Abel Peirano, “un yacimiento inagotable”

Abel Peirano, “un yacimiento inagotable”

Investigador e incansable viajero del conocimiento, Peirano legó sus descubrimientos mineros a nuestra Universidad.

Abel Peirano, “un yacimiento inagotable”
19 Diciembre 2013
Abel Peirano nació en Buenos Aires el 5 de junio de 1896. Desde 1915 a 1918 estudió en la Escuela de Farmacia de la UBA, ejerciendo la profesión de farmacéutico desde 1919 hasta 1928. Sin embargo su pasión por las Ciencias Naturales lo llevó a dedicarse a la geología, profesión que abrazó con verdadera pasión.

En 1930 el Rector Presbich le encomendó el ordenamiento y el estudio de las colecciones donadas por el Doctor Miguel Lillo al Museo de Historia Natural. Ocupó cargos como Director de la sección botánica del mencionado museo y como Jefe de la sección Mineralogía y Geología.

Peirano realizó desde 1919 excursiones geológicas combinadas con campañas de recolección de especies botánicas en el norte argentino y fue en uno de sus frecuentes viajes, en 1936, que descubrió e inició una etapa exploratoria en Aguas de Dionisio, revelando la importancia potencial de estos yacimientos ricos en manganeso, oro y plata.

En junio de 1948 a través del Instituto de Geología y Minería de la UNT, con sede en Jujuy, dirigió la exploración de la zona minera de Aguas de Dionisio. Años más tarde Peirano decidió transferir junto a un grupo de colaboradores de su confianza, como Celestino Danieli y Juan Carlos Porto, los beneficios de sus descubrimientos a nuestra Universidad.

Esta acción resume su espíritu desinteresado y humilde al servicio de nuestra Casa de Estudio. Su amigo, Celestino Danieli lo describió afirmando que “…en medio de una enfermedad terrible que no le permitió cumplir su último deseo ‘morir sin molestar a nadie’, siguió escribiendo en medio de lo que él llamaba ‘esas odiosas ausencias mentales’ o esas ‘pesadillas de vacío’ a lo que lo sometió la arterosclerosis, y por ser el que más conoció a Peirano pudo construir una definición exacta de su persona: “él mismo fue un yacimiento inagotable”.

Fuente: Archivo Histórico de la UNT - Autor: Prof. Miguel Bounar

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