¿Por qué las mujeres son más vulnerables al manejar bienes?

¿Por qué las mujeres son más vulnerables al manejar bienes?

Casamiento, unión civil o convivencia: qué ventajas y desventajas afrontan ellas en los momentos críticos y cómo asesorarse

HAY QUE HABLAR DE DINERO. Es un tema clave en la vida de pareja.   HAY QUE HABLAR DE DINERO. Es un tema clave en la vida de pareja.

“Me casé a los 27 años con mi concubino. Yo tenía cuentas en el exterior, me dio miedo de morirme y de que a la plata la cobrara mi mamá cuando él era quien había estado al lado mío todas las noches, ayudándome a corregir mis libros. Cada vez que lo conté las mujeres me decían: ‘¡ay! Qué feo motivo para casarse, no lo digas así’. Como si el matrimonio desde sus orígenes no hubiera sido creado para hacer negocios, fortalecer lazos convenientes de poder u organizar la herencia y garantizar herederos legítimos. El amor romántico ligado al matrimonio apareció mucho después. No digo que no sea lindo casarse por amor, pero qué mala idea no pensar que es una herramienta que sirve para lo que fue creada”, contó en redes sociales una famosa escritora y autora de guiones en TV.

Otra usuaria de Instagram contó su experiencia: “yo me casé. Pusimos plata para mejorar la casa de sus padres, donde vivíamos. Hijo único, supuestamente esas mejoras el día de mañana iban a terminar en nosotros. Así fue que me convenció. Cuando me separé no me podía llevar el piso, ni la pared, ni la grifería. Absolutamente nada. La podía pelear si tenía las facturas a mi nombre. No quise, preferí conservar mi salud mental. Sí me fui con la mitad de lo que compramos juntos, porque los ahorros en negro también ‘me los hizo’. Yo empobrecida, pero digna. Volví a ahorrar, pedí un crédito y pude salir. Él sigue en lo de sus padres”.

El análisis necesario

Dos ejemplos de cómo, al convivir y con el amor como bandera, las mujeres se vuelven vulnerables ante el entramado económico. El manejo de bienes y dinero se transforma en violencia económica, una forma de violencia de género que analiza cómo se maneja el dinero en las parejas. “La violencia económica es cuando quien tiene ingresos mayores -o mayores recursos- utiliza la administración de estos bienes para manipular a la otra persona”, explicó la escritora María Florencia Freijo (foto).

Las mujeres son víctimas de la desigualdad económica y de todo el sistema en el que se ven envueltas, entre otras causas por la falta de información, expuso la autora de “(Mal) Educadas” (editorial Planeta). “A las mujeres se les genera un sesgo a una temprana edad. Creemos que a la otra persona le debemos algo: porque pagó una cita, una cena. Se sienten incómodas porque no ganan lo mismo, ganan menos o trabajan en casa. Nos han transmitido que las tareas del hogar y de cuidado las tenemos que hacer las mujeres porque podemos ‘dar vida’; pero que no tienen valor social ni económico. Esa barrera de creencia propia que se generó dice que el trabajo que se realiza dentro del hogar es menor que el que realiza quien sale a trabajar”, planteó la autora.

Serias derivaciones

Las consecuencias son graves y acumulativas: las mujeres se sienten subvaloradas, con baja autoestima. “Sienten que no están preparadas y ese es un escenario propicio para que quienes ejercen violencia sobre ellas, hagan mella”, subrayó.

“La violencia es una práctica estructural que está en todos los ámbitos. La violencia económica busca menoscabar los recursos económicos y patrimoniales de una mujer. La violencia ya está instalada cuando la mujer percibe menor salario y tiene menor acceso a rangos jerárquicos y, dentro de la familia; si la pareja limita tus recursos económicos o te controla en los gastos, por mencionar algún ejemplo. Es importante informarse, conversar con amigas sobre las diferentes realidades e investigar sobre tus derechos”, dijo la abogada con perspectiva de género Paula Mariana Aranda Zóttola a LA GACETA.

Una de las necesidades que reconocen las feministas es la falta de educación económica: “parece que las mujeres y el dinero no se relacionan. Si hablás de dinero sos interesada, ambiciosa y eso en la mujer está mal visto. El contexto económico y laboral no propicia el desarrollo económico de las mujeres. Las mujeres de menos de 30 años lideran las tasas de desempleo, crecen con menos autoestima, son educadas así. La maternidad, las tareas domésticas y de cuidado hacen que tengamos menos disponibilidad de tiempo para pensar en el desarrollo económico”, explicó Freijo.

“Es urgente hablar de estos temas, ponerle valor al trabajo de cuidado para crear situaciones de intercambio en el hogar; es decir, estrategias internas en las parejas donde entendamos que las actividades que se realizan en casa también son trabajo. Hablemos de dinero, no tengamos miedo de hacerlo, de detectar a tiempo situaciones que pueden generarnos una violencia patrimonial, deterioro patrimonial. Salgamos de la burbuja de que todo será ideal y pensemos en el peor escenario de la pareja. Criar, las tareas domésticas, todo vale”, afirmó Freijo. E insistió: “hay que asesorarse con abogados y hablar estos temas con la pareja”.

Para tener en cuenta

Hay diferencias que todavía no están claras en buena parte de la sociedad. Las instituciones y contratos tienen sus deberes y derechos pautados y son diferentes entre sí. Conocerlos antes de firmar es una obligación que debería hacerse a conciencia.

“Hay muchas diferencias entre las uniones convivenciales y el casamiento, que protege más a la pareja y a la familia. El matrimonio otorga derecho hereditario y las uniones no; ese es el principal punto. Si tu conviviente fallece no vas a tener derecho sobre la herencia a menos que exista un testamento, que solo puede hacerse sobre lo que se conoce como porción disponible; es decir, sobre una parte de la herencia. El resto les corresponde a los herederos forzosos. Eventualmente se podría acceder a una pensión, por ejemplo”, explicó Zóttola.

Dentro del matrimonio hay dos regímenes: el de comunidad y el de separación de bienes. “Comunidad quiere decir que en la pareja son socios y, en caso de separarse, los bienes se dividen en partes iguales, con excepción de que hayan sido adquiridos como bienes propios y que el otro cónyuge preste conformidad de que el dinero no es de ambos. Todo esto se puede aclarar antes del matrimonio, hacer un inventario de bienes y deudas para individualizar el patrimonio de cada uno. Si hay silencio, se supone que los bienes son de la comunidad ganancial, del matrimonio. Mientras que en el régimen de separación cada uno detenta sus propios bienes, aunque hay obligaciones comunes en donde ambos son solidariamente responsables”, apuntó la abogada.

“Con respecto a las uniones convivenciales, los bienes van a ser de quienes los inscriban como propios -añadió-. Por ejemplo, un auto puede tener uno o más dueños, pero debe estar inscripto así para que, en caso de separarse, se pueda ‘dividir’ ese bien o el valor del mismo”.

Finalmente, el asesoramiento y la información deben reclamarse en los espacios correspondientes: consultas privadas o en el Registro Civil, porque la ley contempla muchas cosas más como pensiones, herencias familiares en caso de muerte del cónyuge, etc.

La pregunta que queda es la que hace la autora de “Solas (aun acompañadas)”: “¿cómo nos ponemos en pareja -en cualquiera de sus formas- sin conocer nuestros derechos y obligaciones? Un vínculo afectivo también es comercial, el dinero sustenta la vida y por lo tanto es una forma de amor y cuidado. Cuando hablamos de amor propio hablamos de saber sobre estas cosas para preservarnos”, sostuvo.

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