La ofensiva contra el Kremlin en la ONU plantea una doble prueba para la Argentina

La ofensiva contra el Kremlin en la ONU plantea una doble prueba para la Argentina

El país tendrá que definir si apoya o no la moción para expulsar a los rusos del Consejo de Derechos Humanos, órgano que preside el embajador Federico Villegas. Además, la representante ante la Unesco, Marcela Losardo, ha de resolver si el Comité del Patrimonio Mundial cancela su sesión en la ciudad rusa de Kazán.

MASACRE. Ucrania denuncia a Rusia por crímenes de lesa humanidad. Los rusos dicen que estas fotografías son “montadas” para desacreditarlos. MASACRE. Ucrania denuncia a Rusia por crímenes de lesa humanidad. Los rusos dicen que estas fotografías son “montadas” para desacreditarlos. REUTERS

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) está ante la que quizá sea una de las encrucijadas más complejas y delicadas desde su creación en 1945, y la que determinará el mañana de la mayor entidad internacional existente sobre la Tierra. La crisis vinculada a la invasión rusa en Ucrania repercute sobre la estructura ramificada de las Naciones Unidas y, en su marcha, reconfigura el orden internacional. Este alumbramiento de nuevos alineamientos ya obligó a la Argentina a abandonar la postura de cierta neutralidad que había adoptado al comienzo de la guerra y a unirse al bloque mayoritario de países que el 2 de marzo rechazó la ofensiva del autócrata Vladimir Putin. La representación diplomática ante la ONU ahora enfrenta presiones en dos frentes: por un carril transita la iniciativa para echar al país agresor del Consejo de Derechos Humanos y, por el otro, la propuesta para cancelar la reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco en la ciudad rusa de Kazán que patrocina el Kremlin.

Antecedente libio

La moción de expulsar a Rusia del Consejo con asiento en Ginebra (Suiza) es promovida por los Estados Unidos y requiere de una decisión de la Asamblea General, máximo órgano deliberativo de la ONU y ámbito donde están representados sus 193 miembros. Pero la postura de la Argentina tiene un relieve especial por el hecho de que en este momento ejerce la presidencia del cuerpo por medio del embajador Federico Villegas. La Asamblea creó el Consejo en 2006 para reforzar el mecanismo de derechos humanos de las Naciones Unidas, y con el fin de asegurar “el disfrute efectivo por todas las personas de todos los derechos humanos”, es decir, de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo, según la Resolución 60/251.

El Consejo tiene entre sus responsabilidades principales la promoción del respeto universal, y de la protección de los derechos humanos y libertades fundamentales, sin distinción de ningún tipo. Para conseguir su objetivo, el órgano deberá ocuparse de las situaciones de transgresión y de hacer recomendaciones al respecto, entre otras acciones. El Consejo está formado por 47 países elegidos por la mayoría de la Asamblea en función de los siguientes cupos geográficos: 13 puestos respectivamente para los Estados de África y para los de Asia; seis para Europa oriental; ocho para América Latina y el Caribe; siete para Europa occidental y “otros Estados”. La Resolución 60 prescribe que los miembros del Consejo desempeñarán sus funciones durante un período de tres años y que no podrán optar a la reelección inmediata después de dos períodos consecutivos. En la actualidad, la institución está integrada por los participantes directos del conflicto, Rusia y Ucrania, y la mayoría de los “pesos pesados” de la ONU: China, Estados Unidos, Alemania, Japón, Reino Unido, India y Francia.

El reglamento estipula que los 47 Estados del Consejo deben tener antecedentes en la promoción y protección de los derechos humanos. Con el voto de los dos tercios de los miembros presentes y votantes, la Asamblea General puede suspender a miembros del Consejo que cometan violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos. Los Estados Unidos sostienen que Rusia incurrió en ese supuesto y perdió el derecho a sentarse entre las naciones consejeras, en particular desde la constatación de la matanza de civiles en pueblos ucranianos ocupados por el Ejército de Putin. “Su presencia en el Consejo es una farsa: cada día vemos menos respeto por los derechos humanos de parte del Estado ruso. Por eso junto a Ucrania y muchos otros países, propondremos la suspensión”, anunció este lunes la embajadora estadounidense Linda Thomas-Greenfield. En la misma línea se había pronunciado el canciller ucraniano Dmytro Kuleba.

