En 2003 les dijeron "cierren la compañía", pero apostaron y convirtieron a Despegar en un unicornio

En 2003 les dijeron "cierren la compañía", pero apostaron y convirtieron a Despegar en un unicornio

En el inicio de Unsta Emprende, Rastellino, cofundador de Despegar, explicó los sacrificios que él y sus socios hicieron para salvar una compañía que hoy es líder en América Latina.

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La experiencia de Despegar fue y sigue siendo para sus creadores “un viaje divertido”, que, sin embargo, varias veces estuvo cerca de concluir de la peor manera, según Martín Rastellino, cofundador y miembro del Consejo de Dirección de la compañía. En la disertación remota que brindó en Unsta Emprende 2023, foro con 18 ediciones que empezó ayer y sigue este viernes a partir de las 15 en el campus de Yerba Buena, Rastellino aseguró que la pasión y la convicción les había permitido sobrevivir a las crisis múltiples enfrentadas desde 1999. “Si uno cree en lo que hace, debe seguir adelante”, aseguró el empresario. Despegar cotiza en la Bolsa de los Estados Unidos, opera en 20 países y es líder en América Latina.

Con la moderación de Milagro Frías Silva, directora de Extensión, y de Víctor Martínez, decano de Economía y Administración de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta), Rastellino recorrió la historia del proyecto que creó con cuatro socios argentinos y cuyo inicio él ubica en una maestría en la Universidad de Duke (Estados Unidos) que les dio la posibilidad de experimentar de manera adelantada el boom de internet. “Estábamos fascinados con ese fenómeno y queríamos ser parte. Pensamos en un modelo aplicable a la región”, explicó. Y así fue cómo uno de los socios aportó la idea de una agencia de viajes digital.

Finalizaba el siglo XX e internet recién estaba llegando a la Argentina. Rastellino apuntó que esa demora jugó a favor de su emprendimiento y añadió que estar al tanto de lo que sucede en países que van a la vanguardia genera oportunidades. Los cofundadores de Despegar habían advertido que la industria de los viajes estaba fragmentada y dispersa; que era poco transparente y que requería información de manera intensiva. “Nos pareció que tenía sentido por todas partes montar una agencia de viajes online. Más de dos décadas después puedo decir que fue un proceso muy lindo y exitoso, pero tuvo sus barreras y bemoles”, observó.

Arrancaron sin dinero y a quienes se sumaban al emprendimiento les ofrecían acciones. Pero, al poco tiempo, aparecieron los problemas: casi en simultáneo, se pinchó la burbuja de internet en los Estados Unidos y empezó a escasear la inversión para las empresas tecnológicas; la Argentina entró en la cesación de pagos de 2001-2002, y un ataque extremista nunca visto detonó las Torres Gemelas. “De repente, nadie quería invertir y nadie quería viajar”, subrayó Rastellino.

Ya antes de la aparición de las crisis económicas y políticas, los socios de Despegar se habían topado con el “obstáculo cultural” consistente en que los usuarios latinoamericanos desconfiaban de las transacciones digitales y se resistían a introducir la tarjeta de crédito. “A lo sumo entraban a la página, cotizaban un servicio y lo imprimían para tener una referencia”, recordó. ¿Cómo sortearon ese escollo? “Con conversación”, dijo Rastellino. Al final, tuvieron que incorporar una línea de atención telefónica para contener y acompañar a los clientes.

“En 2003 apareció un posible comprador para Despegar y, cuando estábamos por hacer la venta, estalla la Guerra de Irak. El interesado se retiró; nuestros inversores se asustaron; nosotros perdíamos dinero y nos dijeron ‘cierren la compañía’”, relató Rastellino. Pero resulta que los cofundadores estaban seguros de que iban a superar la situación. “Hicimos muchos sacrificios: dejamos de cobrar salarios durante un año y, además, despedimos personal. En cinco meses estabilizamos la compañía y entramos en un período de crecimiento sostenido durante muchos años. Entonces, llegó la covid-19: a esa historia ya la conocen. No todo es color de rosas”, manifestó.

El “vuelo” de Despegar, uno de los primeros unicornios -empresas que superan la valuación de los USD 1.000 millones- nacidos en el país, dejó los siguientes aprendizajes a Rastellino: 1) hay que animarse a soñar y a soñar en grande; 2) para sobrevivir es necesario pensar a largo plazo; 3) resultan clave la dinámica de grupo y saber elegir socios; 4) hay que sacarse la barrera mental de que algo no se va a poder lograr; 5) las crisis van a existir, entonces mejor prepararse para ellas; 6) si se pretende innovar, es mejor fallar temprano, fallar rápido y fallar a menudo; 7) hay que aprender a reinventarse y 8) la pasión lleva a las personas donde aquellas quieren estar.

“En 2003 nos dijeron ‘cierren la compañía’, pero nosotros la mantuvimos”, reiteró Rastellino. ¿Cómo se sobrepusieron? Para él fue decisivo disfrutar del camino: “la gente trabaja mejor cuando está haciendo lo que le gusta. Les recomiendo que emprendan con algo que los apasione. De ese modo no sólo van a rendir más, sino que van a divertirse mucho más”.

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