Conocé la historia de "Zamba para mi Acción de Gracias", uno de los temas emblemáticos de Damián Paz

Conocé la historia de "Zamba para mi Acción de Gracias", uno de los temas emblemáticos de Damián Paz

La canción se escucha en todas las iglesias de Tucumán.

Damián El Flaco Paz Damián El Flaco Paz
19 Enero 2022

No está mal recordar, en este día, en el día en que murió Damián El Flaco Paz, la historia de uno de sus temas más conocidos: "Zamba para mi Acción de Gracias". La canción empieza con estos versos:

Gracias mi Dios por esta vida,

por encender mi corazón,

por poder mirar cómo nace el sol

y ver a las aves volar,

por esas estrellas que veo brillar,

por todo, ¡mil gracias, Señor!.


Gracias por cuidar mis errores

y encontrar siempre tu perdón;

para conocerte me diste razón

y para creerte, la fe.

Al ver lo creado aprendo a querer,

por todo, te entrego mi voz.


Hay algo luminoso en esas palabras, que transmiten paz y amor. Por eso es interesante conocer cómo se forjó ese tema, que no para de sonar en las iglesias tucumanas.

"Cuando estaba en un retiro espiritual para estudiantes universitarios, organizado por fray Rubén Ángel Boria... dominico..., en la charla nocturna nos preguntaban si rezábamos de noche y dábamos gracias. Yo dije que cuando era niño hasta la adolescencia sí... pero que en estos momentos casi nunca porque me quedaba tocando la guitarra y siempre cuando ya estaba por ir a dormir me venía la inspiración y comenzaba a componer algo y el proceso llevaba horas. Cuando terminaba estaba exhausto, exprimido en mis energías, caía a la cama y me desmayaba. ¿No rezas? me preguntó uno de los guías- -"Y no".. le dije... no me olvido la cara... esos medio fanáticos que te miran y te dicen: "¿nunca le das gracias a Dios?"

Damián recordó que a su guía no le gustó su explicación. "Yo había llevado la guitarra, entonces al día siguiente, cuando después de almorzar volví a mi cuarto, me puse a tocar un poco. Entonces este guía apareció y me dijo que era un retiro espiritual, que no podía tocar. Me insistió y me dijo que esas eran las normas. Yo en ese momento necesitaba "alimentar con música mi espíritu", no era "guitarrear y cantar", era para mí solo, me brotaban pensamientos y música. Fui a hablar con el queridísimo y ya fallecido padre Boria. Le dije que sólo tocaría dentro de mi cuarto sin molestar a nadie y sin cantar. Que mi forma de tranquilizar el alma para "desconectarme de lo mundano" y "conectarme con mi espíritu y con Dios", era la música. Me dijo: "¡por supuesto Damián! Yo hablaré con él y le explicaré. Todo el Cielo es música. Mientras no alteres a los demás".

Así Damián volvió a tocar.

"Pasados unos días me acordé mientras tocaba la guitarra de noche... que no estaba rezando nuevamente. Entonces le dije a mi espíritu: "hagamos una música... una canción para dar gracias. Entonces, las noches que estés con la guitarra, antes de ir a tu cuarto, la cantamos y listo!esa será tu oración antes de dormir". Esa noche vino al mundo la "Zamba para mi Acción de Gracias", dijo.

Sólo él la conocía. Era suya y de nadie más.  yo la conocía. Era "mía"... para mí y nadie más.

La forma en que ese tema se "viralizó" merece un capítulo aparte. Transcribimos textual su testimonio:

"Cuando con el conjunto Los Paz empezamos a grabar nuestros discos, hicimos contacto con la familia Bustillo, de Buenos Aires. Nos conocían porque uno de ellos era sacerdote, del Opus Dei y, estando por viajar a Roma, al despedirse, le entregó en mano a su hermano Enrique una copia del primer cassette nuestro "Desde la loma e' la Cruz" y le dijo: "escuchálos". Ese fue el inicio de una amistad que lo llevó a asumir el compromiso -sin tener un peso y con 8 hijos a cargo- de traernos a cantar a Buenos Aires.

