¿Cuáles son los principales desafíos de San Miguel de Tucumán para escalar en el ranking de calidad de vida?

¿Cuáles son los principales desafíos de San Miguel de Tucumán para escalar en el ranking de calidad de vida?

"La capital se encuentra urbanizada en un 98 % de su superficie. No quedan áreas de expansión", explica un geógrafo del Conicet.

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San Miguel de Tucumán se ubica en el puesto 135 de un ránking nacional de las mejores ciudades de la Argentina para vivir. Así lo ha determinado el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en base a variables socieconómicas y ambientales. Le antecede Yerba Buena, con la séptima posición de entre más de 500. Y le sucede Tafí del Valle, en la ubicación 192. Si se observa la mitad llena del vaso, el departamento capital se ubica en el pelotón de la primera mitad. Pero si se presta atención a la mitad vacía, se trata de una de las capitales más grandes del país y su clasificación no resulta auspiciosa.

"La cantidad de conexiones clandestinas en los servicios públicos de la capital es abrumadora. Mientras esto siga ocurriendo, no habrá contrato social que valga".

"Estas mediciones se hacen desde 1980 y siempre las ciudades del Norte argentino han ocupado los puestos inferiores. En contrapartida, Yerba Buena es uno de los municipios del país que más ha crecido en términos demográficos en las últimas décadas. En San Miguel de Tucumán no ha ocurrido eso. Aunque hubo una expansión urbana, la mayoría de los migrantes provino del campo y fueron desempleados. Aquí, lo que queda por hacer es grande", razona Pablo Paolasso, geógrafo, investigador, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y director del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (INTEPH). Junto a su colega Fernando Longhi, viene efectuando desde hace años el trabajo local, que luego ponen a disposición de sus científicos del Conicet en Buenos Aires.

Entre las variables que cotejan los investigadores figuran educación; vivienda; salud; tipos de relieves; presencia de espacios verdes y de recursos de agua; edificaciones de centros culturales, deportivos y de esparcimiento; cercanías de industrias contaminantes; cantidad de villas miserias; índice delictivo y posibilidad de sufrir inundaciones, tornados y movimientos sísmicos, entre otros aspectos.

- Lo que queda por hacer es grande, dijo usted. ¿Por dónde se empieza?

- En primer lugar, el departamento capital se encuentra completamente urbanizado. El 98 % de su superficie es urbana. Es decir, no quedan áreas de expansión. En segundo, afronta problemas serios con respecto al uso del suelo y a las infraestructuras. Si bien existen leyes que fijan qué hacer y cómo hacerlo, éstas no se cumplen. Son tantas las excepciones a las normas, que resulta prácticamente imposible aplicarlas. Entonces, se requiere un cambio cultural. Es necesario juntar a quiénes entienden del tema, ya sea académicos, políticos, desarrolladores inmobiliarios y miembros de la sociedad civil, para que dialoguen. Y cambien la manera de interpretar la gestión de la ciudad.

- ¿Podría puntualizar cuáles son los tres principales desafíos?

- El primer problema es la infraestructura subterránea, que está colapsada. Eso se observa cada vez que llueve, cuando de las alcantarillas brota de todo. Otro inconveniente grave es la accesibilidad, que incide directamente en la calidad de vida de la gente. En ciertos horarios es imposible ingresar al centro en vehículo. Urge racionalizar la circulación. Deberían crearse carriles exclusivos para el transporte público e incentivar el desplazamiento en bicicleta y monopatín. La movilidad eléctrica tiene que imponerse, porque será el medio del futuro.

- Pero en algunas calles sí se les has quitado espacio a los autos.

- Es cierto. En los últimos años la Municipalidad ha achicado las calles del área central. No obstante, no ha cambiado las reglas del tránsito. Siguen ingresando los mismos vehículos. E incluso más. El problema, lejos de desaparecer, se ha incrementado.

- ¿Qué ocurre con los espacios verdes?

- Ese es el tercer desafío. La mayoría ha mejorado significativamente. Pero el Parque 9 de Julio se encuentra en un estado casi de abandono. Su superficie ha sido ocupada por emprendimientos, con el propósito de que no se instalen asentamientos. Eso no puede ocurrir; ni lo uno ni lo otro.

- ¿Qué se hace con el río Salí?

- En Europa, las ciudades se construyeron alrededor de los ríos. Aquí les dimos la espalda. Se tiene que cambiar la mirada y jerarquizar esa área. San Miguel jamás podrá mejorar su calidad de vida si mantienen estos márgenes de abandono y de basurales a cielo abierto.

- ¿Qué podría corregirse con más facilidad a fin de minimizar las malas condiciones de vida?

- Algunas mejoras requieren un esfuerzo muy grande. Pero los pequeños cambios son un buen inicio. Habría que limitar de manera urgente el tráfico vehicular en el área central. Ciertas vías deberían ser prioritarias para el transporte público. Además, se necesitan carriles para bicicletas. Es cierto que el centro está plagado de estacionamientos y si se aplican estas medidas, quedarían sin clientes. Pero lo ideal es que todas esas playas estuvieran fuera del área central. Otro tema que se debe revertir urgente es el de las aguas servidas. Así como a Nueva York le llaman la Gran Manzana, a Tucumán podríamos llamarle la Gran Cloaca. Vayamos por donde vayamos, pisamos aguas cloacales. Eso es terrible para la salud. Los aerosoles que se levantan de esos líquidos son totalmente nocivos.

- ¿Qué opina de Barrio Norte?

- En esa área ha habido un crecimiento importante, sobre todo desde la década del '90, con un fenómeno de construcción de edificios.  Además, muchas áreas de bares y restaurantes en los alrededores de la plaza Urquiza se transformaron en una zona requerida y agradable. El problema es que los servicios públicos no han mejorado: ni las calles, ni el agua potable y ni las cloacas dan abasto.

Actualmente, la ecuación que utilizan los investigadores para calcular el índice de calidad de vida en diferentes puntos del país atribuye un 60 % del peso a los diversos componentes socioeconómicos y un 40 % a los ambientales. No obstante, la importancia otorgada al entorno natural ha crecido: otrora, pesaba sólo un 20 %. Sucede que la calidad de vida es un concepto relacionado con el bienestar de las personas, enseña Paolasso.

"Resulta altamente positivo que un departamento tucumano, como es el caso de Yerba Buena, se encuentre entre los mejores lugares del país para vivir. Pero llama la atención el contraste en relación a otros, como la capital", cierra. Los científicos confrontaron datos de 511 unidades, entre departamentos y comunas. El primer puesto lo obtuvo la capital de Mendoza. La lista continúa con Vicente López, Ushuaia, San Isidro, Lago Argentino, San Juan Capital, Ciudad de Buenos Aires, Los Lagos, General Pueyrredón (Mar del Plata) y Bariloche, entre otros sitios.

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