Evocatoria de un Sabato que fue la suma de sus personajes

Evocatoria de un Sabato que fue la suma de sus personajes

Las múltiples facetas del notable escritor argentino, narradas por una testigo privilegiada. Por Alba Omil.

SIEMPRE VIGENTE. Ernesto Sabato murió el pasado 30 de abril. El 24 de junio hubiera cumplido 100 años. SIEMPRE VIGENTE. Ernesto Sabato murió el pasado 30 de abril. El 24 de junio hubiera cumplido 100 años.
03 Julio 2011
Ya habíamos leído esta biografía en 1997 y encontramos en ella una serie de datos interesantes, los cuales hoy se multiplican, dado que permiten conocer un fragmento de vida -el final- marcado por el silencio del propio autor, y al que sólo tuvieron acceso sus familiares y amigos más íntimos. Entre ellos, Julia Constenla, autora de este libro (actualizado para la versión que acaba de editarse), persona particularmente indicada para hacerlo, gracias a los largos años de frecuentación tanto de la familia Sabato, en sus buenos y en sus tristes momentos, como del escritor, cuando lo rodeó la soledad.
La obra está dividida en seis partes y enriquecida con una serie de fotografías, muchas de ellas hasta ahora desconocidas. A todo este material hay que agregarle una detallada cronología, desde el nacimiento hasta la muerte del escritor, donde se registra la marcha de una vida, dentro de un estricto y preciso contexto situacional; y una serie de cartas -en amplio abanico- de destacadas personalidades, dirigidas al autor. Hay que remarcar, también, el memorable prólogo de monseñor Justo Laguna (18 de marzo de 1997) que nunca perderá vigencia.
Es conmovedor el capítulo que abre este libro -La despedida- donde se refleja con hondura la forma en que Ernesto va alejándose de la vida. Paulatinamente. Y en silencio. Esos silencios cargados de significación que se reiteran en sus personajes y que van más allá de la palabra escrita. Porque Ernesto Sabato es, en gran medida, cada uno de sus personajes: profundos, sensibles, contradictorios, obsesivos, fuertemente simbólicos.
Todo ser humano tiene múltiples facetas, particularmente un escritor. Por ello no puede sorprendernos que el Sabato íntimo que aquí vemos, sea a la vez el irónico, filoso y escéptico. Quique; sea Fernando Vidal Olmos y a la vez sea Martín, ese chico necesitado de ternura y capaz, a la vez, de brindarla en grado sumo. Siendo Fernando no puede dejar de ser Alejandra. Es también, y sin duda, Humberto J. D'arcángelo y, desde luego, es Bruno: su generosidad, su ternura, su búsqueda de absoluto ¿Y para qué seguir? Es "otro y el mismo".
Y sí. Así era él. Y debemos agradecerle a Julia Constenla que rescatara la vida de este personaje inolvidable, suma de muchos otros personajes que, desde sus novelas, revuelan por la memoria de millares de lectores. © LA GACETA

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