Selección arrolladora: con tanta jerarquía no hay altura que valga

Selección arrolladora: con tanta jerarquía no hay altura que valga

Messi miró desde afuera la cómoda goleada en La Paz, sellada al cabo de un abrumador dominio de la Selección: fue 3-0 y regulando.

EN LA ALTURA. La Selección Argentina derrotó en la primera fecha de las Eliminatorias a Ecuador y, en la segunda, a Bolivia en La Paz. EN LA ALTURA. La Selección Argentina derrotó en la primera fecha de las Eliminatorias a Ecuador y, en la segunda, a Bolivia en La Paz. ARCHIVO
13 Septiembre 2023

¿Estaban jugado en la altura o en el llano? Da igual. A las diferencias las marcan los buenos jugadores, no las proyecciones sobre el nivel del mar. Y esta Selección tiene futbolistas buenísimos, capaces de arrasar en 90 minutos con décadas de equipos acomplejados por el sólo hecho de subir a La Paz. Demasiada jerarquía, además, para una Bolivia tan limitada que resulta difícil afirmar que sumará puntos en esta eliminatoria. Así de contundente.

Con ese combo en la cancha, estuvo perfecto que Leo Messi descansara acomodado en el banco. Una lástima por el público local, que colmó el estadio con la ilusión de verlo jugar. Porque habría que escarbar profundo en la historia futbolera internacional para encontrar una situación parecida. Una hinchada con el corazón partido -por más que su propia selección disputara puntos en una eliminatoria-; infinidad de camisetas albicelestes con el 10 en la espalda, bolivianos rogando “¡Messi, Messi!” cuando perdían 0-2; hasta una ovación para Angelito Correa, a quien confundieron con Leo entre tanta ansiedad por disfrutar un ratito del mejor del mundo. No pudo ser para el pueblo boliviano, que adora a Messi y no lo esconde.

Y no fue sólo Leo. El “efecto Scaloneta” se esparció como un elixir desde América Latina hasta impensados rincones de Asia y de África en plena gesta qatarí. Esa embriaguez persiste, hay un fanatismo por el campeón y por sus hombres que se refleja, por ejemplo, cuando Ángel Di María va a tirar un córner, los bolivianos lo ovacionan y él levanta el brazo, agradecido. Es jerarquía y es un enorme prestigio.

¿Y el partido? Se jugó siempre como quiso la Selección: a su ritmo, con sus maneras, borrando a Bolivia del terreno de movida. Apretando al rival en toda la cancha: con el impresionante Julián Álvarez y con Di María arriba; con el trío De Paul-MacAllister-Enzo Fernández en el medio; con los anticipos de “Cuti” Romero y de Otamendi atrás. Esta postura generó una consecuencia pocas veces vista: que fuera Bolivia la que pareciera embotada, ahogada, tirando la pelota a cualquier parte, llegando tarde a las jugadas y pegando patadas. Como si la altura estuviera dándole de su propia medicina al equipo de Gustavo Costas.

Pudo haber sido un baile/goleada histórica, pero Argentina reguló en el segundo tiempo. Las cosas estaban definidas, no había necesidad de apretar el físico. Bolivia, con 10 desde los 38’ por la expulsión de Roberto Fernández, estaba más interesada en el pitazo final que en un hipotético descuento. Con un jugador más, la Selección tocaba tranquila; lo más jugoso de la historia se había escrito en la primera mitad.

El gol cayó por decantación a la media hora, era cuestión de tiempo, de paciencia, porque el festejo iba a llegar. Y llegó tras una preciosa combinación entre De Paul, Julián y Di María, cuya asistencia encontró a Enzo en el área chica. ¿Cuántas veces se vio a un volante llegar como una ráfaga para definir así en la altura? Y luego, el 2-0 implicó el bautismo goleador de Nicolás Tagliafico en la Selección: el centro de Di María le cayó justo, pero en lugar de cabecear puso el hombro. Suficiente.

Apabullada, Bolivia se dedicó a cortar con falta, una y otra vez. La de Roberto Fernández sobre “Cuti” fue alevosa e innecesaria; lo echaron por doble amarilla, pero el VAR llamó al uruguayo Ostojich y el árbitro rectificó sacándole roja directa. Para un equipo que sólo atinaba a tirarle pelotazos a Moreno Martins, ese fue otro hachazo letal.

Para el epílogo, tras el gol de “Nico” González, entró Alejandro Garnacho, con lo que quedó definitivamente “blindado”. Sólo podrá representar a Argentina de aquí hasta el final de su carrera. Se lo vio feliz. Lógico, jugar en este equipo es un privilegio.

Emiliano Martínez (6)

Sólo le tiraron dos veces y respondió sin problemas. Manejó los tiempos en cada salida.

Nahuel Molina (6)

Sólido, sin complicaciones. No arriesgó en ataque, estuvo más contenido que de costumbre.

Cristian Romero (8)

Mantiene el altísmo nivel que se le vio contra Ecuador. Imposible que falle en un cruce.

Nicolás Otamendi (7)

Controló a cuanto boliviano se movía cerca. Sólo cedió un tiro libre cerca del área en el complemento.

Nicolás Tagliafico (8)

Una de sus mejores producciones con la Selección: ida y vuelta, pelota segura y bautismo goleador.

Rodrigo De Paul (8)

El partido se jugó con la velocidad que el decidía imponer en el medio. Hasta estuvo cerca del gol.

Enzo Fernández (7)

Mucho más cómodo sobre un costado que como “5”. Más libre, Enzo juega, ataca y define.

Alexis Mac Allister (7)

Impecable cortando y equilibrando posiciones en el medio. Infalible para distribuir con criterio.

Nicolás González (7)

Notable ida y vuelta por la izquierda. Sacrificio puro y llegada al área para anotar el 3-0.

Julián Álvarez (8)

Jugó en el llano: picó a todas, apretó la salida rival y robó pelotas, supo pivotear y gambetear. Formó además una gran dupla con Di María. Delantero top.

Ángel Di María (9)

Se calzó la cinta de capitán y con esa seguridad guió al equipo dentro de la cancha. Imparable en cada arranque, veloz, picante, brindó dos asistencias y provocó zozobras en la defensa boliviana cada vez que le llegó la pelota. Enorme tarea.

Exequiel Palacios (-)

Se reconocen sus prestaciones en la altura. Participó en la jugada del tercer gol asistiendo a González.

Lautaro Martínez, Leandro Paredes, Ángel Correa (-)

Jugaron apenas un puñado de minutos.

Alejandro Garnacho (-)

Al ingresar sobre el final sumó el tercer partido con la Selección, con lo que quedó “blindado”.

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