Los Mayas y el Fin del Mundo

Los Mayas y el Fin del Mundo

Su calendario era más preciso que el Gregoriano. Calcularon órbitas de planetas con la misma precisión que surge de las observaciones actuales. El 22 de diciembre de 2012 era la fecha en que estimaban que llegaría el fin de su imperio.

ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. El templo de los adivinos, en Uxmal, levantado a partir de signos observados en el firmamento. ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. El templo de los adivinos, en Uxmal, levantado a partir de signos observados en el firmamento.
06 Enero 2013

Este tema nos obliga a alejarnos un poco de la fantasía -la fábula o leyenda, como quiera llamársela- y a mirar de cerca aquellas culturas prehispánicas, en especial una de las más antiguas, la Maya, con sus profundos conocimientos matemáticos y astronómicos, entre los que se destacan la observación y el registro de los ciclos celestes, el valor posicional de los números; el cero. Por otra parte, puede conducirnos a dos consideraciones: 1) la astronomía mágica y adivinatoria de los mayas; 2) su concepto del tiempo cíclico.

Hay preguntas fundamentales que se vienen planteando los investigadores y especialistas desde hace mucho tiempo: ¿Cómo consideraban los antiguos habitantes del Nuevo Mundo, el firmamento que los rodeaba? ¿Desde cuándo observaban el cielo en busca de señales?

Difícil encontrar amplias y certeras respuestas a causa de la loca destrucción que hizo el invasor de los documentos sagrados específicos del aborigen. Quedaron pocos: partes de códices, inscripciones en las estelas.

Una primera respuesta la iremos buscando sobre la marcha de este trabajo; para la segunda, digamos que ya los hombres de la tribu -que sucedió a la banda- buscaban las respuestas a sus grandes interrogantes -pestes, meteoros, etcétera- siguiendo el curso y los mensajes de los astros (por ejemplo, a través de la posición del sol) que iban a darles datos sobre el cambio de las estaciones, períodos de lluvias, etcétera. Para eso tuvieron, desde muy temprano, sus especialistas, sus observadores, primero el mismo Jefe de la tribu; con el tiempo, sus sacerdotes profesionales, como mediadores entre el cielo y los hombres, y en cuyas actividades se combinaban lo mágico y lo científico. (Semo, E. 2006, página131).

Astronomía astrológica
La astronomía en las culturas precolombinas tenía un sentido práctico, cierto es, pero fundamentalmente era ritualista y adivinatoria. Las observaciones de los astrónomos pasaban, a su vez, a otros especialistas: por un lado, los astrólogos, que interpretaban las posibles consecuencias de los hechos datados por dichos astrónomos, y realizaban, así, sus predicciones (muchas de ellas acertadas). Ya lo señaló E. Thompson (1972, página 77): "La astronomía maya es astrología".

Por otro lado, los matemáticos, encargados de medir los tiempos y la periodicidad de los hechos. Sin embargo, creemos que su rol fundamental era la cronología. Y ya podemos señalar una primera cadena de interrelaciones: astronomía-astrología-matemáticas.

La constante y temprana observación de los astros (la luna fue objeto de atención desde fines del paleolítico) los llevaría, con el tiempo, a asombrosos conocimientos científicos, aunque es bueno recalcar que estos conocimientos no tenían en sí mismos un primer objetivo científico sino, por una parte, práctico y por otra, religioso y mágico.

Con el paso de los siglos, por los signos observados en el cielo, se levantarían templos y ciudades: la Pirámide del adivino, en Uxmal; el Templo de las inscripciones, en Palenque, entre tantos otros.

Estas observaciones astronómicas fueron graficadas por los mayas en sus códices y estelas. El Códice de Dresde contiene tablas astronómicas de Marte, de Venus, de los eclipses, de los cursos del sol y de la luna, los años, los días del año, la revolución sinódica de Marte y de Venus.

Los astrónomos, sentados, o acostados, en el suelo, seguían el curso de los astros en busca de informaciones de sucesos astrales del futuro y hacían sus registros calendáricos. Un calendario maya estaba organizado sobre la base del recorrido del sol, y establecía 365,242 días, con mayor precisión que nuestro calendario Gregoriano.

La revolución sinódica de Venus, calculada en la actualidad, es de 583,92 días; en los cálculos mayas era de 584 días (Omil, A, 2011, página 38).

Había un tiempo cronológico y un tiempo mítico cuya vinculación puede verse en el célebre Tablero de la cruz, de Palenque, que tanta letra ha dado a la fantasía.

En realidad, la idea del tiempo era infinita, con un concepto cíclico, o sea que los ciclos temporales se repiten, a la manera del curso de los astros y de las estaciones.

22/12/2012
En consecuencia, había etapas que tenían que repetirse. Calculaban que el ciclo de su imperio comenzó en el 3.113 a.C y que terminaría el 22 de diciembre de 2012, con un cambio en el campo magnético de la tierra, vinculado a catástrofes de fuego y agua. Y que luego vendría otro ciclo. Esto habría hecho confundir la idea del fin del mundo con estos conceptos.

Bueno es insistir, a propósito de esto, en los juicios de algunos universalmente respetados estudiosos del tema: "La explicación sobre las tablas astronómicas y los almanaques de códices, vinculados astronómicamente, sugiere que los astrónomos mayas se valían de los fenómenos celestes para hacer predicciones astrológicas" (Aveni, Anthony, 2005).

En realidad, los mayas tenían dos calendarios, uno sagrado, o ritual (Tzolkin), de 260 días; y otro, civil (Haab), de 365 días, según el recorrido anual de la tierra alrededor del sol, como dijimos. Y aquí entra la interpretación mítica del tema que nos ocupa: los dos calendarios tenían que coincidir; esta combinación está representada por dos ruedas simbólicas dentadas. En un momento dado, la combinación de ambos calendarios era un ciclo de 18.980 días, equivalente a unos 52 años solares, en que dos numerales representados por sus respetivos glifos se repiten junto con 19.980 días. El final de este ciclo, incompleto, representaba el enojo de los dioses y daba lugar a la lucha y el caos.

Este fin de ciclo puede haber sido interpretado como fin del mundo.

El tema es amplísimo, al igual que la bibliografía. Este trabajo es sólo una modesta aproximación.

© LA GACETA Alba Omil - Profesora de Letras, escritora y editora.

Obras citadas:- Aveni, Anthoni (2005) Skywatchers (Observadores del cielo en el México antiguo). 2ª ed. Trad. de Jorge Ferreiro. México FCE. 

- Omil, Alba (2011): Hechicerías en las culturas prehispánicas. Tucumán. Lucio Piérola ediciones. 

- Semo, Enrique (comp. (2006): Historia económica de México. La antigüedad. México. Ed. Océano.

- Thompson, E. (Sir Erik) (1972): Maya Hieroghyphs withaout tears. British Museum. Londres. (Cit por Aveni, 2005).

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