Kevin Johansen: del susurro a la cumbia, con humor e ironía

Kevin Johansen: del susurro a la cumbia, con humor e ironía

Un largo camino ha recorrido desde aquel “Down with my baby”. Hoy llega al Septiembre Musical junto a su banda, The Nada.

SOCIEDAD INDIVISIBLE. Johansen y su guitarra producen historias que se cuentan en forma de canciones. gratisenbuenosaires.com SOCIEDAD INDIVISIBLE. Johansen y su guitarra producen historias que se cuentan en forma de canciones. gratisenbuenosaires.com
Entre Alaska, California, Nueva York, Montevideo y Buenos Aires hay miles de kilómetros, de distancia y de idiosincrasias, sentires y decires. Kevin Johansen ha vivido un tiempo en esos sitios hasta que hace algo más de una década halló su lugar en el mundo -y en la canción- en Buenos Aires. Allí instaló la rareza de su voz de bajo, la guitarra, la fina ironía de sus letras, ya en una cumbia intelectual, en un tango o en plan hiperromántico.

Hoy, en el teatro San Martín, ofrecerá parte de su bagaje acompañado por su banda, The Nada, y extrañando a su compañero de shows, el dibujante Liniers.

“Hace unos cinco años que no vamos a Tucumán. Demasiado tiempo”, dispara el músico.

- Una vez te definiste como “desgenerado”. ¿Seguís en eso?

- Más que nunca. Es la historia de mi vida. Esa fue una forma de respuesta porque en España se preocupaban mucho respecto de qué género hacía. Hoy podría decir que soy muy tradicionalista también, y muy purista de la canción. Me gusta que la música sea la primera emoción, pero a la vez creo mucho en una buena historia, en algo que contar. En ese sentido no hemos inventado la pólvora ni mucho menos.

- Un “desgénero” donde entran el humor, la ironía y una impronta luthieresca. ¿De dónde viene?

- Creo que somos herederos de tanta riqueza musical... Mi madre era muy folclorista y muy latinoamericanista. En casa se escuchaba mucho folclore argentino, pero también Violeta Parra, Víctor Jara, Viglietti, Zitarroza, mezclados con música caribeña y brasileña. Cuando llegué a la Argentina yo escuchaba en los recreos Charly, Spinetta, Les Luthiers... Además en casa se escuchaba Zappa, así que había una relación con el humor propio de la música norteamericana. Creo que viene de ahí. Además, como decía, somos herederos de une generación muy pesada en el mejor de los sentidos; de músicos que por cantar sobre la libertad eran amenazados de muerte o se tenían que ir exiliados. Nosotros somos la generación que nació con la democracia. De algún modo gozamos de las mieles de cantar sobre lo que se nos cante. Y con más o menos tiempo nos dimos cuenta de que eso también conlleva una responsabilidad porque si yo cantara sobre la libertad, como Serrat o Gieco hace 40 años, sería un demagogo, sería un tipo muy cómodo. La otra vez nos cayó la ficha con Liniers, cuando cantamos (en julio) en la noche de la Ley de matrimonio igualitario. Estábamos frente al Congreso y los The Nada me desafiaron: a que no te animás a decirles “canten putos”. Yo me animé y todo el mundo cantó la canción. Eso es lo lindo, al ser herederos de una generación tan pesada, ahorapodemos cantar sobre nuevas libertades, ese es el tema. Quiere decir que algo se ha ganado a través de algo tan simple como la canción.

- Tan simple y tan decisivo en la música que hay unos cuantos artistas en el canto amable.

- Hay una especie de género. Tiene que ver con el susurro, donde también tienen que ver los que andaron estos días por aquí, de la escuela brasileña, Caetano (Veloso) y Gilberto (Gil) de recitar, de decir. Y también así como parece una cosa sencilla, a veces una canción puede ser compleja como materia de ciencia nuclear o de neurocirugía.

- ¿Qué no cantarías nunca?

- Con el guiño apropiado no hay género que no abordaría. Para mí lo interesante, y lo alentador, es que hay infinitas formas. A veces uno escucha que que ya se inventó todo, y yo soy un gran detractor de esa idea. Viene algún grande, como Sabina, y dice: “no escucho ningún Leonard Cohen en las nuevas generaciones”. Yo pienso: me parece que no estás escuchando. Hay que escuchar un poco más. Creo que hay un montón de cosas nuevas de los sub 30 que la van a romper; hay un montón de propuestas increíbles. Pero no creo que haya alguna música que yo no haga, en el sentido de que a veces uno cree que algo es “feo” o no es de tu gusto, pero creo que con el guiño adecuado podría hacer cualquier cosa. Algunas me dan risa (con cariño lo digo): el género romantico o del heavy metal. Pero a la vez hay músicos del heavy metal que son maestros. No hay nada más lindo que un metalero se te acerque y te diga: “yo no escucho tu tipo de música, pero esa canción me gustó”.

- A la hora de componer, ¿qué es primero: música o letra?

- Como dije la música es la primera emoción, es el motor que lleva a la letra. A veces puede variar. En el caso de “Desde que te perdí”, una canción que empezó por el título (es una canción de amor al revés). Pero en general la música, un ritmo que se empieza a tararear, es lo más lindo que hay, y después la letra tiene que ser lo más fiel posible a esa emoción.

- ¿Te separaste temporalmente o te divorciaste de Liniers?

- Es una pareja abierta. Aunque no lo veamos Liniers siempre está. Están presentes sus dibujos y sus animaciones. Es un gran amigo y la pasamos muy bien juntos, solo que en algunas giras no puede acompañarnos por sus compromisos. Le ha ido bien al muchacho.

- ¿Qué te ha dado esa sociedad?

- Dos libros, “Ups” y “Bis”, que nos editó La Flor, son un regalo enorme. Siempre digo que Liniers hace algo que no se escucha, y nosotros algo que no se ve: más complementario que eso, imposible; y además está el cariño. Nos entendemos mucho y tenemos mucha afinidad estética. De algún modo él también es un “desgenerado” en el dibujo.

- ¿Cómo será el show de esta noche?

- Voy a estar con mis laderos, The Nada, hermanos que encontré hace 15 años. La banda está muy afianzada; llevamos lo nuevo; bastante de “Bi” (álbum dobre de estudio) pero sin dejar afuera “The Nada”, “Logos” o “Sur o no sur”. ¿Down with my baby? Por supuesto, hay que hacer los clásicos.

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