Militares y montoneros despreciaban la democracia

Militares y montoneros despreciaban la democracia

Noche de lobos, su último libro, es una novela sin ficción. Allí se unen los polos opuestos de la historia argentina de los 70. La trama pasa de una sala de tortura en la ESMA al pozo en el que está secuestrado el mayor Larrabure; gira en torno al amor de una torturada con su torturador; nos lleva al pacto sellado entre un líder guerrillero y un líder militar. Posse nos habla de su libro pero también de la crisis actual de los jóvenes, de sus diferencias con los de los 70 y de la situación actual de nuestro país. "La Argentina avanza por un atajo que no conduce a ninguna parte", advierte.

04 Septiembre 2011
- Uno de los protagonistas de su última novela es una militante montonera que es torturada en la ESMA.
- Es un personaje real, una mujer que estuvo condenada a muerte por los militares y por Montoneros. La novela surge de los diálogos que tuve con ella hace muchos años. Conservo un plano que me hizo de la sala de torturas en la que estuvo. Ella necesitaba contar su historia porque temía que, si moría, su hija creyera que ella había entregado a su marido para salvarla. En la novela se encuentran los dos sectores. El que se propone restablecer el orden público quebrado por una minoría violenta y que procede como si no existiera la ley que esa minoría quería violar. Por otro lado, los subversivos, que rechazan la oferta de Perón de integrarse al peronismo y toman la línea romántica que venía de Guevara. Los dos sectores, militares y montoneros, despreciaban la democracia. Para los militares era una pesadilla que les impedía actuar con rigor. Para los guerrilleros era una pesadilla pequeñoburguesa que respondía a los intereses del capitalismo mundial.

- En el libro, Perón les advierte a los líderes montoneros que "una revolución con armas cortas es como una revolución de pantalón corto" y les señala que la revolución cubana es irrepetible.
- Perón les pregunta cómo van a combatir con la Sexta Flota, cuántos aviones Mig o F16 tienen. "Lo de Cuba no fue una revolución sino un malentendido del Departamento de Estado", les dice mientras les da una lección de historia contemporánea y les demuestra que es infantil creer que en un país como la Argentina puede prender una revolución guevarista. Lo que quise hacer en el libro es mostrar la dimensión humana de personajes que representan a dos sectores equivocados que generaron una situación dramática. Unos creían que se podía alcanzar la redención de la condición humana  poniendo bombas. Otros, que se podía mantener el orden constitucional haciendo desaparecer gente.

- Hay muchos puntos de contacto entre Noche de lobos y otros de sus libros. El acceso del narrador a documentos que revelan parte de la historia y el abordaje a la psiquis del guerrillero presentes en Los cuadernos de Praga, los elementos autobiográficos de Cuando muere el hijo, la violencia impulsada por la ideología en Momento de morir, el amor enfermizo y contradictorio en Los demonios ocultos. Además, el autor es un personaje que habla de los libros que está escribiendo. ¿Cómo se inserta Noche de lobos dentro de su obra?
- Quise caerme dentro de la novela. Aparezco con mi vida diplomática en París y con el hecho trágico que viví en ese entonces. También les doy voz a los personajes fundamentales: el torturador y la torturada que se encontrará en el exilio con sus jefes que están planeando la Contraofensiva. La novela busca, con distancia y sin juicios acusatorios, señalar que hubo dos enfermedades.

- París aparece en la novela como el lugar en el que aquellos que se enfrentan en la Argentina dialogan allí, en el que convive armónicamente una legión de argentinos que expresan ideas que en su país no se pueden conjugar. ¿Cuánto ayuda la distancia a procesar las contradicciones?
- En París estaban neutralizados. Francois Mitterrand les exige a los Montoneros que no ataquen a nadie en Francia ni atenten contra los intereses franceses en la Argentina. Mientras tanto, los argentinos también vivían el enfrentamiento con distancia. A la mayoría no le interesaba los debates ideológicos que estaban en juego ni conocía bien quiénes eran sus protagonistas. Le interesaba los hechos, si había víctimas cercanas. La mayor parte de la clase media, los sindicatos y los partidos políticos veían favorablemente la lucha contra la subversión. Perón fue el primero que da la orden de su aniquilación en una carta a los oficiales de la Unidad de Azul, que habían sido atacados en enero de 1974. Baja la línea de lo que van hacer luego López Rega, Isabel y los militares, con el respaldo de la mayoría de los argentinos. Hay una gran hipocresía; nadie quiere recordar que estuvo en contra de los Montoneros o a favor de la incursión en Malvinas.  

- ¿Montoneros fue funcional al Proceso?
- No se daban cuenta. Creían que estaban haciendo una revolución guevarista sin árboles, impulsados por la ingenuidad del ERP que creía que iba a tomar Tucumán. Tuvieron graves errores de cálculo. El primero fue creer que Perón era "un viejito". Tampoco habían tomado nota del viraje de China, de los cambios en el mundo. Ernesto Guevara se da cuenta de que sus ideas son difíciles de implementar cuando es ministro de economía en Cuba. Fui a Cuba muchas veces, conocí a su mujer, a su familia. Guevara deja Cuba para seguir con el facilismo romántico y no con la dura construcción de la sociedad comunista. Renuncia a la construcción para volver al combate.

