Sexualmente hablando: rituales del amor

Sexualmente hablando: rituales del amor

Sexualmente hablando: rituales del amor

Es un hecho que muchos rituales, sobre todo los más tradicionales, se han perdido. Algunas ceremonias, tan frecuentes hasta hace algunas décadas, han quedado diluidas en el apuro de la vida vertiginosa que hoy llevamos. Por eso más de una vez los psicólogos escuchamos a pacientes recordar con añoranza hábitos familiares de su niñez, que hoy, por distintos motivos, les resulta difícil replicar con sus hijos. Almuerzos multitudinarios los domingos, paseos en familia, más momentos compartidos con los chicos. Por supuesto que no hemos prescindido del todo de estos ritos, pero también es cierto que muchos están impregnados de consumismo y vacíos de significado afectivo.

Los terapeutas de pareja Daniel Ellenberg y Judith Bell, en su libro “Amantes para toda la vida”, hacen referencia a la importancia de tales ceremonias en una relación de pareja, especialmente respecto de su vida sexual. Insisten en lo positivo de honrar aquellas que nos inspiren, desarrolladas por distintas tradiciones (o inventar las propias): “sea lo que sea que elijamos, debemos mostrarnos abiertos para percibir el efecto que el ritual tiene sobre nosotros mismos, nuestro amante y la experiencia en sí”.

Plantean algunas líneas generales a seguir en caso de optar por crear nuestra propia creatividad: deben ser simples, atractivos desde un punto de vista estético e involucrar los sentidos. También recomiendan que sean flexibles (es decir, tenemos que estar dispuestos a cambiarlos si no producen el efecto deseado) y lo menos forzados posibles: lo ideal es emplear ideas, símbolos, objetos y movimientos que nos surjan de forma natural. La idea es nutrirnos, ayudarnos a entrar en clima, acercarnos íntimamente.

Pero, ¿de qué estamos hablando?, ¿no será complicarnos la vida? ¡Al contrario! Las posibilidades son infinitas, y más que sencillas. Compartir una ducha, un masaje, cantar juntos, bailar, escuchar música. “A muchos amantes les gusta meditar o rezar antes de iniciar otro tipo de contacto, porque la relajación mental y corporal lograda les permite abandonar lo mundano y tomar conciencia de su legítima naturaleza, mientras que otros prefieren bailar juntos”. Lo que se pretende es crear un espacio para sentirse unidos mediante una experiencia común.

Es importante recordar que la intención de todo esto no es ni más ni menos que transformar la energía, “cambiar el chip” dirían algunos. Por eso es que, en muchas religiones, toda acción va precedida de una bendición: desde sentarse a comer, hasta recibir dinero, casarse o establecer contacto sexual. La función de esa bendición es recordar que todos nuestros actos, por más triviales que parezcan, están ligados a lo trascendente y por lo mismo son un pasaje hacia su contemplación.

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