¡Otro Sacerdote Involucrado!

18 Jun 2014
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En camino...

Crónica de una mediación real en capítulos. Parte I

Partes:

Graciana de 29 años, dos hijos pequeños, sobrina de Manuel. Es quien solicita la mediación.

Manuel: de 59 años casado con un hijo y único hermano del fallecido padre de Graciana (tío de ella). 

Actores no presentes:

La abuela de 81 años que se encuentra internada en un geriátrico (madre de Manuel y abuela de Graciana)

La esposa y el hijo de Manuel  y la madre de Graciana (cuñada de Juan)

 Relato:

Graciela: "¿No pensás que ella debe estar sufriendo pensando porqué dejé de ir a verla?  ¿No pregunta por mí?" 

Manuel: "Ya lo sé…claro que pregunta…en mi casa me tienen loco..."que cuando voy a terminar con esta historia"…Ya sé que está mal"

La primera reunión conjunta entre Manuel y Graciana no avanzaba. Se hablaban manteniendo el respeto dentro de un tono vehemente.

Habían surgido algunos temas vinculados al entorno familiar y un relato referido a la falta de apoyo de Graciana hacia Manuel en una reunión. Sin embargo el centro de la discusión estaba referido al lugar en donde Manuel había instalado a su madre (abuela de Graciana), alejándola de Graciana y del resto de la familia.

Se inicia una reunión privada en la que Manuel  expresa: 

“¿Sabe qué pasa? Es que yo juré que no lo iba a decir nunca. Soy católico pero no practico. Pero ese día cuando salí de la reunión tenía tanta bronca que justo pasé por una Iglesia y entré. Allí juré que iba a sacar a mi vieja del geriátrico y no le iba a decir nunca a nadie dónde estaba. ¿Se da cuenta? Encima juré por mi hijo por mi único hijo…”

Mediadora: "Entiendo Ud. juró por su hijo…por su único hijo…"

El rostro de Manuel reflejaba la angustia que esta situación le provocaba, debatido entre un juramento y la conciencia de un mal proceder.

Su mirada se dirigía hacia abajo y su voz era tenue. 

Continuará...

Comentario:
 
El mediador es neutral y su función es lograr la comunicación interpersonal y buscar cuáles son los intereses más profundos de las partes para poder conectarlos en lo que hay de común. 

Muchas veces en el diálogo aparecen principios o valores que las partes (y el mediador) llevan consigo y que en muchos casos son pilares fundamentales que brindan sentido a la vida de cada uno. En teoría, uno de los límites del mediador es cuando se llega a estos principios que no son negociables o intercambiables. 

Algunos de Uds. dirá: "¡Pero por favor! ¿qué clase de juramento es ese?" Otros dirán: "Listo. Juró por su hijo, hay que respetarlo". El mediador no dice ni lo uno ni lo otro (aunque quizás lo piense).

Existe una falacia que los mediadores tenemos que atravesar muchas veces y es la falacia del falso dilema o falsa bifurcación, que propone sólo dos salidas: "a" o "b". Les doy un ejemplo: "O  te vas vos o me voy yo" ¿a o b?. La pregunta que desestructura a esta falacia es: ¿Qué otra posibilidad hay además de éstas?(a...b....c....d....e....etc.) 

En este caso concreto el esquema del mediado sería:
a) O cumplo con la familia y fallo al juramento que hice ante Dios o
b) Cumplo con el juramento y le fallo a la familia.

¿Cómo ayudar a salir de allí sin opinar ni aconsejar?

¿Cómo salvar el diálogo y a la mediación, respetando a cada persona, a sus ideas y principios?

¿Cómo atravesar lo que aparece como un obstáculo insalvable?

Lo veremos en el próximo capítulo de...¡Otro sacerdote involucrado!

¡Hasta la próxima!  

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