“Lo que me duele es que lo llevaron cuando empezaba a disfrutarlo”

“Lo que me duele es que lo llevaron cuando empezaba a disfrutarlo”

La viuda, uno de los hijos y dos "hermanos" del ex policía lo recordaron con orgullo.

CONSTERNADA. María de los Angeles Núñez recibió muestras de cariño. LA GACETA/OSVALDO RIPOLL CONSTERNADA. María de los Angeles Núñez recibió muestras de cariño. LA GACETA/OSVALDO RIPOLL
23 Noviembre 2008

Durante la niñez de Martín Franco Ferreyra, hoy de 22 años, su papá, Mario “Malevo” Ferreyra, estaba en la cárcel. “Lo que más me duele es que justo se lo llevaron cuando empezaba a disfrutar de mi papá”. No obstante, a Martín se le hincha el pecho cuando piensa en su padre. “Fue una persona justa e incorruptible. Fue un ejemplo de policía, y murió como un héroe. Me siento orgulloso de haber tenido el papá que tuve”, aseguró.
Martín ya no quiere ser policía. Hasta hace poco sí, y aún recuerda el consejo que le dio el “Malevo”. “Me dijo: ‘si querés ser policía, que no te guste la corrupción’. Yo quería entrar a la fuerza, pero ya no; me desilusionó el modo en que trataron a mi viejo”, lamentó. El joven no tiene dudas respecto de quién fue el responsable del suicidio de su papá. “Gendarmería es responsable, porque ellos sabían lo que iba a hacer mi papá, y no les importó, lo mismo entraron”, acusó.
En medio de todos los abrazos podía verse, cada tanto, a María de los Angeles Núñez, la viuda de Ferreyra. ¿Qué le dejó su marido?, preguntó LA GACETA. “Me deja dos hijos maravillosos que me harán compañía. El jueves me dijo,  ‘vos ya estás preparada para criarlos sola’; yo no pensé en que podía suceder algo así, tenía fe en que se podía llegar a solucionar”, expresó.
Núñez se mostró dolida, también, por ausencias que no comprendió. “No vinieron ni el jefe de Policía (Hugo Sánchez), ni el gobernador (José Alperovich); y él se decía amigo de Mario, de la época en que era ministro y mi marido compró un auto”, manifestó.
Cuando LA GACETA le preguntó sobre el Ferreyra de entrecasa, Núñez esbozó una sonrisa. “Se preocupaba mucho por sus animales; una vez me preguntó si yo los vendería en caso de que le pasara algo. Cómo los voy a vender. También se levantaba temprano a regar. Y le gustaba que le regalen látigos, los tiene guardados”, contó. El característico sombrero es otro elemento que atesoraba el ex comisario, según relató Núñez. “Tenía actualmente cuatro; se los mandaban de Estados Unidos. Para las tareas de la casa usaba uno más viejito”, afirmó. Consultada sobre cómo están tomando sus hijos la noticia, Núñez reconoció que estaban tranquilos, pero admitió que, con el correr del tiempo, la tristeza asomaría. “Cuando empiecen a preguntar por su papá. Por suerte no estoy sola; me acompañan mis hermanos, mis padres. Además, vinieron de Buenos Aires un hermano y una cuñada de Mario, y un hijo, de Estado Unidos”, afirmó.
Juana Cuevas y Juan Domínguez se autodefinieron como hermanos de Ferreyra. Incluso, Domínguez, que se crió con el ex policía, también es apodado “Malevo”. Ninguno de los dos encontraba consuelo. “Fui la única mujer en el acuartelamiento. Les llevé comida a los ‘azules’. Hice que lo asciendan, porque vi en él al policía que debía tener la fuerza”, recordó Cuevas.
Domínguez, en tanto, ponderó la figura de su amigo. “Un hombre que arriesgó su vida por su familia y por la sociedad. Es increíble que haya terminado así, abandonado por gente del poder. Cuando caminaba, los ‘pesados’ veían el sombrero y salían corriendo”, dijo. Las anécdotas comenzaron a brotarle sin parar. “Una zafra, en Ranchillos, él sale de garante de unos santiagueños en una carnicería. Cuando finaliza la cosecha, el carnicero le cobra porque los santiagueños se habían ido a la noche. Los fuimos a buscar y apenas vieron el sobrero blanco, le dieron la plata... con intereses!!!”, rememoró.

 

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