El mercado financiero abre la semana con la expectativa de saber qué hará el Gobierno para mantener un equilibrio entre las tasas de interés y el dólar. En las últimas semanas quedó claro que la gestión del presidente Javier Milei se siente más cómoda con un tipo de cambio moviéndose bastante por debajo del techo de la banda de flotación. La venta de futuros aparece como una herramienta directa para contener presiones, pero no es la única: el esfuerzo por sostener tasas elevadas en pesos también apunta en esa dirección, advierte GMA Capital. Hoy el dólar se encuentra operando cerca del 65% del techo de la banda, mientras que las tasas reales a un año en la curva CER rondan el 14%. ¿Cuál es la lógica detrás de este equilibrio? “Con un tipo de cambio apreciado y rendimientos altos en moneda local, se favorece el principal objetivo político: continuar con el proceso de desinflación”, argumenta el economista Nery Persichini. Desde el Ejecutivo parecen dispuestos a asumir los costos que impone este esquema. En particular, la actividad económica podría ser una de las principales afectadas por los altos costos financieros, con tasas del 38% (Tasa Nominal Anual) para adelantos a empresas y del 66% para préstamos personales.
La volatilidad está presente en el mercado. Tras el desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), los rendimientos de los diferentes instrumentos del mercado se sumergieron en un vaivén, que motivó a que el Central en tándem con el Tesoro intervengan para acotar la baja pronunciada de los rendimientos y la volatilidad de las tasas, apunta Ecolatina. El BCRA y el Tesoro actuaron en tándem para contener la baja de las tasas y evitar una mayor escalada del dólar.
De todas maneras, acota GMA, el sobrante de liquidez alimentó una tendencia que ya se venía viendo a lo largo este mes: la escalada del dólar oficial que pasó de $ 1.194 a $ 1.283 en poco más de dos semanas. Así, el peso argentino registró una depreciación de casi 7% en ese período. Parte de la estrategia de la vuelta a las tasas cortas altas se concentra en mantener esta divisa lejos del techo superior, por lo menos hasta las elecciones. Sin embargo, mientras que por un lado está la búsqueda de contener el valor del dólar, por el otro lado el Tesoro habría adquirido U$S 500 millones adicionales. Así ya suma U$S 900 millones de los llamados “block trades” (operación en bloque, generalmente privada y fuera del mercado abierto entre inversores institucionales) y U$S 1.500 millones adicionales de la licitación del Bonte 2030.
Esta nueva “compra en bloque” sorprende. Es cierto que refuerza el compromiso por cumplir la meta con el FMI (deberían acumular más de U$S 7.000 millones en menos de dos semanas) y/o tener cubierto los futuros vencimientos en dólares. Pero también marca una incógnita respecto de si un dólar de $ 1.260 es un piso ya asumido. Por lo pronto, este nuevo nivel marca una mejoría en el tipo de cambio real de casi 4% en el mes, situándonos en momentos comparables a mitad del año pasado y promedios de 2017, argumenta GMA.
Con el regreso de la volatilidad en las últimas dos semanas, el Banco Central parece haber redoblado su presencia en el mercado de futuros, parándose como vendedor en la curva. Si bien el último dato oficial con el que contamos es de mayo, que mostraba una posición neta vendedora de U$S 1.946 millones, la dinámica de los últimos días apuntan a su participación en el mercado.
Futuros
Por un lado, el volumen operado en futuros se incrementó drásticamente. El martes pasado se operaron casi 3 millones de contratos, y en lo que va del mes el promedio diario se ubica en 1,75 millones. ¿Cuánto se operó en promedio en junio? Apenas un millón de contratos. Así, el interés abierto, es decir posiciones tomadas en la curva de futuros, escaló a U$S 5.750 millones (5,75 millones de contratos), tras ubicarse en U$S 4.550 millones a fines de junio. Esto hace suponer a gran parte del mercado que la posición vendedora del Central se ubica hoy más cerca de U$S 3.000 millones, aunque restan conocer datos oficiales.
De esta manera, y gracias a la relación de arbitraje entre el tipo de cambio y los contratos de futuros, el Gobierno mantiene a rajatabla el valor de la divisa sin tener que gastar reservas del BCRA o del Tesoro. De todos modos, esto no significa que la venta de futuros no tenga consecuencias. Es que, si el Central llegara a tener un resultado negativo en su posición vendedora, debería emitir pesos para pagar esta pérdida.
Según Ecolatina, el Gobierno transita un delicado equilibrio entre las necesidades que surgen de las negociaciones con FMI, las presiones del mercado y una elección en octubre en puerta. Las repentinas compras por parte del Tesoro y un Tipo de Cambio yendo hacia una zona más competitiva suenan a gusto del Fondo, y están en línea con una mayor demanda de divisas estacional por parte del mercado, aunque con el riesgo de precipitar una lectura de un nuevo piso del dólar dada la presencia del Tesoro.