Las tensiones relativas a la guerra en Europa del Este impregnaron la primera asamblea del Consejo encabezada por Villegas. El 4 de marzo, los consejeros aprobaron la constitución de una comisión investigadora de los sucesos reportados en Ucrania con el voto de 32 miembros (incluida la Argentina); la abstención de 13 (Armenia, Bolivia, Camerún, China, Cuba, Gabón, India, Kazajistán, Namibia, Paquistán, Sudán, Uzbekistán y Venezuela), y el rechazo de Rusia y de Eritrea. A finales del mes pasado, Villegas precisó que el comité iba a estar integrado por Erik Møse (Noruega); Jasminka Džumhur (Bosnia y Herzegovina) y Pablo de Greiff (Colombia). Este equipo ha de investigar los abusos y las transgresiones del derecho humanitario detectados durante el transcurso de la agresión rusa con identificación de hechos, causas, circunstancias y autores.

Una cosa es promover el esclarecimiento de denuncias y otra muy distinta es eyectar a un país del cuerpo que integra. El único antecedente de este tipo desde 2006 data de 2011, cuando la Asamblea suspendió a Libia luego de las represiones a manifestantes perpetradas por fuerzas leales al dictador Muamar el Gadafi. Rusia ya avisó que reaccionará contra los que suscriban la moción de sus adversarios. Según la agencia Reuters, el embajador ante la ONU, Vasili Nebenzia, dijo que el intento de excluir a Rusia era inconcebible y advirtió que una decisión de esa clase podría complicar las conversaciones de paz. Nebenzia insistió en que las escenas de cadáveres tirados en la calle de ciudades tomadas por las fuerzas armadas rusas, como Bucha, habían sido montadas por Ucrania para desacreditar a su país.

“Memoria histórica”

El otro punto candente de las fricciones diplomáticas vinculadas con la guerra corresponde a una cita del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco (agencia de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) agendada para junio en la ciudad rusa de Kazán. Oleksandr Tkachenko, ministro de Cultura y de Política de la Información de Ucrania, lidera el movimiento de boicot de esa reunión: considera una afrenta que la sesión número 45 del Comité tenga lugar en un país acusado de atentar contra plazas, museos, templos y edificios valiosos, cuyo accionar respecto del patrimonio ucraniano está siendo monitoreado por la propia Unesco. Recientemente, la agencia indicó que había constatado más de 50 víctimas culturales, pero la administración del presidente Volodimir Zelenski calcula que la cifra real ascendería a casi 150.

La prédica de Tkachenko consiguió adeptos entre sus pares europeos e instituciones de la cultura, y ya generó pronunciamientos a favor en la Unesco, organismo que la Argentina integra por medio de la embajadora Marcela Losardo. En la reunión actualmente en desarrollo del Consejo Ejecutivo en París, algunos de los 58 países que lo integran anticiparon el veto a Kazán. “La Convención del Patrimonio Mundial está cumpliendo 50 años. Pero no hay nada para celebrar en tiempos de guerra. Para nosotros es absolutamente inadmisible que el Comité del Patrimonio Mundial delibere en Rusia”, manifestó Alemania. Australia sostuvo que desoír el reclamo de Tkachenko iba a herir para siempre la reputación de la Unesco. “Rusia no puede ser anfitriona de la sesión: es inaceptable”, expresó la República Checa. En términos similares se expidieron Polonia, Italia, Holanda, Portugal, Reino Unido y Suiza. En contrapartida, Azerbaiyán, Bielorrusia, China, Rusia, Kirguistán, Siria, Corea del Norte y Turkmenistán llevaron al Consejo Ejecutivo de la Unesco un proyecto para proclamar al 6 de junio de cada año como “Día Mundial de la Lengua Rusa”.

El eventual cambio de la sede para la deliberación de los custodios de la lista del Patrimonio Mundial ha de ser resuelta por el propio Comité que preside Rusia, e integran la Argentina, Bélgica, Bulgaria, Egipto, Etiopía, Grecia, India, Italia, Japón, Mali, México, Nigeria, Omán, Qatar, Ruanda, San Vicente y las Granadinas, Arabia Saudita, Sudáfrica, Tailandia y Zambia. Losardo está llamada a jugar un papel central en las gestiones a favor y en contra de mantener la locación puesto que votaría tanto si el asunto se sometiera a la decisión del pleno de Comité como si fuera tratado en el espacio del Bureau (mesa directiva) que componen Rusia, India, la Argentina, Italia, Arabia Saudita, Sudáfrica y Tailandia. La embajadora, y ex ministra de Justicia y Derechos Humanos no adelantó una posición. En su último discurso ante el Consejo Ejecutivo de la Unesco, Losardo se limitó a decir que la Argentina tiene “un fuerte compromiso” con la Convención del Patrimonio Mundial, y destacó las labores en marcha respecto de los sitios de memoria histórica, “que permiten recordar y asegurar que el pasado ‘nunca más’ se repita”.

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