Más que estética: el maquillaje terapéutico, un aliado en la batalla contra el cáncer

Más que estética: el maquillaje terapéutico, un aliado en la batalla contra el cáncer

Para las mujeres que enfrentan tratamientos contra este mal, la imagen puede ser un recordatorio constante del problema. Sin embargo, la estrategia del make up ayuda para reconstruir la autoestima.

EQUIPO. Voluntarios junto a alumnas del programa “Luzca bien...”

¿Qué siente una persona al verse al espejo durante un tratamiento contra el cáncer? ¿Cómo impacta la enfermedad en la imagen y en la autoestima? ¿Existen herramientas para afrontar esos cambios? Antonella Albarracín Orio, de 52 años, es tucumana y recibió un diagnóstico que cambió su vida y encontró en un curso de maquillaje terapéutico una forma de recuperar confianza.

“Recibir los resultados fue impactante. Aún con las pruebas en la mano, me rehusaba a admitirlo”, contó a LA GACETA. Los efectos de la quimioterapia no tardaron en aparecer: “Alguna vez me vi amarilla, otras oculté los pantalones que me empezaban a quedar grandes. Sin pestañas ni cejas, con mi cabeza desnuda, ojeras marcadas, uñas debilitadas y la piel reseca, mi autoestima estaba devastada”.

Fue entonces cuando Antonella Rubino, enfermera del Hospital Oncológico de Día para la Mujer del Instituto de Ginecología y Maternidad de Tucumán la invitó a participar en un curso de maquillaje terapéutico. “No fue simplemente maquillarme, fue entender que la mujer detrás de la paciente aún estaba ahí”, expresó.

Herramienta emocional

En Argentina, según datos del Instituto Nacional del Cáncer (INC), cada año se diagnostican alrededor de 130.000 nuevos casos de cáncer y el cáncer de mama es el más frecuente en mujeres. Muchos tratamientos provocan efectos secundarios que alteran la imagen corporal, afectando la autoestima de las pacientes.

Para muchas mujeres en tratamiento oncológico, mirarse al espejo puede ser un desafío, ya que el reflejo se convierte en un recordatorio del diagnóstico. Sin embargo, para Claudia Eboli, maquilladora terapéutica y pionera de esta práctica en Argentina, el maquillaje es mucho más que estética: es un escudo, una herramienta de lucha, y una forma de reencontrarse con la propia identidad.

“Maquillamos las vulnerabilidades”, dice Claudia desde Buenos Aires recordando cómo esta disciplina surgió de su propia experiencia. Su historia personal fue el motor para transformar su profesión en un puente hacia la sanación emocional. Tras años de deterioro físico debido a una arritmia ventricular compleja descubrió el poder transformador del maquillaje. “Ninguna maquilladora resolvía las imperfecciones en mi rostro, así que decidí aprender y usar ese conocimiento para ayudar a otras mujeres a reencontrarse consigo mismas”.

Su labor comenzó en el Hospital de Oncología María Curie en Buenos Aires junto con la psicooncóloga María Inés Cortez y hoy ha capacitado a más de 300 maquilladoras terapéuticas en Argentina y el extranjero.

Eboli recuerda especialmente el caso de una joven con síndrome de Down que tras varios intentos fallidos finalmente permitió que la maquillaran. Ese pequeño acto la ayudó a someterse a estudios médicos que revelarían un tumor primario. “Ver esa transformación fue indescriptible. Esa sonrisa al mirarse al espejo, el brillo en los ojos. El maquillaje es un abrazo, un momento de pausa en medio del dolor”, concluyó.

“Mimo al alma”

En Salta, Claudia Almada, otra maquilladora terapéutica que viajó a Buenos Aires para capacitarse junto a Claudia Eboli formó su propio espacio inspirado en su madrina, Zulmita, quien atravesó un cáncer. “Ella me presentó a muchas personas mientras iba a sus tratamientos, y así surgieron las clases de automaquillaje para pacientes oncológicos. Las reuniones no son solo para aprender a maquillarse, sino para compartir y sentirse acompañadas”, explicó. Almada recuerda un taller en el que una paciente llevó a su hija adolescente. “Se maquillaron juntas, entre risas y lágrimas. Fue una forma de sanar, de construir recuerdos hermosos en medio de tanta adversidad”, relató.

“LUZCA BIEN, SIÉNTASE MEJOR”. Las participantes del programa.