En el interín, Nano Escudero, un salteño primo de José Escudero, organizó un espectáculo en el Teatro del Globo con Los Escudero y Los Paz. Al salir de ahí, se arrimó Enrique a saludarnos junto a un gordo grandote: Nacho Caride. Le dijo a Nacho: -"vení... vamos a saludarlos". El dijo: -"Tas loco... no nos darán ni bola". Enrique estaba por entrar de nuevo a la sala cuando vio que nosotros salíamos a saludar a la gente. Eso descontracturó todo. Allí conocimos a Nacho.

Este par de locos fue el que se embarcó en la odisea de organizar nuestro primer recital en Buenos Aires. Y nada menos que en el Teatro Coliseo. Memorable, inolvidable recital, lo anterior, lo posterior… ¡TODO!.

Pues bien. Después actuamos muchas –bastantes- veces en Buenos Aires durante 10 años. Un día, viajé por trabajo y a la noche fui a lo de Enrique y, como siempre, se armó guitarreada. En un momento dado me pidieron que les mostrara cosas mías inéditas o nunca cantadas. Entoné unas cuantas. Cuando llegó la hora de irme, antes de que amaneciera, recordé que casi seguro no rezaría al volver al hotel. Entonces le dije: -“Les voy a cantar una zamba que compuse como una oración… etc etc etc…”, y la canté. Todos quedaron mudos y me decían que estaban maravillados, qué linda que era y muchas alabanzas más. Como decía mi abuela, -“gente educada que otra cosa va a decir”.

Al mes siguiente, cantábamos nuevamente en el Teatro Coliseo. Recital nuestro. Sala llena, colmada (gracias a Dios). Un recital para guardarlo en la mesa de luz. Llega el final. Nos piden un bis. Nuestro hermano Gastón, el menor, pero el locuaz y presentador del conjunto, comienza a hacer un relato. Siempre cantamos de bis un aire de malambo de mi autoría que se llama “Por siempre canta”. Yo escuchaba que empezaba a hablar de lo valores de la vida, de que uno siempre tiene que estar agradecido. Que nosotros estábamos agradecidos por esa noche que pasamos con ese distinguido público… bla bla bla. Mi hermano Daniel me preguntaba: -“¿qué estamos por cantar?”… y yo le dije: “Canta” (resumiendo)…

Pero en un momento dado lo veo muy concentrado diciendo que “…el resto no la sabía… porque yo recién la había mostrado…” y otras cosas más…. y empecé a temblar. “qué está tramando este”, pensé. Y sí. De golpe se dio vuelta y me dijo, con micrófono abierto: “Flaco: Cantá la Zamba de Acción de Gracias”. Por supuesto le dije que estaba loco, sonriendo nervioso. Además, cantarla solo… sin ensayo… ante 1.500 personas. Pero Gastón es así. Miró al público y tiró la lapidaria frase: -“Ustedes, ¿quieren que la cante?”. Lógicamente el público dijo: -“Siiii”. -“Flaco. No hay salida”, retrucó, con 33 de mano, macho y hembra.

Yo desconocía que los Bustillo me habían grabado aquella noche. Y que luego Enrique lo había hablado a Daniel preguntándole si conocía esa zamba, a lo que Daniel dijo que no. Lo mismo hizo con Gastón y Cristián. Y les mandó el audio.

Estos tres hermanitos se habían aprendido el estribillo, nada más.

Empecé a cantar, transpirando como testigo falso. Solito. Ellos tres a mis espaldas. Me acompañaron en el estribillo. Y logré terminarla. Ese día, dejó de ser mía. Ese día, quien alguna vez supo dictármela, en forma sutil, me obligó a darla. Ese día, nació a la vida después de años de gestación, y pasó a no tener dueño, a ser universal.

Cuento esta historia no para vanagloria, sino para mostrar los caminos del Señor, que sabe escribir derecho sobre renglones torcidos. Que somos sus instrumentos, que debemos ser mansos a lo que nos quiere mandar hacer. Esto va en honor del querido Enrique, que ya no está físicamente, y de toda su familia; de Nacho Caride y toda su familia, todos ellos, hermanos de la vida, del canto, de las gracias, del amor. Y en memoria del querido padre Boria, eternamente presente".

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