Sin identidad política ni tolerancia para el error

24 Octubre 2021

“Un algoritmo tiene varios componentes y el resultado no sólo son ellos sino su interacción. Uno de esos resultados es la construcción del discurso político en la política. Es decir, un indicador acerca de cómo vemos y cómo entendemos la política en este país”, analiza el politólogo Gabriel Pereira, en diálogo con LA GACETA.

“Al respecto, una de las cuestiones que para mí resultan centrales es la manifiesta falta de identidad política que se da mayoritariamente en la sociedad. Nos odiamos porque no sabemos cómo somos. Y nos faltan proyectos culturales que nos aglutinen o, por lo menos, que nos segmenten”, distingue el investigador del Conicet.

Pereira reconoce que en la historia argentina se encararon proyectos de este tipo, pero no lograron consolidarse. A eso se debe la inestabilidad institucional del siglo XIX y del siglo XX, donde cualquier proyecto político caía por la fuerza de las armas.

“Cuando sabemos quiénes somos en términos políticos, podemos proyectar una construcción de sociedad y de país a mediano plazo. Como no sabemos quiénes somos, no sólo no podemos encarar esa tarea: además, no toleramos el error en la política. En el primer tropiezo, nos frustramos. Y no le perdonamos el yerro al quien consideramos nuestro líder ni mucho menos a quienes identificamos como nuestros adversarios. ¿Por qué esa intolerancia? Porque es mucho lo que ignoramos a partir de desconocer nuestra identidad política. Pero lo que sí sabemos es que si fallamos nos borran. Es decir, somos conscientes de que se odia a los que se equivocan en el poder”, puntualiza el doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford. Advierte, además, que dada nuestra historia de golpes de estado, “hasta el demócrata más convencido se formó en una cultura de nula tolerancia al error, porque si te equivocabas venía un militar a ponerte una pistola en la cabeza y a echarte del poder”.

“Precisamente por eso la disputa política es tan violenta: todo lo que se nos presenta, todavía, son proyectos para la construcción de identidad política. Y, dada la influencia europea de los tiempos de la colonia que nos signa, construimos identidad sobre la base de las identidades que borramos. Entonces la no identidad política y la falta de tolerancia al error hacen que nos odiemos. Porque, como lógico agravante, si cuando nos equivocamos alguien, indefectiblemente, se da cuenta, entonces hay que odiar al que muestra que nos equivocamos”, determina el especialista.

Otra consecuencia que deviene de nuestra falta de identidad política, precisa Pereira, es la “refundación constante” que se propone para el país. “Para quien reforma el Estado, en definitiva, no hay margen de error porque siempre está en la etapa de construcción”, grafica.

“Entonces, ¿qué es derecha, izquierda, progresismo, peronismo? -interroga el científico social-. Estas identidades están constantemente en crisis. En esa complejidad, hay identidades políticas ficticias y apuradas. Todo lo cual también es propio, en definitiva, de que tenemos un país, de tan sólo 200 años, y una democracia que ni siquiera ha cumplido 40”, concluye.

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