Más que a estudiar, van a la escuela a comer

Más que a estudiar, van a la escuela a comer

Docentes de un establecimiento del sur contaron que algunos de sus alumnos se llevan la comida que sobra para sus hermanos menores.

LA COMIDA PRINCIPAL. Para la mayoría de los alumnos de la escuela Frías, de El Molino, el almuerzo en el establecimiento es el plato más nutritivo del día. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL LA COMIDA PRINCIPAL. Para la mayoría de los alumnos de la escuela Frías, de El Molino, el almuerzo en el establecimiento es el plato más nutritivo del día. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
26 Octubre 2009
CONCEPCION.- En las escuelas con comedores escolares, más del 20% de los chicos asisten a clases con más afán de alimentarse que de estudiar, según los docentes de la zona. Es la triste realidad que genera la falta de trabajo permanente, situación que se da principalmente en las zonas rurales.
Pedro, un chico de ocho años, concurre a la escuela Javier F. Frías, de El Molino, ubicada a tres kilómetros de Iltico, un paraje del extremo oeste de esta ciudad. El puede ir a la escuela de Iltico, cerca de su casa. Sin embargo, prefiere caminar a diario más de media hora con el fin de asegurarse su ración de alimento. Es que la escuela de su comunidad no cuenta con comedor. "Mi papá es limonero y no todos los días se puede comer bien. A veces la pasamos a mate cocido no más.  Aquí como bien. Las comidas son ricas. A mí me gusta el arroz con lentejas y las albóndigas", revela el pequeño.
Las docentes, que prefieren no identificarse, advierten que algunos alumnos cargan recipientes a fin de llevarse la comida que queda del día para sus hermanitos menores. Luis, de ocho años, es uno de ellos. Cuando la comida no sobra, él mismo renuncia a parte de su ración para que su hermano tenga qué comer. "Es que mis padres andan trabajando en la papa, y mi hermanito queda con un vecino", explica. En la escuela de El Molino se alimenta a cerca de 350 niños. El Estado provincial asigna una partida diaria de $ 1,85 por alumno. "Hay que administrar muy bien para hacer alcanzar la plata", reconoce Ana Lía Serrano, cocinera de la escuela de El Molino. "Trabajo aquí desde hace 22 años. Antes cocinaba en un ranchito precario. Hacía el fuego con leña. Los problemas aparecían cuando llovía, pero igual había que hacer la comida, como siempre, porque los chicos están esperándola", detalla. Ana Lía ahora se enorgullece de la amplia y moderna cocina que dispone junto al comedor. Reconoce que varios alumnos van a la escuela sólo para comer. "Son chicos de familias muy pobres. Aquí comen bastante bien. Les damos alimentos muy nutritivos. Algunos llegan con mucho hambre, porque caminan varios  kilómetros para venir a clase", explica.
En esta época del año, cuando se desarrolla la cosecha de la papa primicia, se registra un gran ausentismo en escuelas como la de El  Molino y otras de Alpachiri, La Calera o Alto Verde. Según los docentes, esto ocurre porque los chicos acompañan a sus padres a trabajar. En la Escuela de Río Chico también los docentes confiesan que no son pocos los niños que van a la escuela principalmente a alimentarse. Ahí también hay pequeños que llevan alimentos no sólo para sus hermanitos, sino también para sus madres, algunas separadas y sin empleo o cuyos esposos están trabajando en otras provincias.
"El comedor significa una asistencia fundamental para los niños de padres que sólo consiguen trabajos temporarios. Es evidente cómo mejora su semblante en los tiempos de clases. Pero en las vacaciones, se vienen abajo", lamenta una maestra. (C)

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