Seis meses sin Luz.

28 Jun 2015
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Encuentro iluminador

No importa hace cuánto tiempo una habitación esté a oscuras, cuando entra Luz todo se ilumina…

Analía era maestra diferencial. Enseñaba en varias instituciones. Su esposo Mario estaba terminando sus estudios de Ingeniería y trabajaba en un call center.Habían llegado a la mesa de mediación por un  régimen de visitas. El padre quería ver a su hija. Hacía seis meses que no la veía por diferencias con la madre. Luz tenía once años y era la hija de ambos.

Mario dice: “Hace más de seis meses que no veo a mi hija. Antes la llevaba todos los días a la escuela y ahora no me dirige la palabra. Sólo quiero que mi hija tenga de nuevo relación conmigo. Esta mujer la alejó de mí”

Mediador: ¿Ud. está triste porque necesita relacionarse con su hija y no puede lograrlo? ¿Necesita además la colaboración de Analía para poder ver a Luz? Mario asiente.

Analía: “El dejó de acercarse a la familia desde que se dedicó a viajar por ahí y nos dejó a todos como si no tuviera familia. No me puedo quejar de lo económico pero no viene nunca a buscarla y no la llama.”

Mario dirigiéndose a Analía: “¡No es verdad! Vos le prohibís que me conteste los mensajes y que atienda el teléfono”

Mediador: "Analía...si yo la entendí bien Ud. está frustrada porque quisiera más cercanía de Mario a la familia. ¿Es así? Mario, escuché que decías que te gustaría que Analía facilite la comunicación con Luz…¿escuché bien?" Ambos asienten.

Analía agrega: “Tengo miedo de que Luz sufra lo que yo sufrí con la partida de Mario ”

Mediador: ¿Entonces lo que sentís es temor a que Luz sufra?

Analía: “Sí. Es eso….”

Mediador: "¿Y Luz qué es lo que necesita? ¿Qué tiene que tener ella para no sufrir?"

“No lo sé” – responde Analía-

Mediador: "¿Quisieran aprovechar esta instancia para preguntarle a su hija qué es lo que la ayudaría a estar mejor?"  

Ambos padres acuerdan que su hija tenga la oportunidad de manifestar sus necesidades en la mesa de mediación. Se acuerda una reunión entre Luz y Analía y luego otra entre Luz y Mario.

En la primera reunión la madre y la hija conversan sobre la necesidad de reconstruir la relación con el padre. Y la niña tiene allí la oportunidad de decir que extrañaba mucho a Mario y otras cosas más que quería mejorar.

En la segunda reunión sucedió lo inesperado. Media hora antes de la audiencia llega Mario. El mediador lo saluda, sus manos estaban transpiradas y se lo veía nervioso.

Con los labios temblando expresa: “No puedo creer que esté tan nervioso en esta reunión con mi propia hija”. El mediador lo invita a sentarse y le ofrece un café. Mario acepta.

A las 10:00 hs. en punto suena el portero. Era la niña. Mario se pone de pie y se va a un costado de la sala alejado de la puerta. Se lo veía muy inquieto. El mediador abre la puerta e ingresa Luz. El mediador les pide que por favor tomen asiento. Luz se queda quieta y sin moverse mira fijamente a Mario. Mario la saluda, también sin moverse. El mediador vuelve a insistirles que por favor tomen asiento. De repente Luz corre con los ojos cerrados y abraza fuertemente a Mario. Ambos comienzan a llorar. Mario acaricia la cabeza de su hija una y otra vez y Luz rodea con fuerza y silencio la cintura de su Padre. El mediador se quedó en su silla, emocionado. Su corazón le latía con fuerza y una lágrima llegó a contagiarlo. Volvió a asumir su rol y, por respeto al encuentro, colaboró con su silencio.

En la audiencia no se habló mucho más, salvo algunos detalles. Todo sucedió en el encuentro, en la mirada, en el abrazo y en el silencio.

¿Qué más podía agregar el mediador cuando ya todo había sido hecho?

Cuando una familia vive una situación de desencuentro, es como una habitación que se oscurece. En esos momentos nadie puede ver nada y muchos tienen la tentación de pensar que: “no hay solución”. Sin embargo el mediador sabe que mientras estemos vivos hay Esperanza.

Es mucho lo que se puede estudiar y saber de herramientas de mediación. Pero no hay nada que tenga más poder que el encuentro. Cuando entró Luz, la habitación se iluminó. Y cuando entra la Luz no importa por cuanto tiempo haya estado allí la oscuridad…

Llamado a la acción.

Experimente los beneficios que tiene el encuentro.
Aún cuando no sepa qué decir, organice un encuentro con quien esté hoy más distanciado de Ud.

¡Hasta la próxima!

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