En Tucumán, Ana Anzorena, maquilladora y auxiliar en cosmiatría, trabaja con pacientes oncológicos y dermatológicos. “El maquillaje correctivo es un mimo al alma. Ver cómo alguien se reconoce en el espejo después de tanto tiempo es movilizador”, dijo. Además del maquillaje, en sus talleres se utilizan técnicas como la micropigmentación para disimular la caída del pelo y camuflar cicatrices. “No es solo enseñar a usar un lápiz o una sombra es acompañar a la persona a que vuelva a mirarse al espejo. Particularmente trabajo con micropigmentación -un procedimiento semipermanente que implanta pigmento en la piel- que ayuda a los pacientes con cáncer a disimular la caída del pelo en las cejas y las pestañas y al mismo tiempo, se puede utilizar para camuflar cicatrices y dibujar la aureola tras una reconstrucción mamaria. Es un proceso de sanación desde lo visible hacia lo interno”.

Jornadas que sanan

Los tratamientos oncológicos no solo afectan la salud física de las personas, sino también su bienestar emocional y autoestima. En este contexto, el programa Luzca Bien… Siéntase Mejor (LBSM), impulsado por la Cámara Argentina de la Industria de Cosmética y Perfumería (CAPA), ofrece apoyo a mujeres en tratamiento oncológico. “La idea no fue nuestra. Esto comenzó en EEUU y en otros países y vi la posibilidad de complementar con nuestros pacientes. A pesar de lo devastador del tratamiento, existe la posibilidad de que las pacientes se vean lindas, se sientan bien al mirarse al espejo y encuentren fuerza para seguir adelante”, explicó el Dr. Felipe Palazzo, director médico del Centro para la Atención Integral del Paciente Oncológico (Caipo).

En Tucumán, los talleres de LBSM están a cargo de la doctora Guadalupe Lencina Solórzano, especialista en medicina paliativa quien asumió el desafío. “Conocí el programa y me pareció una forma de contribuir a la salud mental y autoestima de las pacientes. En 2008 contacté al programa en Buenos Aires, y desde entonces realizamos los talleres en la provincia con el trabajo de voluntarios y la estructura que brinda CAPA”.

Al principio, algunas pacientes mostraban dudas sobre los talleres, pero con el tiempo y la difusión, se consolidaron como un espacio esperado donde además de aprender sobre maquillaje y accesorios pueden compartir experiencias. Las jornadas de este año se realizarán el 14 de abril y el 13 de octubre. El programa LBSM no sólo humaniza el tratamiento, sino que también transforma la experiencia de las pacientes. “Contribuir al bienestar emocional de estas mujeres es en última instancia parte de su sanación”, concluyó Lencina.

Voces de Hospital

En los hospitales, médicos y psicólogos destacan el impacto positivo de estas iniciativas. Rubén Pedruzzi, jefe del Hospital Oncológico de Día del Instituto de Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes, considera que el maquillaje terapéutico es un soporte emocional. “Es una herramienta que ayuda a las pacientes a sentirse mejor durante un momento de gran vulnerabilidad”. Aunque no es parte del protocolo habitual en el hospital, Pedruzzi destaca la importancia de estas acciones en fechas especiales: “En jornadas como el Día de la Mujer o el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, hay una fundación a cargo del padre Enzo Capellán de La Maternidad donde los voluntarios maquillan, cortan el cabello y arreglan uñas. El impacto en la autoestima de las pacientes es notable”.

EMPUJE. Antonella en su última sesión de “quimio”.

Silvia Rosselló, psicóloga del equipo de cuidados paliativos del mismo hospital, enfatiza la importancia de la contención emocional: “Cuando una paciente se ve mejor, el camino del tratamiento se vuelve un poco más llevadero”. La psicóloga también enfatiza la importancia de la contención emocional en todo el proceso: “En salud mental, trabajamos desde el diagnóstico. Ofrecemos psicoterapia semanal y acompañamos también a los familiares quienes son fundamentales para ayudar a las pacientes a transitar este proceso”.

La posibilidad de que esta iniciativa crezca en Tucumán y otras provincias no solo depende de las profesionales capacitadas, sino también del apoyo de instituciones y comunidades. El impacto de estas iniciativas trasciende la estética. Cada trazo de lápiz, cada sombra aplicada con cuidado, es una declaración de lucha, un grito silencioso que dice: “No estoy vencida”. 

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