Hockey: un final que fue una fiesta

Hockey: un final que fue una fiesta

Paulina Carrizo, histórica arquera de las Naranjas, se despidió para enfocarse en la música

DESPEDIDA. Paulina junto a Ana Paula Riera, ex compañera en Tucumán Rugby. DESPEDIDA. Paulina junto a Ana Paula Riera, ex compañera en Tucumán Rugby. LA GACETA / FOTOS DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI

Como cantautora y escritora, Paulina Carrizo conoce muy bien el poder de las palabras. Y por eso supo elegir unas de Alejandro Jodorowsky para ponerle fin a una larga y fructífera trayectoria como arquera del seleccionado tucumano de hockey.

Todo final es una fiesta.

Quienes la conocen de cerca saben que con ella no podía ser de otra manera. La chispa de su personalidad se impregnó en todos los equipos de los que formó parte, siempre con una ancha sonrisa que contagiaba a las demás. Y con esa misma sonrisa dejó la cancha en su última función con el seleccionado naranja, en el que debutó en 2006 y al que regresó este año con un objetivo final: conquistar el Argentino B y devolver a Tucumán a la elite del hockey nacional. Si bien no pudo coronar su carrera con el título (San Rafael ganó una final que las Naranjas dominaron ampliamente), sí al menos pudo despedirse con la algarabía del deber cumplido por haber logrado el ascenso. “Una de las cosas que aprendí después de haber jugado tanto tiempo es que el resultado no es más que un número en un papel, y que tu felicidad no puede estar condicionada a eso. Creo que lo más importante es la entrega, y nosotras entregamos todo”, saca en limpio Paulina, que de todos modos no se fue con las manos vacías: antes de la final le fue entregado un ramo de flores como reconocimiento por su trayectoria y luego del partido fue elegida (una vez más) como Mejor Arquera del torneo.

Su personalidad risueña la ayudó a enmascarar el volcán de emociones que bullía dentro de ella en la previa de su último acto. “Fue duro”, reconoce. “Se me vinieron muchos recuerdos a la cabeza. Pero cuando empezamos la entrada en calor y entramos a la cancha me olvidé de todo. Solo pensaba en hacer lo mejor. No se nos dio el título, pero creo que no podemos reprocharnos nada. La unión del equipo y la actitud de buscarlo hasta el final es lo que me llevo”, prioriza.

También se lleva otras cosas. “Mucho amor, sobre todo. Es el final de una etapa de la vida que me hizo tremendamente feliz. Cada vez que entré a una cancha de hockey en Tucumán fue algo tremendo. Hace tiempo que vengo postergando la decisión de dedicarme de lleno a la música, pero todo lo que he vivido lo vale”, asegura Carrizo, que deja atrás una exitosa carrera como jugadora de varios clubes de Tucumán y de Europa, así como del seleccionado tucumano y de Las Leonas. “Quiero agradecer a todos los clubes que me han formado. En todos me hicieron sentir muy querida. Gracias por haberme dado las herramientas para ser la persona y la jugadora que soy. A todas mis compañeras, a la camada de la quinta de Lawn Tennis, a las chicas de Tucumán Rugby y también a Villa Mitre, por haberme abierto las puertas e invitado a formar parte de la historia del club. Y por supuesto al seleccionado tucumano, por haberme dado la oportunidad de estar en la selección argentina, que es lo que siempre soñé”, menciona Paulina, desbordada por lágrimas de agradecimiento.

Su otra faceta, la artística, la llama y la espera desde hace tiempo. Ahora es cuando. “Era difícil ponerle tanta energía a dos cosas que quiero tanto. Ahora quiero dedicarlas 100% a la música”, anticipa la cantautora, cuyo primer EP vio la luz el año pasado y se puede escuchar en Spotify. Ahora acaba de sacar un nuevo single: “Pétalo de sal”, un cover de Fito Páez con un swing diferente. Si bien como ciudadana del mundo se había planteado un futuro en Madrid -cuya escena musical se acopla bien a su estilo que combina trova, jazz y bossa nova- decidió quedarse en Tucumán, donde están sus raíces, sus afectos y la inspiración para su música. Y también el hockey, por supuesto, que para ella “ha sido un enorme placer”.

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