Imagino que la que voy a describir es una situación que se repite en toda la provincia. Yo voy a hablar por Yerba Buena. ¿Las autoridades municipales pueden hacer algo para controlar el volumen de los parlantes y megáfonos de los vendedores/compradores de chatarra y de frutas-verduras que transitan por las calles de la ciudad, sobre todo por los barrios periféricos? Resulta sumamente molesto el proceder de estas personas; todos los días pasan a cualquier hora como si nada, sin respetar con esos sonidos estridentes, cual recital de música, los tiempos de descanso de los vecinos, como sucede por ejemplo cuando vocean sus productos los domingos muy temprano, o a la siesta. Desconozco si existe alguna ordenanza que regule este tipo de actividades, pero sí está claro que no hay controles. Y sólo quiero recordar que un sonido de 70 decibeles produce efectos psicológicos negativos en tareas que requieren concentración y atención. Si se supera eso, puede producir reacciones de estrés, cansancio y alteración del sueño. Y ni hablemos de lo que se llama “umbral tóxico”, que puede llegar a ocasionar lesiones del oído medio.
Juan Chavarria
jchavar@gmail.com