Changas
Nadie sabe tampoco cómo sobrevivían tío y sobrino en esa casa tan precaria. Cuentan en el barrio que adentro no tenían prácticamente nada. Alejandra Chambi, la almacenera de la cuadra, recuerda que más de una vez Matías le pidió que le guardara algo en la heladera para que no se echara a perder y que su sobrino le suplicó que le diera fiado para comer. Nunca lo vieron trabajar. Sin embargo, en su declaración judicial dijo que solía hacer changas como albañil.
Bolsas oscuras, fuego y miradas amenazantes. Tolaba dice que, pese a conocerlo desde pequeño, si se lo cruzaba en la calle no lo miraba. “No se lo podía mirar, te decía que te iba a cagar matando”, cuenta. Y agrega que se escuchaban muchos gritos y peleas en esa casa. También Chambi recuerda que una vez el hombre atacó con un machete al sobrino: “Le cortó la pierna porque no le hizo caso, no sé con qué. Ese día vino la Policía y al chico lo llevaron al hospital”.
ESPARCIDOS. Jurado habría arrojado bolsas con restos en un puente del barrio
En la cuadra era habitual verlo con machetes. En las últimas horas se viralizó un video donde se lo ve con uno en cada mano y gritando en medio de la calle. Dicen también que solían verlo pasar con leña, que luego convertía en extensas fogatas. “No sé qué cosa quemaba, pero salía un olor… era un olor raro, diferente. También a veces pasaba por acá y sentía un olor como a animal muerto, pero mucho más fuerte”, apunta Tolaba.
Los comentarios señalan que Matías salía por las noches con una mochila y bolsas negras, como las de consorcio. Caminaba alrededor de 300 metros hasta llegar al puente que divide el barrio 8 de Marzo del B6 y arrojaba todo eso en una especie de basural que se formó debajo, por donde pasa un arroyo cuando llueve mucho. El miércoles rastrillaron esa zona, pero no hallaron restos humanos.
Un perfil psicológico: intentan definir el móvil de los crímenes
Los peritos psicólogos y psiquiatras determinaron que Matías comprende la criminalidad de sus actos y que puede dirigir sus acciones. Ahora avanzarán en las entrevistas para intentar elaborar un perfil psicológico que permita entender su conducta y por qué la mayoría de las presuntas víctimas tienen un patrón en común: personas en situación de calle, solas, con problemas de salud mental o en extrema vulnerabilidad social.
El supuesto asesino serial representa todavía todo un enigma por descubrir.
Radiografía del caso
¿Qué evidencias se hallaron en su domicilio?
Apenas ingresaron a la vivienda de Jurado los efectivos se llevaron una desagradable sorpresa. “Había mucha sangre en la casa, en las paredes, en ropa, y también había sangre diluida en combustible. Hallamos mucho combustible y bidones que ya estaban vacíos. Nos llamó la atención la cantidad de elementos que pueden ser usados como armas: machetes, serruchos, sierras, palas y picos. También había cientos de fragmentos de restos óseos quemados y quebrados, que ya confirmaron que son de huesos; falta determinar si son humanos”, informó el fiscal. También encontraron prendas pertenecientes a las víctimas y la ropa que habría usado Jurado cuando fue captado por las cámaras de seguridad.
¿Cómo se vinculó a Jurado con las víctimas?
Según explicó el fiscal Guillermo Beller a LA GACETA, estaban investigando las desapariciones de Jorge Omar Anachuri (68) Juan Carlos González (60), Juan José Ponce (51), Miguel Ángel Quispe (60) y Sergio Alejandro Sosa (25), cuatro hombres que vivían en condiciones de vulnerabilidad, de manera aislada. “Comenzamos a notar un patrón característico en las víctimas. Empezamos a ver las cámaras de seguridad de la desaparición de Anachuri, que era la más reciente (25 de julio), y ahí vimos que se sube a un taxi. Continuamos buscando en videos registrados entre dos y tres semanas previas y nos llamó la atención que Sosa también se habría ido con la misma persona”. Los pesquisas rastrearon la patente de uno de los taxistas y al entrevistarlo indicó a dónde había llevado a los pasajeros. Era la vivienda de Jurado. En paralelo obtuvieron los resultados de triangulación de antenas telefónicas que habían solicitado al activar el protocolo de búsqueda de personas desaparecidas y descubrieron que el último impacto que tuvo el celular de González fue a 50 metros de la vivienda del sospechoso.
¿Cómo avanzará la causa?
Primero los peritos deberán determinar si los restos óseos son humanos. De algunos ya se confirmó que sí pertenecen a personas difuntas por lo que en los próximos días se realizará un cotejo con las muestras de sangre que brindaron los familiares de las víctimas para hacer una prueba de ADN. Se espera que los resultados estén la siguiente semana. También llegará a Jujuy un equipo de antropología forense enviados desde Nación para excavar los puntos señalados en los cuales Jurado podría haber descartado los restos de las víctimas. “En algunos lugares es muy notorio que hubo intervenciones”, dijo Beller. Ayer los psicólogos de la Fiscalía comenzaron a elaborar el perfil psicológico del imputado para intentar descifrar el móvil de los crímenes. Además se empezó a peritar cinco celulares secuestrados durante el allanamiento de los cuales se espera extraer información de interés para la causa.
¿Qué dijo el testigo clave?
El sobrino de 16 años que vivía con Jurado dio detalles de lo que ocurría en la vivienda. “Mi tío Matías generalmente los viernes salía a buscar a esta gente, las convencía de ir a tomar algo. Ellos venían a nuestra casa y yo ya sabía que algo malo iba a pasar, muchas veces lo presencié, otras veces me iba porque ya sabía qué pasaba. Los golpeaba, los macheteaba, los maltrataba mucho; después descuartizaba los cuerpos, los prendía a fuego y a todo eso lo sacaba en bolsa de residuos con su ropa inclusive”, declaró el menor.










