La fiesta de River resultó un festival de emociones

La fiesta de River resultó un festival de emociones

Los campeones mundiales nacidos en el club -los de ayer y los de hoy- fueron reconocidos en el Monumental, que exhibió las nuevas tribunas a pleno. ¿Y Passarella? Los hinchas no lo silbaron, para él sólo hubo indiferencia

PROTAGONISTAS. Alonso, Héctor Enrique, Armani, Ruggeri, Fillol, Aimar, Passarella y Ayala, juntos en el el estadio que fue testigo de sus múltiples coronaciones. PROTAGONISTAS. Alonso, Héctor Enrique, Armani, Ruggeri, Fillol, Aimar, Passarella y Ayala, juntos en el el estadio que fue testigo de sus múltiples coronaciones.

No hay peor castigo que la indiferencia, dicen. Finalmente, más de 80.000 hinchas de River, testigos en el Monumental de una jornada histórica, decidieron tributarle un piadoso manto de silencio a Daniel Passarella, quien irá a juicio oral acusado de defraudación y malversación de fondos durante el ejercicio de su mandato al frente de la institución (2009-2013).

Según se tornó un secreto a voces en Núñez, cuando la actual dirigencia decidió invitar a los históricos campeones de 1978 y 1986 para homenajear a Franco Armani, Pablo Aimar y Roberto Ayala, jamás imaginaron que el “Gran Capitán” aceptaría el convite.

Error, pecaron por desconocimiento, memoria frágil o subestimación de la habitual omnipotencia del presidente que en 2011 condujo al “millonario” al descenso.

Así las cosas, la gran fiesta riverplatense por la ampliación del estadio y el estreno de localía en la presente Liga (con agregados varios, como el regreso de Martín Demichelis después de dos décadas y el inicio de la era pos Gallardo en el Monumental), vivió días previos signados por la polémica y la incertidumbre: ¿habría silbidos e insultos a granel para Passarella?

Pues no. La gente ejerció una suerte de “inteligencia emocional colectiva” para directamente ignorar a quien alguna vez fue un símbolo del club en su etapa de jugador y entrenador (10 títulos en total).

Apenas un puñado de habitantes de la nueva San Martín a ras del césped reaccionaron entre sorprendidos y molestos cuando vieron ingresar al capitán de la “albiceleste”, campeona en ese mismo estadio hace casi 45 años, conversando animadamente con su ex compañero Ubaldo Matildo Fillol.

Pero no pasó a mayores. Los hinchas se entregaron a la nostalgia y a la ovación continua, mientras Oscar Ruggeri y Héctor Enrique homenajeaban a Armani, y luego Norberto “Beto” Alonso y Cintia, la hija del querido y ya fallecido Leopoldo Jacinto Luque, hicieron lo propio con Aimar.

Entonces, cuando Passarella salió del montón de gente que lo camuflaba y dio un paso adelante junto al “Pato” para rendirle tributo a Ayala, el cántico “River Pate, River Plate” fue atronador. Ni silbidos ni insultos, como debía ser dado el contexto.

Apenas Oscar Ortiz y Nery Pumpido, entre aquellos héroes que levantaron la copa del mundo mientras vestían la “banda roja”, pegaron el faltazo.

Un detalle: Fillol vistió su inolvidable buzo verde y el resto de “homenajeadores” se calzaron la camiseta de River. Sólo Passarella no se la puso, sino que la llevó en su mano, quizá por causa de ese cabestrillo negro con el que tenía inmovilizado el brazo izquierdo.

Qatar estuvo omnipresente en la tórrida tarde-noche del remodelado Monumental. Porque hubo homenaje en video y mensajes de los seis jugadores surgidos de las inferiores de River e integrantes del plantel de Lionel Scaloni: Guido Rodríguez, Germán Pezzella, Gonzalo Montiel, Julián Álvarez, Enzo Fernández y el “tucu” Exequiel Palacios. “De dónde venís, hasta dónde llegás”, fue el leit motiv.

Hubo banderitas: con los colores de River, que decían “Cuna de Campeones” y de Argentina, con la leyenda “Gracias Campeones”. Y hubo banderas (gigantografías) de las seis joyas más las de Armani, Aimar y… ¡Lionel Messi!, cada uno besando la preciada muchachita de oro con forma de copa.

Para Armani, claro, fue el homenaje primigenio, con el cántico ensordecedor de “Dale campeón, dale campeón” cuando salió a hacer los ejercicios precompetitivos. Eran las 18.29. Un minuto antes habían hecho su irrupción unos protagonistas ignotos, los bomberos que se compadecieron de los 36 grados centígrados a esa hora y rociaron generosamente con las mangueras a los ardidos ocupantes de la flamante popular Sívori baja. Algo que repitieron varias veces en ese sector, en la Centenario y hasta en la San Martín llena de prosapia.

La primera ovación databa de una hora antes, cuando, para sorpresa y locura de los hinchas madrugadores, los jugadores de River, encabezados por Demichelis, ingresaron al campo provenientes del estacionamiento y en dirección al vestuario (por causa de las obras en el anillo interno que no permiten realizar el tramo por dentro). Más tarde, hubo estreno de túnel común por el centro de la cancha para ambos equipos.

En fin, el partido con Argentinos Juniors confirmó el fin de una era, la de un Monumental con pista de atletismo y público distante, bien lejos del campo. El paisaje mudó, con esos tejidos bajos detrás de los arcos que parecen de otra cancha e incluso también con las nuevas butacas grises que dan otro color a buena parte del coliseo.

¿Cambió algo en la acústica y el fervor del aliento? En principio, sí. Empezando por el aforo: 83.200 espectadores hacen bastante más ruido, son unos 11.000 voces más que el último partido como local en 2022. Y serán unas cuantas más, cuando en un próximo tramo de la obra se inaugure la Belgrano baja, hoy todavía bajo enigmáticas lonas.

Enfrente de allí, justo debajo del palco oficial, flameó durante toda la jornada una bandera con franja roja sobre fondo blanco, dibujos de Marcelo Gallardo y la Copa Libertadores, y la inscripción en grandes letras negras de “Concepción Tucumán”, como presidiendo la fiesta, que al final fue completa.

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