
León XIV y la encrucijada ecológica: ¿heredará la Iglesia el legado ambiental de Francisco?
Desde la encíclica Laudato Si’ hasta las primeras señales del Papa León XIV, el debate sobre la justicia climática y el rol de la Iglesia se vuelve cada vez más crucial. La opinión de tucumanos involucrados en esta causa
El humo blanco no sólo anuncia un nuevo pontificado, también despierta interrogantes profundos sobre el rumbo de la Iglesia Católica ante los desafíos más urgentes de nuestra era. Entre ellos, uno resalta con una fuerza ineludible: la crisis climática. Con la elección del Papa León XIV, una de las preguntas que se hacen miles de personas (especialmente jóvenes ecologistas y activistas) es si el nuevo Sumo Pontífice será capaz de sostener y renovar el legado ambiental que dejó el papa Francisco.
La figura del pontífice argentino fue pionera dentro de la Iglesia en poner el foco sobre la necesidad de cuidar “nuestra casa común”. Su encíclica Laudato Si’ no sólo marcó un antes y un después en la doctrina social de la Iglesia, sino que tejió un puente inédito entre el catolicismo y las causas ambientales. En un mundo marcado por la desigualdad y el extractivismo desmedido, Francisco habló claro: no hay dos crisis separadas, una social y otra ambiental, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Y lo hizo con la autoridad de quien conoce el dolor de los márgenes, de quien caminó villas y territorios olvidados antes de llegar al Vaticano.
El nuevo papa, León XIV, quien hasta ayer fue conocido como Robert Francis Prevost, ya ha dado señales esperanzadoras. En su intervención en un reciente encuentro sobre América Latina y el clima, instó a pasar “de la palabra a la acción” y reafirmó que el ser humano no debe ejercer un dominio déspota sobre la naturaleza, sino un rol de administrador responsable.
En ese momento, quien era cardenal y misionero, reivindicó el ejemplo del Vaticano con la instalación de paneles solares y vehículos eléctricos, como pasos concretos y simbólicos hacia una ecología integral.
No obstante la expectativa sigue latente. En Tucumán, referentes jóvenes del ambientalismo expresan sus deseos, miedos y anhelos ante este nuevo tiempo eclesial.
Valor histórico
Valentina Núñez, activista e integrante de Sur Ambiental ORG, pensó en la siguiente etapa de la Iglesia, bajo la luz del valor histórico de que un Papa haya reconocido la crisis climática como un problema global.
“Francisco no sólo lo dijo en múltiples ocasiones, lo escribió en Laudato Si y en Laudate Deum. Habló de conversión ecológica, de una transformación interior que nos invite a repensarnos como ciudadanos activos en nuestras comunidades. Que el líder espiritual de más de mil millones de personas haya llevado este mensaje a la agenda política mundial fue crucial”, consideró la joven.
Y sentenció: “el nuevo Papa tiene un rol clave para que esta mirada no retroceda. No podemos permitirnos dar pasos atrás”.
Santiago Barón, quien forma parte de la organización juvenil Jóvenes por el Clima, sostuvo que Francisco fue un faro espiritual y ético, y que su pensamiento debe trascender su vida terrenal:
“Él logró algo enorme al integrar la doctrina social de la Iglesia con las necesidades de este tiempo. Nos enseñó sobre la solidaridad intergeneracional, sobre la urgencia de cuidar lo que hoy usamos sin hipotecar el mañana. Yo me mantengo optimista, creo en una juventud organizada, que se moviliza por las causas que considera más importantes y espero que esté nuevo papa sepa escuchar estás preocupaciones y ser la guía que el mundo necesita sin retroceder en los avances ya conquistados".”, aseveró.
Francisco indicó que el primer papa latinoamericano sembró una semilla que ya dio brotes, por lo que quien venga, tiene que regarla.
Interrogantes razonables
Para Fernanda Viruel, quien forma parte de la Federación Ambiental de Tucumán y la Fundación Sustentarnos, la llegada de León XIV despierta interrogantes razonables:
“Su perfil no ha estado vinculado históricamente con causas ambientales. Sin embargo, su paso por Perú y su cercanía con comunidades del sur global podrían sensibilizarlo ante los efectos concretos del cambio climático”, observó.
Y subrayó: “Sus primeros discursos hablan de puentes, de comunión por lo que hay potencial. Pero no basta con dulzura en las palabras ya que el mundo necesita acciones. Que la Iglesia actúe con justicia climática, que escuche a los más vulnerables, que ponga el cuerpo junto a quienes más sufren los efectos de esta crisis que no da tregua”.
Por último Kiyoshi Fortuna, un joven que fue militante ambiental y hoy forma parte de la subsecretaría de ambiente de la municipalidad de San Miguel de Tucumán, ejemplificó: “en lugares como nuestra provincia, no es lo mismo enfrentar una ola de calor con aire acondicionado que sin agua ni luz. El cambio climático mata, pero lo hace con más fuerza sobre los más pobres”.
Es por estos motivos que para Fortuna, el perfil del nuevo Papa importa. “Porque puede marcar si la Iglesia es un actor comprometido o uno indiferente. Francisco entendía a la perfección que no hay crisis separadas. A mí me acercó de nuevo a la Iglesia, a sus escritos, a su visión”, dijo con el deseo de que León XIV pueda tener la misma profundidad.
Así, el deseo de esperanza parece repetirse como un eco entre quienes luchan cada día por un planeta más justo. No esperan perfección, pero sí coherencia. No exigen milagros, pero sí compromiso. Porque el cambio climático ya no es un debate académico, es más bien una realidad que atraviesa territorios y generaciones. Y si hay una institución que aún tiene la capacidad de influir moral y políticamente en millones, esa es la Iglesia.