San Martín de Tucumán se volvió predecible de local y casi lo pierde

San Martín de Tucumán se volvió predecible de local y casi lo pierde

Diego Flores cambió el esquema, pero el equipo todavía no encuentra los caminos jugando ante su gente.

NO LO PUEDE CREER. Nahuel Banegas intentó desequilibrar por las bandas, pero el equipo no encontró los caminos en La Ciudadela. FOTO DE DIEGO ARÁOZ/LA GACETA. NO LO PUEDE CREER. Nahuel Banegas intentó desequilibrar por las bandas, pero el equipo no encontró los caminos en La Ciudadela. FOTO DE DIEGO ARÁOZ/LA GACETA.

Déjá vu es una expresión francesa muy utilizada que se traduce como “ya visto”. El desempeño de San Martín de Tucumán contra All Boys prácticamente fue una copia del último partido en La Ciudadela. Nuevamente el conjunto de Bolívar y Pellegrini no encontró los caminos para doblegar al rival y quedó en deuda con su gente, que se mostró molesta por perder una gran oportunidad: alejarse de los perseguidores en la cima de la zona A.

Diego Flores quedó conforme con lo que mostraron sus dirigidos en Carlos Casares y por este motivo repitió los nombres en la formación. Leonardo Monje y Diego Mastrángelo mantuvieron su puesto en el “11” titular, pero esta vez no hubo caso. Si bien el técnico mutó del 5-3-2 a un 4-2-3-1, el equipo no capitalizó las chances que tuvo en el área del rival.

El bloque defensivo compuesto por Gonzalo Bettini, Agustín Dattola, Tiago Peñalba y Mastrángelo tuvo la contención en la mitad de la cancha por Gustavo Abregú y Monje. Este último, de muy flojo rendimiento.

A diferencia de la fecha pasada, el ex Instituto jamás logró entrar en partido. Estuvo inconexo con el oriundo de San Pablo y para colmo estuvo ausente en la marca del ex “santo” Santiago Galucci Otero y Alexis Melo.

La idea de Flores fue marcar la diferencia en la ofensiva. Como colaboración a Juan Cuevas, Nahuel Banegas se paró como un extremo izquierdo y buscó inyectar al equipo de su velocidad. No obstante, con el conjunto de Floresta replegado en el fondo, el lateral izquierdo no logró marcar la diferencia y se fue reemplazado en tiempo adicionado por Mateo Acosta.

En tanto que Junior Arias aportó sacrificio y entrega, pero eso no alcanza. Los delanteros deben marcar goles y los hinchas con su impaciencia se lo hicieron saber.

El técnico César Monasterio llegó a La Ciudadela a buscar el punto y lo consiguió. Su 4-3-3 le salió a la perfección y solamente sobre el final generó las jugadas de mayor peligro. Durante gran parte del partido la posesión fue de San Martín y en el afan de querer romper el cero, casi lo termina perdiendo.

Al igual que contra San Martín de San Juan y Agropecuario, Darío Sand nuevamente se transformó en figura. El correntino estuvo atento a los remates del “albo” y generó tranquilidad bajo los tres palos. En ese sentido, Dattola, Bettini y Peñalba tuvieron demasiado trabajo en la defensa, algo impensado para un equipo que juega de local.

Los ingresos “cantados” de Pablo Hernández -por Monje- y Gonzalo Rodríguez -por Lautaro Fedele- parecían que iban a torcer la historia.

El ex Independiente se soltó un poco en la mitad de la cancha y buscó ser la salida limpia para llegar al gol, pero All Boys no se desordenó nunca. En tanto qué Rodríguez tampoco llegó a ser desequilibrante, a pesar de haber intentado en un momento posicionarse como centro delantero.

El “santo” tuvo varias acciones para abrir el marcador con Arias, Cuevas, Bettini, Abregú y hasta Mastrángelo, con un doble remate que rebotó en la defensa. Pero, los rivales que llegan a La Ciudadela parecen haber tomado nota de cómo juega el equipo de Flores. Sucedió hace dos semanas contra Guillermo Brown y ahora con All Boys.

A pesar de que el primer puesto todavía es de San Martín, ya se acercó su homónimo sanjuanino (quedó escolta a un punto) y si Quilmes vence mañana le quitará ese liderato que tanto le costó conseguir a los de Bolívar y Pellegrini.

El “santo” parece haber perdido la “chispa” que marca la diferencia de local y no caben dudas que el entrenador tendrá una ardua tarea: enamorar a los hinchas, al menos, cuando el equipo juega en casa. 

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