- En su novela Los cuadernos de Praga, Guevara dice que prefiere morir acribillado que asfixiado por el asma.
- Eso es determinante en su vida. Un descuido de su madre lo transforma en asmático. Esa misma madre es la que le transmitirá su pensamiento izquierdista a su hijo y la que lo empujará para que no se convierta en un inválido, para que sea deportista y guerrero.

- Pablo Giussani, en Montoneros, la soberbia armada, postula como causa de los movimientos revolucionarios al conflicto generacional, a la rebeldía de hijos contra padres. ¿Coincide con esa interpretación?
No, eso ocurrió en el Mayo Francés, en el 68, y también está ocurriendo hoy en Francia, en donde acabo de estar. La sociedad creó una masa enorme de jóvenes sin destino. Ahora bien, pretender cambiar las cosas a través de la indignación es como hacerle cosquillas a un elefante con una pluma. Los jóvenes no tienen preparación, ideología y voluntad. La sociedad les dio toda la libertad pero ninguna responsabilidad.

Los jóvenes de hoy

- ¿Cuánto de las ideas de los revolucionarios de los 70 cree que hoy tienen los jóvenes de La Cámpora?

- La Cámpora es una efervescencia en agua que no hierve. No puede haber revolución asociada al kirchnerismo, que es un gobierno de capitalismo de amigos. Los jóvenes de La Cámpora pertenecen a la burguesía kirchno-capitalista. Los revolucionarios de los 70 tenían una ideología, una idea de lo que querían hacer; tenían la intención de construir un socialismo como el de Castro o el de Mao. El problema es que llegaban a esas ideas en el momento en que los sistemas que querían construir se empezaban a caer en el mundo. El kirchnerismo fingió santificar los desvíos de los 70 y, en la práctica, hizo todo lo contrario.

- Los jóvenes hoy son protagonistas de actos de rebeldía en Inglaterra, Francia, España, Chile. ¿Se trata de un fenómeno global?
- Sí, la juventud está hastiada pero no hizo esfuerzos para sustituir lo que hizo la generación anterior. Está intoxicada de una libertad mal entendida que se traduce en facilismo. Está viviendo el "síndrome del 68 prorrogado". Los jóvenes ven derrumbarse a los dos gigantescos mundos que surgieron en el siglo XIX. Por un lado, la filosofía marxista buscando instalar una justicia en el mundo que evitara la explotación capitalista. Por otro, el mundo de Adam Smith, la creencia en el individuo, en la empresa, en la libertad de comercio y en la democracia como fórmula del desarrollo. Ambos modelos fracasaron y sus ruinas caen sobre los jóvenes y los llenan de perplejidad. Se quedan con sus notebooks escribiéndose e-mails, convocando a la destrucción. Hay una frase maravillosa de Hannah Harendt, que era una revolucionaria: "Destruir revolucionariamente es un instante; construir es un larguísimo y tal vez imposible camino".

- Usted tuvo un paso turbulento por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. El presidente chileno Sebastián Piñera vive una crisis por los planteos juveniles a sus políticas educativas. ¿Qué opina sobre esos planteos?
- Creo que los problemas deben conducirse democráticamente. El problema surge cuando la protesta se impone sobre la democracia. No se puede quemar una ciudad para conseguir la gratuidad de la enseñanza. Hay que recrear la disciplina básica del educando, de los que hoy entran a la clase pensando que el profesor es un idiota o que pueden pegarle a la maestra. La libertad es un elemento central en una sociedad, pero es peligroso que la libertad se transforme en liberticidio. Entonces la sociedad se deshace.

- ¿Piensa que las ideologías juegan un papel relevante en una Argentina que se encamina a sus elecciones presidenciales?
- No, hoy los argentinos son básicamente kirchneristas o antikirchneristas. Pero a pocos les importan las ideas sobre el estado que diferencian a Duhalde de Alfonsín. Predomina el pragmatismo, el hedonismo, el situacionismo. No hay convocatorias para los jóvenes, no hay sentido de la espiritualidad. La cultura es hoy un adorno minoritario. Los partidos políticos están desnudos; responden a las emociones de la sociedad y no a las direcciones por las que son votados. Esa tendencia nos dará un gran dolor de cabeza. Tenemos una sociedad anárquica en la que las minorías opinantes prevalecen sobre la mayoría silenciosa. La Argentina, con su economía a contracorriente del mundo, la ficción gubernamental del optimismo y los jóvenes desterrados de la sociedad del futuro, avanza por un atajo que no conduce a ninguna parte.
© LA GACETA


PERFIL

Abel Posse ocupó cargos diplomáticos en Moscú, Venecia, París, Tel Aviv, Praga, Lima, Copenhague y Madrid. Con su novela Los perros del paraíso obtuvo el Premio Rómulo Gallegos, la mayor distinción literaria de América latina. Dentro de su obra, traducida a 17 idiomas, se destacan El largo atardecer del caminante, el viajero de Agartha, El inquietante día de la vida, La pasión según Eva, Los cuadernos de Praga, La santa locura de los argentinos y Cuando muere el hijo.

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